...

211 10 4
                                    

-El día siguiente fue tomado para tratar de dejar el plan sin ningún tipo de fallas. No.1 se lamentaba el no haber podido ver a No.5 en todo ese tiempo, pero bueno, no podía pensar mucho en eso. Después de la guerra la buscaría, casi seguro de que sería un encuentro sumamente emotivo; claro, si es que él volvía de su destino. Poco fue el tiempo que el calvito logró estar a solas con su novia, tratando de alejar un poco la adrenalina, ansiedad y temores que lo abordaban cada que veía que la hora de la acción se aproximaba. Al caer la noche todo estaba listo. Su equipo se encontraba ahora mismo en la base lunar, recargando sus naves junto a todo el escuadrón que les acompañaría. 1 pensaba si lo que hacía era lo correcto, preguntándose si sus palabras podrían llegar a esos niños una vez los tuviera de frente o si tendría que verse obligado a usar su arma secreta. Apretó los puños, deseando profundamente que no fuera el caso, pero siendo muy firme en que de verse obligado no daría ni un paso atrás y acabaría con todo por su propia mano... no importando el costo de su acción.

El día por fin había llegado. Niños, adolescentes y adultos, todos como uno solo, estaban preparados alrededor del planeta con sus armas listas, cada uno ocupando la posición que le correspondía en esta batalla. Era increíble como todos miraban el cielo casi en un absoluto silencio, solo a la espera de sus enemigos. Abuelo apreciaba el punto donde debería estar ahora la luna orbitando, esperando que sus hijos y nieto fuesen capaces de detener lo que se avecinaba.

En el espacio una horda de naves seguía de cercas a una de tamaño masivo. El camino del espacio era mayoritariamente oscuro, dejando a todos con una sensación de aprensión enorme. Sabían que en cualquier momento se verían cara a cara con su enemigo, mas no podían asegurar en qué momento se daría tal contacto. No.1 y su equipo iban en una nave más pequeña, de forma que pudieran pasar desapercibidos. La nave nodriza y el resto solo servirían de señuelo para abrirles el camino, a ellos y a los pocos que fueran capaces de seguirles el paso. El recorrido era tensión constante, hasta que de pronto el primer disparo apareció. En un santiamén una guerra estelar dio comienzo. Los KND de la Tierra sintieron su alma dejar su cuerpo al ver la masiva flota que les hacía frente. Por la gran mayoría pasó un solo pensar «Hemos venido a morir». Pronto las naves invasoras abrieron fuego sin contenerse, partiendo a los defensores, de manera que surcaban el espacio libremente para llegar a su destino. No.1 ordenaba a No.2 pasar entre todo el caos que se estaba desatando, ya sabiendo el segundo el lugar al que debía dirigirse. Pocas no fueron las veces que casi son impactados por el armamento hostil, sin embargo, tampoco fueron pocas las veces que otros dieron su vida por estos o que lograron escapar por «los pelos». Una pequeña armada les hizo guardia de manera magistral, dándoles vía libre a través de la contienda. No.1 golpeó con frustración el reposabrazos de su asiento, sintiendo el peso de haber visto a tantos camaradas dar su vida para que su equipo cumpliera con su parte en esta misión suicida.

En algún punto lograron dejar atrás a todos sus perseguidores, navegando la pequeña flota sobreviviente ahora más tranquilos, sin bajar la velocidad, claro está. Horas, días, tal vez semanas más tarde divisaron el planeta que tanto ansiaban ver: el «nuevo mundo» de los niños primordiales. No.3 y No.99.2 señalaron que alrededor del cuerpo celeste una gran cantidad de naves servían como guardias, cuestionando a su líder cómo las atravesarían. No.1 pidió a 362 que abriera las comunicaciones con el resto de naves, acatada la orden en un segundo. Los capitanes de las otras naves accedieron a la llamada-

>Chicos del barrio, este es el planeta donde residen los niños primordiales. Hemos detectado que está rodeado de cientos de naves. Somos apenas una escuadra de menos de doscientas naves, por lo que seré claro –se quitó los lentes, siendo todos capaces de ver la determinación en su mirada-. Vamos a enfrentar, posiblemente, la última de nuestras misiones, pero –apretó los dientes- aunque me cueste mucho pedirles esto, necesito que nos permitan ingresar a ese planeta en una sola pieza –llevó una de sus manos a su pecho, dolido porque estaba tratando de ser suave al pedirles que se sacrificaran por él y por el anhelo de liberar a todos los niños, adolescentes y adultos del universo de la locura de esos críos-

Operación: G.E.N.O.C.I.D.I.O.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora