𝄞 Stark

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12 de diciembre del 2005.


Querido Stark:

Todo está yendo mal, mi amigo Stark. Quiero confesarte que no sé identificar como me siento o qué es lo que necesitaría sentir para volver a la normalidad. Solo sé, que esta persona que está escribiéndote esto no soy yo, sino alguien más. No sé quién es, no puedo saber su nombre, ni su apellido, donde vive o que es lo que quiere hacer conmigo. Simplemente parece ser que me convertí en un frasco sin contenido, tal cual un vaso de vidrio vacío. Los pájaros pueden ver a través de mí. ¿Sabías eso? Ellos se colocan sobre el alféizar del ventanal y se quedan mirándome como si realmente pudieran comprender lo que está ocurriéndome. Me río mientras los miro porque me parecen tan tiernos, que me gustaría convertirme en uno de ellos para poder volar juntos y ser libres de este lugar.

Ah, la libertad.

¿Alguna vez te preguntaste qué es la libertad?

Últimamente Stark, pienso mucho en ello. No sé qué es, sin embargo. No recuerdo alguna vez sentir esa sensación de libertad que muchos conocen, pero creo que ese término para mí es muy diferente. Así como lo es la felicidad.

Yo... lo único que puedo rescatar de las últimas piezas que me quedan en mi corazón, es que... siento que lo perdí todo y ahora no sé qué hacer para encontrarme a mí mismo y volver a la normalidad. Una etapa de mi vida acabó y sobrellevarla está siendo difícil para mí, no puedo hacer mucho más que lamentarme y tener constantes peleas en mi cabeza con esa voz que no me deja avanzar. ¿Tú sabes cómo puedo comenzar de nuevo? Mira tío, esto te sonará raro, pero yo realmente tengo la teoría de como empezar: mis amigos estuvieron apoyándome y diciéndome cómo hacerlo, sé por dónde comenzar, como desarrollar y como finalizar. El problema es que decirlo y pensarlo es muy diferente a hacerlo. Mi mente está llena de obstáculos que, para enfrentarme a uno, tengo que crear alternativas y hacerlo todo el tiempo me consume mucha energía y me deja tirado en la cama completamente exhausto y sin batería.

Amigo mío, te contaré algo que quizás ya lo sabes, pero quiero decírtelo de todos modos; es con respecto a la felicidad. ¿Sabes? Yo fui feliz. Una parte de mí fue feliz en el pasado, te estoy hablando de hace un año a cinco años atrás. Pude sentir esa felicidad recorriéndome de pies a cabeza cuando miraba las estrellas y a los cometas pasar. Yo estaba bien. Yo podía subirme arriba del escenario y tocar mi saxofón sin problemas, podía cantar y reír, podía bailar junto a mis amigos y bromear con ellos. Podía hacer muchas cosas, incluso me divertía mirando mis series favoritas y jugando con mis amigurumis dinosaurios por las noches. Yo podía. Te juro que fui feliz. Ah, en esos momentos pensaba que tenía al mundo debajo de mis pies y que yo siempre estaba a la delantera, ya que no había nada que robara mi felicidad. Me sentía eterno. Tan malditamente eterno que pensé que esa etapa duraría para siempre. Todavía recuerdo aquella sensación que me abrazó cuando miré al horizonte en ese atardecer en las montañas de Busan y los pájaros volaban alrededor mío; mis manos estaban extendidas y la brisa helada golpeaba mi rostro haciéndome sonreír enormemente.

Yo lo había tenido todo.

Y en un instante, todo eso se fue.

Muy de pronto, muy de golpe.

Me dejó devastado en mi propio departamento sin saber que hacer o como seguir con esto, como un ramo de flores que había sido tirado a la basura. Solo, tan jodidamente solo que lo único que se siguen escuchando en estas cuatro paredes son mis pensamientos miserables. A veces recuerdo esos momentos donde fui feliz y anhelo volver allí, eso se debe a que el noventa por ciento de las piezas de mi alma se fueron ese día en el que él se marchó.

Sí, todo lo que conozco por felicidad lo sé gracias a él, porque en todos los momentos que te conté arriba, él estuvo a mi lado sin soltarme y viviendo todas esas aventuras junto a mí. En cada momento, incluso cuando lloraba sintiéndome un poco triste por mis diferencias a las demás personas, él siempre estaba sosteniendo mi hombro.

