Capítulo 4

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- Me mentiste- dijo Helmut molesto. 

- Y tu quieres escapar. Veo que no eres de fiar. Traicionaste mi confianza.- el mafioso lo señaló con el dedo. 

- ¿Me secuestras y esperas que no intente por lo menos saber cómo está mi familia?- eso fue osado y el joven se dió cuenta.

Recordaba la advertencia que le hizo el rumano al principio. Pero esos mensajes que vió lo pusieron... ¿Celoso?

-¿Revisaste mi celular?- Bucky se había quitado el abrigo, los músculos de su espalda se marcaban bajo la camisa. 

Helmut asintió, no tenía caso mentir. 

- ¿Quién es ese? 

- No es de tu incumbencia. Es mi celular privado, maldita sea.- lanzó el celular contra el suelo, haciéndose añicos. 

-¿Me amas?- el joven sokoviano no aguanto más y le hizo la pregunta que importaba. 

Bucky se le quedó mirando largo rato sin responder. Luego abrió la puerta de la habitación y le dijo que saliera. 

Helmut obedeció. Cuando procuraba volver a preguntarle, el rumano le cerró la puerta en la cara. 

Bucky trató de calmarse. Debía buscar una solución al problema, era probable que el Barón Zemo rastreará la llamada. 

Llamó a sus hombres de confianza. Les ordenó que recogieran todo y se pusieran en movimiento lo más rápido que pudieran. 

Así hicieron. Se llevaron las armas y los paquetes de drogas, irían a una casa de seguridad cerca de la frontera con Moldavia. 

Mientras que Bucky y sus más cercanos se esconderían en Bucarest. Llevó consigo al noble sokoviano, aún le era útil. 

No podía resistirse a los encantos del joven, eso lo admitía. Por eso decidió quedarse con él, antes que devolverlo. Sus ojos marrones, su boca sensual y las pecas en todo su cuerpo lo volvían loco. 

¿Lo amaba? No debía en pensar en el amor. Una parte importante de su negocio no admitía espacio para los sentimientos.

¿Qué clase de jefe mafioso sería sí sucumbiera a esas cosas? 

Al llegar a Bucarest, encerró a Helmut en una diminuta habitación. Tenía que serenarse, una reunión importante lo esperaba, expandir el negocio era su prioridad. 

Mandó a sus hombres a vigilar muy bien al sokoviano. 

Cuando estuvo más calmado, salió en su automóvil blindado y con sus guardias a reunirse con los que esperaban fueran sus socios. 

El americano lo esperaba en el sitio acordado. Un almacén a las afueras de la ciudad, la noche ya era completa cuando llegó. 

Anthony Stark lo saludó y rápidamente dió inicio a las negociaciones. 

Entre Tus Brazos (Winterbaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora