Capítulo 7

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Tres meses pasaron desde los eventos ocurridos en el club nocturno "Turbo".

Bucky expandía su negocio más allá de sus fronteras. Convirtiéndose en el mayor capo de la mafia, algo que le alegraba mucho. 

Mientras que Helmut continuaba a su lado, solo que esta vez le daba más libertad para salir por la ciudad. Eso sí, acompañado por uno de sus hombres para protegerlo. 

El joven aprovechaba esos momentos a solas para visitar los cafés, las librerías y una que otra tienda para buscar un obsequio para su hombre. 

Todos en Bucarest lo conocían, le abrían las puertas de sus negocios y lo recibían con una sonrisa en los labios. 

Cuando procuraba pagarles por el café o el libro que le gustaba, los dueños de los negocios se negaban a recibir su dinero. Le decían que era por cortesía de la casa. 

A Helmut no le gustaba, pero no podía hacer nada por convencer de lo contrario a esas personas. 

No se volvió a poner en contacto con su padre, no por falta de oportunidad. Su hombre le regaló un celular de última generación, pero este le insistía en revisar sus mensajes y llamadas. 

No tenía con quién comunicarse por lo que era tonto tenerlo. Sin embargo, el rumano le insistió en que lo tuviera para tenerlo bien vigilado. 

Con el pasar de los meses, Bucky se volvió más posesivo con él. Era algo excitante verlo marcando su territorio, para que los demás ni se atrevieran a pensar en su cara. 

Le regalaba muchas cosas de valor, como relojes, perfumes y hasta una cadena de oro puro con sus iniciales. 

Helmut se sentía halagado por todo. Estar al lado del hombre más poderoso de la región, que con un chasquido mandaba a traer la mejor comida que el dinero pudiera comprar. 

Era una experiencia excitante, no lo podía negar. Pero las mismas manos que lo acariciaban de noche, al día siguiente mataban al que se atrevieran a desafiar su autoridad. 

A parte de todo eso. De la boca del mafioso jamás pronunciaron las palabras mágicas. Que lo amaba. Él siempre se lo decía, sobre todo después una increíble jornada de sexo en que los dos quedaban agotados. 

Hasta que una noche se lo preguntó de nuevo.

-¿Seguirás con eso?- Bucky siempre evadía la pregunta. 

- Hasta que me des una respuesta.- tomó un sorbo de agua. Aún las piernas le temblaban luego de la sesión sexual de esa noche.

- Sabes que ese tipo de cosas no son buenas para los negocios.- sus músculos brazos lo atrajeron hacía su pecho. 

- No estás con tus rivales y socios. Me lo puedes decir a mí, a quien importa.- se sentía tan bien entre sus brazos. 

Acariciaba su cabello largo. Lo amaba tanto que no sabía que haría sí le pasaba algo malo. 

Bucky asintió.  

- Está bien. Helmut te amo. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Al principio fui muy duro contigo, pero no quería que te convirtieras en una debilidad, que mis enemigos supieran lo que siento por tí.- lo besó apasionadamente. 

- No estás solo. Ya no más.- la barba recortada del hombre de 40 años, le hacía cosquillas. 

Un mes después, Bucky debía recoger una carga importante de drogas en el Mar Negro. Por lo que estuvo lejos dos semanas de la capital rumana. 

Helmut lo extraña mucho, se comunicaba con él por una línea segura. Una noche, no se conectó y se preocupó. 

Le preguntó a los guardias que había dejado a su cuidado. Éstos también estaban preocupados, habían perdido el contacto con su jefe. 

A los dos días, el carro blindado de Bucky apareció en la casa de seguridad. Tenía marcas de balas, que no llegaron a penetrar el interior. 

Bucky fue sacado por sus socios, estaba herido. Al parecer sus enemigos, la mafia rusa lo emboscaron y querían quitarle la mercancía. 

Buscaron a su doctor personal, el encargado de curar sus heridas. Helmut no se apartó del lado de su amado, que recibió una bala en el hombro y otra en la pierna. 

Cuando el doctor termino, le dijo que tomara reposo y le dió unas pastillas para el dolor. Volvería para revisar las heridas. 

-¿Alguna vez has pensado en dejar está vida tan violenta?- Helmut le pregunto cuando estuvieron solos. 

-¿A qué me voy a dedicar?, ¿Pelar papás en un restaurant?- no eran las primeras balas que recibía. 

- Cualquier cosa es mejor a que te maten.- el joven podía vivir sin lujos. 

Cuando estudiaba en la universidad, su padre pagaba su matrícula. Mientras que él trabajaba en una tienda para sus gastos diarios. 

El lugar donde vivía era un apartamento tipo estudio. Todo pequeño y con lo justo para sus necesidades básicas. 

- Soy el dueño de media Europa, no me voy a rendir solo porque unos malditos rusos quieren mi negocio.- dijo obstinadamente. 

- Me preocupo por ti. No sé qué haría sí te pasará algo.- los ojos de Helmut se llenaron de lágrimas. 

Bucky se enternecio al verlo de esa manera. Tomó su mano entre la suya, acariciando su dorso con suavidad. 

- Si algo me llega a pasar. Volverás a Sokovia sano y salvo. 

- No digas eso.- negó repetidamente. 

Helmut lloró desconsoladamente como un bebé. Un mundo donde no estuviera junto a su amado, era un mundo cruel en el que no deseaba vivir. 

- No me gusta verte así. Mi vida, no te preocupes ya se me ocurrirá algo. 

Entre Tus Brazos (Winterbaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora