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𝐄𝐋 𝐋𝐔𝐍𝐄𝐒 𝐒𝐈𝐆𝐔𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄
Por primera vez en su vida, Taeyeong no pudo mantener su mente en el trabajo. La importante propuesta que se suponía iba a llenar la noche del viernes se mantuvo medio escrita en la pantalla de su ordenador, y durante los últimos veinte minutos había borrado y vuelto a escribir la misma frase. El recuerdo de su fin de semana con Jimin flotaba con insistencia a través de su cerebro, dejando fuera toda la actividad habitual. Simplemente no podía hacer ese proyecto de desarrollo de software.
El viernes por la noche en el ascensor había sido una epifanía, y el resto del fin de semana había hecho más que la promesa de aquella primera noche. El sábado voló en una nube de hacer el amor, risa y la conversación íntima que fluía en la mañana del domingo, luego amenazó con estirarse hasta altas horas de la tarde. Cuando ella y Jimin finalmente se despidieron, fue sólo porque ambas estaban tan débiles y agotadas de tener sexo casi sin parar, que habían estado de acuerdo que descansar era necesario para el bien de su salud.
El domingo por la noche su corazón se desgarraba. Cuando Jimin salió del apartamento de Taeyeong, la magia parecía irse también. El extraño encantamiento que hizo que el resto del mundo fuera irrelevante se había ido. Desde ese momento, Taeyeong se había vuelto cada vez más incierta de todo. Su increíble conexión, la pasión que habían compartido e incluso su confianza instintiva con Jimin. Tal vez la química del cerebro y las feromonas había nublado su mente. En una neblina inducida por la lujuria, ¿alguien podría engañarse a imaginar el amor a primera vista, o al menos la posibilidad de una relación que se extendía más allá de un intenso fin de semana?
La mano de Taeyeong se movió nerviosamente en el ratón se su ordenador y otra vez leyó la oración que había escrito. Todo le decía Levanta el teléfono y llama a Jimin, pero el miedo la contuvo. El fin de semana había sido increíble, si tratara de convertirlo en algo más lo echaría todo a perder. No podía decir si ese último beso en su puerta era uno de una serie de besos que conducían a ella y Jimin hacia un futuro compartido, o si se trataba simplemente de un dulce adiós.
La castaña estaba segura de que nadie quería que aquella perfecta aventura terminara. Pero parte del encanto de su apasionado encuentro con Jimin fue el hecho de su corta duración. La realidad nunca tendría un impacto. Ella tocó el teléfono y luego retiró su mano, poco dispuesta a hacer la llamada que confirmaría sus peores miedos. La opción elegante era esperar a que Jimin la llamara. Si no lo hacía, entonces Taeyeong sabría el veredicto y graciosamente se retiraría. Era lo suficientemente grande para aceptar el regalo que le había sido concedido y no exigiría más de lo que Jimin podría dar.
El teléfono de su escritorio sonó, y Taeyeong se sobresaltó al oír el sonido, enviando el cursor a volar a través de su monitor con un movimiento de su mano.