La mejor parte de mí vida la pasé a su lado, fueron los mejores cinco años de mi existencia. Si ahora mismo viene ShenLong y me concede un deseo, Stark, yo le pediría que por favor me regresara a esos cinco años de felicidad. No me importaría repetirlos por la eternidad. Yo sería feliz para siempre.

Ahora puedo entender un poco, me refiero a cómo me siento. Es como si hubiera vuelto a empezar de cero, como cuando vine a Corea y tuve que afrontar el exterior yo solo junto a la ayuda de mi mejor amiga. A decir verdad, no recuerdo mucho mi infancia ni mi adolescencia; parece como si hubiera estado muerto hasta el último año de preparatoria que comencé a ver el mundo con más claridad. Tengo algunos recuerdos borrosos, pero nada importantes. La coherencia en mi cerebro se desarrolló cuando fui consciente de que lo único que quería hacer en mi vida era tocar el saxofón y cantar. Los expertos en ese tiempo me dijeron que debido a que soy autista, muchas partes de mi cerebro se desarrollaron tarde. Yo no lo veía así, porque me consideraba lo suficientemente maduro para ser un adolescente promedio y lo suficientemente inmaduro para ser responsable.

Yo no era un niño ni tampoco era un inocente. Comencé a volar a los dieciséis años y a esa edad conocí el mundo que todas las personas conocen, a ver la realidad de la vida y como se vivía. Metafóricamente, salí del huevo y comencé a caminar en la adolescencia. No tuve tiempo para pensar en mí y a conocerme a mí mismo porque nunca llegó esa idea a mí. Quiero decir, no fui consciente de eso.

Lo conocí a él a los dieciocho en la universidad y el resto es historia. Lo poco que sé de mí, lo supe gracias a él. Él me ayudó a conocerme un poco y a saber lo que me gusta y lo que no, me ayudó a como entablar una conversación alista y a entender cómo se maneja el mundo en el que estamos viviendo. Mis amigos también lo hicieron, por supuesto. Gwen había sido y es, mi única guía desde que era un niño sin noción del universo y por eso, estoy muy agradecido con ellos.

No obstante, él ya no está aquí conmigo y mis amigos crecieron lo suficiente como para estar detrás de mí todo el tiempo. Yo también crecí, ¿lo sabías Stark? Ahora tengo veinticuatro años, se supone que soy un adulto. Un adulto que está saliendo del huevo por segunda vez, así me siento, más o menos.

Pero esta vez estoy solo y no quiero que nadie me ayude a caminar, quiero aprenderlo yo mismo. ¿Cómo? No lo sé. Supongo que me tomará un gran tiempo aprender a hacerlo, aprender a correr, a pedalear una bicicleta y a conducir un coche. Se siente como si tuviera dieciséis años de nuevo, encerrado en mi habitación sin saber cómo ir a la preparatoria y enfrentarme a los demás chicos de mi edad. En este caso, a las personas que estaban allá afuera.

Mientras te escribo esto, me doy cuenta que quizás no lograré juntar ese noventa por ciento de piezas que perdí. Tengo la sensación de que esas piezas ya son viejas para este nuevo recipiente vacío. Aquellas piezas tienen los recuerdos de los últimos cinco años y si las vuelvo a colocar en mi cuerpo, seguiré sintiéndome mal y solo me consumirá de nostalgia; así no podría caminar. Lo mejor sería buscar nuevas piezas y reconstruirme desde cero. Piezas que solo me pertenezcan a mí y a nadie más, recuerdos donde la felicidad sea conmigo mismo.

Ah, anhelo conocerla, anhelo conocer esa felicidad con todo mi corazón.

¿Serás capaz de verme brillar, Stark?

El otro diez por ciento de piezas viejas que quedan dentro de mí, las dejaré por el momento. Seguirán atormentándome durante los siguientes años, pero después de todo, gracias a ellas puedo entender quién es la persona que está escribiéndote esto.

Lo intentaré.

Y por último Stark, te enseño una frase que dijo Franz Kafka y que quedó grabada en mi memoria: "Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera"

Y:

"Se perdió un amor... no el amor."

Tu querido amigo,
Jeon Jungkook.

Piece • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora