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Nota 15


Las luces de colores rebotando sobre mis ojos, me hacían recordar a las galaxias interminables en el infinito. Sus tonos decreciendo en su variedad y la magnífica sincronización con la música las hacían lucir como una supernova, una estrella explotando entre los cosmos. Y el humo artificial eran como las nebulosas, aquellos gases que se esparcían por el tiempo en busca de la creación de nuevas gigantes rojas. Sin embargo, mirarlas atentamente por mucho tiempo, hacía que mis ojos dolieran y comenzara a pellizcarme la cabeza. Bajé la mirada, desilusionado, y miré la Coca Cola en el vaso de plástico, casi llena.

El hecho de haber estado mirando las lámparas tintadas por un largo rato, había sido mi única distracción de este inmenso lugar lleno de personas que no conocía para nada y que me hacían sentir nervioso, como si hubiera vuelto a la secundaría y estaba rodeado de mis compañeros de clases que hablaban de fútbol, chicas y hacían bromas pesadas para después decirme "rarito" por no saber, según ellos, decir un buen chiste. Por qué pasó, estos muchachos me dijeron que contara algo gracioso, les dije entonces: "Se encuentran por la calle un trompetista, Taehyung, con un amigo. Taehyung el trompetista le pregunta a su amigo: 'Hola, Erik ¿Escuchaste mi último recital?' A lo que Eric le responde: '¡Eso espero!' ¿Entienden? Porque todavía no fue el último". Pero quedé, obviamente, como un idiota. Y eso me pasaba justamente por juntarme con Eric— él era el culpable de llamarme por teléfono para contarme chistes absurdos.

—¿Sabes donde ha ido Arlin? —subiendo la voz debido a la música alta, me atreví a preguntarle a un muchacho molesto que estaba sentado a mi lado y que no había dejado de golpearme el hombro cada vez que hacía una broma más absurda que la teoría de los terraplanistas y mi chiste sobre Taehyung.

Aquel con la sonrisa coqueta, me guiñó un ojo mientras terminaba de beber su vaso y todos los demás a nuestro alrededor comenzaron a carcajear, las chicas que también estaban allí se rieron y luego cambiaron el tema, ignorándome por completo. Me quedé incrédulo mirándolos a uno por uno tratando de entender que estaba sucediendo y por qué no me decían donde estaba mi amigo, quien había desaparecido tras atender una llamada en su celular hacía como media hora atrás. Tragué fuerte y asentí después, me di por vencido y relamí los labios varias veces, decidí volver a distraerme mirando a las lámparas y a la bola de boliche en la planta baja, pero no pude lograr mi objetivo. Estaba muy preocupado por Arlin y no me gustaba para nada el ambiente de este sitio: había mucha sobreestimulación sensorial y la música estaba muy alta a pesar de tener mis canceladores y de que nos encontrábamos en la parte vip del club.

De acuerdo, pondré en contexto el surgimiento de las cosas. Resultaba y acontecía que nunca fue un pub como Arlin lo había mencionado en la llamada de esta mañana ni mucho menos las cosas iban desarrollándose como pensé que serían tal cual sucedía cuando salía con Erik. Mi amigo me llamó antes de salir diciéndome que se había confundido de lugar y que era en tal dirección, nunca me dijo que era un club. Me sorprendí cuando vi a toda la gente fuera del establecimiento haciendo fila para acceder y la música fuerte de los carros. El pelinegro me esperaba afuera y sonrió gigante en cuanto me vio, no podía retractarme de mis palabras y marcharme pues era Arlin, mi nuevo amigo quien había estado a mi lado en estos últimos meses y le tenía mucha confianza, a parte él estaba ansioso de que conociera a sus amigos. Sin más, entramos y fuimos a la parte vip reservada, me presentó a sus camaradas, a los tipos que ahora estaban a mi lado y luego de aquello, recibió una llamada misteriosa y se fue. Le mandé varios mensajes e intenté llamarlo, pero una de las chicas me quitó mi teléfono y cerró la tapa para luego entregármelo diciéndome entre risas: "Ey, no le cortes el rollo, no seas tan mal amigo".

No entendí a qué se estaban refiriendo, pero me hizo sentir mal.

Muchos pensamientos vinieron a mi en un instante, como que era la primera vez dentro de un club nocturno y la primera vez también que estaba en un grupo de personas que no conocía por completo y que me sentía fuera de lugar al nivel de cuestionarme varias cosas de mí mismo. Intenté evitar el hecho de pararme y marcharme a casa, primero porque le había prometido a Arlin que estaría aquí y que me llevaría bien con sus amigos y segundo porque yo ya no era un niño que huía con el rabo entre las piernas, era un adulto y tenía que superar todas estas cosas porque se suponía que los jóvenes normales de mi edad hacían esto. ¿Verdad? Yo no entendía como pretendía ser uno más de ellos si siempre me alejaba de la cotidianidad. Mi padre me dijo, antes de regresar a Corea, que era joven y que tenía que experimentar cada momento de la vida sin dejar que mi condición autista interfiriera en ello. Él tenía razón. Tenía que ignorar la sobreestimulación palpitando en mi cabeza, a mi desagrado por estas personas y a la manera abrupta en la que quería saltar por la ventana, subirme a mi coche y marcharme a mi departamento.

Piece • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora