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Bartolomeo se estaba arrepintiendo de todas sus decisiones de vida en ese mismo momento. Resultaba que dejaban apuntarse a cualquiera porque en un par de semanas todos debían dar una exposición mostrando sus trabajos previos e ideas para el concurso y esto iba a servir de eliminatoria de la morralla para los jueces. Su preocupación no provenía de que pudiesen echarle, más bien del tener que ponerse encima de un escenario y exponer frente a sus contrincantes. Bueno, aunque fuesen sus amigos del alma se querría arrancar la lengua para tener una excusa para no hacerlo igualmente...

Eso no significaba que no se estuviese esforzando en hacer una buena presentación y reunir sus mejores obras, claro, ante todo era un chico aplicado. Tenía una buenísima capacidad de síntesis y pensar en qué iba a llevar a cabo tampoco era un problema: llevaba mucho tiempo esperando a tener la oportunidad de dedicarse al proyecto más ambicioso que tenía, ese sueño de infancia por el que había empezado con los robots y que le había llevado a estudiar ingeniería. Sí, era ahora o nunca, quería ver si era capaz de terminar ese androide soñado, ese que de pequeño le parecía tan increíble porque sabía que a su lado no estaría solo.

Era una realidad que Bartolomeo nunca había sido una persona sociable, más bien se había convertido él solo en un marginado. Desde pequeño había estado demasiado ocupado con sus pasatiempos y ensoñaciones que le tenían muy lejos del mundo terrenal, esto había llegado al punto en el que todavía no consideraba haber tenido un solo amigo en sus 18 años de vida. Llegados a ese punto ya no le afectaba y se sentía conforme con estar solo con su familia, pero de pequeño... Sufría mucho, sí, se sentía terriblemente aislado. Eso le había llevado a imaginar a ese androide amarillo y blanco con un estilo futurista digno de los '90 o principios de los 2000, todavía recordaba que se llamaba Greg y que eran supuestos mejores amigos. Por muy aniñada que fuese esa fantasía, nunca le había dejado del todo y una parte de él siempre había querido llevar al plano de la realidad a Greg, su único consuelo en los momentos más difíciles. ¿No era ese el momento ideal? Él creía que sí y por eso se había puesto manos a la obra a la hora de idear todo el proceso para crearle, añadir sus inspiraciones y una descripción de todo lo que tendría a su charla, en ese mismo momento ya había dejado todo eso de lado y se estaba centrando más en la parte de programar la inteligencia artificial que deseaba que tuviera ese cachivache una vez construido.

En medio de este proceso, la puerta se abrió sin llamar y el de ojos azules supuso que debía ser su madre o su hermana, Pedro siempre llamaba y esperaba a que le diesen permiso para entrar.

– ¡Bartolomeo Sinatxe Zamora! – vale, era su madre y estaba enfadada, maravilloso – ¿¡Tú has dormido esta noche!?

El chico tardó en responder, de buenas a primeras se quedó completamente rígido ante la pregunta porque según él seguía siendo de madrugada. Se giró despacio hacia aquella mujer, pensando durante unos milisegundos lo increíble que era no solo que no hubiese abandonado la estética bimbo de sus 20 teniendo más de 40, sino que además la siguiese a rajatabla hasta para los pijamas. No debería ser una sorpresa llegados a ese punto, mucho menos cuando prácticamente toda la casa estaba pintada de rosa, pero en algunas ocasiones le seguía pillando desprevenido. Abrió la boca mientras buscaba una excusa, pero no se le ocurrió ninguna.

– ¿Qué...? – lo preguntó entre sorprendido y casi enfadado porque se le fuese el tiempo volando de esa forma.

– O sea que no. ¡Son las 7:00 ya, Barto, no me puedo creer que te encerrases aquí después de cenar y no hayas salido ni para mear, sin darte cuenta de que se te hace tarde!

Pues era justo lo que había pasado... No era ni la primera ni la última vez que toda esta escena se daba en su hogar, era una realidad que las tareas le absorbían a ese nivel con frecuencia porque tenía una capacidad de concentración increíble cuando se trataba de temas que le interesaban o agobiaban y quería acabar rápido, pero en todas las ocasiones los presentes se comportaban como si fuese un evento único.

– ¡Tienes clase hoy, vas a ir sin dormir, cariño! – ahora sonaba más preocupada que otra cosa.

– Bueno, pero eso no es nada, aunque no duerma me entero de todo... – dio a un par de teclas más antes de volver a prestarle atención a su madre – Mi primera clase de hoy es a las 11:30, además, no voy a llegar tarde ni mucho menos.

La mujer negó levemente con la cabeza mientras suspiraba, acto seguido caminó hasta el escritorio donde estaba su hijo y lo abrazó con cuidado. El menor cerró los ojos unos pequeños segundos, escuchando el corazón de su progenitora y dejándose llevar por la calma que esto conllevaba. La estrechó con sus propios brazos sin pensárselo mucho y la dejó mecerle un poco a los lados cuando ella así lo quiso, se sentía cómodo y protegido así.

– Yo quiero que estés sano y bien, Barto, entiéndeme... Sé que te enfrascas mucho en las cosas, pero eso no significa que puedas descuidarte así. Este cuerpo te va a acompañar lo que te queda de vida y, si no lo cuidas bien, te vas a arrepentir cuando seas un viejito. ¡Mira a tu padre, sin irnos más lejos!

Se le escapó una risa por debajo de la nariz ante el ejemplo, era increíble como el pobre hombre se había jubilado ese mismo año y su esposa ya lo trataba como si tuviese un pie en la tumba. Entendía a lo que se refería, aun así, tantos años trabajando de pie y teniendo horarios de sueño tan variables como los suyos le habían pasado factura. No juzgaba a Lenka por buscar lo mejor para él, pero también sabía que, por mucho que fuese consciente de las consecuencias de sus actos, no podía controlarse y sabía que en una semana o menos volverían a tener la misma discusión de siempre.

– A ver, ¿qué has estado haciendo para quedarte tan despierto?

– Me alegro de que me lo preguntes porque necesito practicar mi exposición.

Pasaron un buen rato juntos, la mujer sentada en la silla que anteriormente había ocupado su hijo y éste rondando por la sala mientras iba recitando todo lo que había escrito anteriormente. Sorprendentemente, no se equivocó en ni una sola palabra y la mujer le aplaudió al terminar, soltando también una risita cuando el menor hizo una reverencia ante su gesto.  

***

Bartolomeo cuídate challenge (nivel imposible)

Se suponía que la semana pasada yo iba a subir capítulo de esto, pero entre médicos (soy una vieja atrapada en el cuerpo de una chica de 19 años que se pasa la vida entre médicos por mis problemas de salud, este año todavía me quedan mínimo 3 visitas más) y salidas familiares no he tenido tiempo mi para pensar en hacerlo :')

Supongo que a partir de ahora subiré los lunes porque nunca salgo de casa este día de la semana, suelo estar ocupada con más tareas de la casa que ningún otro día y me da ansiedad quedar con la gente cuando tengo que estar de arriba abajo toda la mañana y mediodía :p

En fin, nuestro nene lo está pasando mal y le entiendo mucho en ese sentido, hablar en público es la mierda más tocha de la historia de la humanidad y, si fuese por mí, erradicaría todas las charlas o exposiciones que he tenido o tendré en un futuro que dar en mi vida porque para qué expresarme oralmente con lo inepta que soy para eso si tengo 2 manazas bien útiles con las que escribo :)))) *le da el tic del ojo*

En fin, en el siguiente capítulo se tendrá que enfrentar a este reto y se está esforzando así que yo le banco mucho por eso, mi niño bonito, con todo el tiempo que he pasado con él en Los Sims pa no adorarle ;(

Supongo que el lunes que viene nos vemos (o tal vez antes o más tarde, soy una chica olvidadiza para según qué cosas y muy indecisa), os doy un beso y un abrazo muy fuertes para que os duren hasta entonces y saludadme a vuestras mamás (a vuestros papás no porque soy dilflover y no creo que me queráis de madrastra) :DDD

Déjame entrar en tu mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora