V: cena con el círculo intimo

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A pesar del frío de la noche, en la ciudad, todos los locales estaban abiertos. Los músicos tocaban en las placitas y el Palacio de Hilo y Joyas estaba lleno de artistas y compradores, altos fae e inmortales inferiores. Pero nosotros seguimos adelante, hacia el río; el agua, tan suave que las estrellas y las luces se fundían sobre esa superficie negra como sobre una cinta viva fabricada con la eternidad.

Los seis atravesaron sin apuro uno de los anchos puentes de mármol que cruzaban el Sidra, ellos se adelantaron o detuvieron muchas veces para charlar con alguien. Desde los faroles adornados, que se alzaban a los costados del puente, la luz mágica lanzaba sombras doradas sobre las alas de los tres machos, parpadeaba sobre los espolones en los vértices de esas alas.

La conversación pasó de personas a las que conocían, juegos y equipos deportivos sobre los que yo no había oído hablar nunca (aparentemente, Amren era fanática furiosa de uno), al tema de los locales nuevos, la música que habían oído, los clubes que favorecían... Ni una mención la amenaza que enfrentábamos... sin duda por razones de seguridad, sí, pero yo tenía la sensación de que, esa noche, además, en ese tiempo juntos... ellos no querían esa presencia horrenda, terrible entre ellos. Caminaban como si fueran ciudadanos comunes... todos, hasta Rhys. Como si no fueran los más poderosos en la corte, tal vez en todo Prythian. Y ninguno, ni uno solo en la calle se detenía a mirarlos ni palidecía ni salía corriendo.

Había respeto, tal vez intimidaban un poco, sí, pero no había miedo. Era tan raro que yo me quedé callada, los miré solamente... Feyre estaba igual, mirando ese mundo, el mundo que era de ellos. La vida normal que peleaban por preservar. Esa vida a la que yo había huido una y otra vez, esa vida que anhelaba.

El otro lado de la ciudad estaba todavía más lleno de personas, algunos vestidos con sus mejores ropas para una visita a uno de los muchos teatros frente a los que pasamos. Yo había visto un teatro antes, había visto una obra y escuchado un concierto, todo junto a mi madre. Cuando quería aprovechar cada segundo con ella antes de que el tiempo nos alejara.

Caminamos a lo largo del paseo que seguía la orilla del río, pasamos por locales abiertos y cafés, oímos la música que salía por esas puertas. Y pensé que tal vez esos sonidos eran la cosa más hermosa que yo hubiera oído en el mundo: el movimiento y el río y la música; el ruido de cubiertos de plata sobre vajilla; el crujido de las sillas que se empujaban y acomodaban y corrían; los gritos de los vendedores que anunciaban productos cuando pasaban caminando.

¿Cuánto de eso me había perdido yo en esos años de miedo y huidas?

Pero ya no. Ya no. La vida de Velaris latía como la sangre dentro de mí y en los raros momentos de silencio, yo habría jurado que oía el rugido de las garras del mar que rozaba los acantilados distantes.

Finalmente, entramos a un restaurante chiquito junto al río, en el nivel más bajo de un edificio de dos pisos, un espacio con una tarima en verde y dorado y apenas lo suficientemente grande como para acogernos a todos, con tres pares de alas ilyrias.

Pero la dueña conocía a mis compañeros y los besó en la mejilla a todos, incluso a Rhysand. Bueno, a todos menos a Amren, a quien hizo una reverencia antes de volver a la cocina y hacer un gesto para que nos sentáramos a la mesa grande a medias dentro, a medias fuera del local. Afuera crujía la noche estrellada, el viento movía las plantas en macetas colocadas con amoroso cuidado a lo largo del paseo del río. Sin duda, plantas protegidas con hechizos para que no murieran en invierno... así como la tibieza del restaurante impedía que nos molestara el frío mientras cenábamos al aire libre junto al río.

Empezaron a servirnos fuentes de comida y vino y la conversación siguió y cenamos todos bajo las estrellas junto al río. Yo nunca había comido nada parecido: tibio y delicioso y lleno de sabor y de condimentos. Era como si ese alimento me llenara no solo el estómago sino también el agujero que seguía ahí en el medio del pecho.

MIDNIGHT RAIN | Azriel fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora