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𝐓𝐑𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐒𝐄𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄́𝐒
La mañana de su cumpleaños, Jimin despertó con la sensación de una mano suave que se deslizaba por el interior de sus muslos. Aún medio dormida gimió cuando unos dedos cálidos resbalaron sobre la humedad que, sorprendentemente, le empapaba la entrepierna tan temprano. O acababa de tener un sueño de los que hacen época o Taeyeong llevaba un rato jugando con ella. Jimin decidió hacerse la dormida y ver qué pasaba.
Las yemas de los dedos de Taeyeong avanzaron lentamente sobre su abdomen y le rozaron la barriga antes de bajar a jugar con los húmedos rizos que cubrían su sexo. Le dio un tironcito y Jimin dejó escapar un gemido desde el fondo de la garganta.
—¿Estás despierta, cariño? —la pelirosa mantuvo los ojos cerrados, porque tenía muchas ganas de saber hasta dónde pensaba llegar Taeyeong. Arqueó la espalda ligeramente y abrió los muslos para su amante. Después farfulló algo, en tono soñoliento, y giró la cara hacia el otro lado —Aún no, ¿eh? —susurró Taeyeong.
Le pasó las uñas sobre los pliegues externos y luego trazó suaves formas con la yema de los dedos sobre los resbaladizos labios de su sexo.
—Voy a tener que esforzarme más, entonces —Sí. Jimin abrió las piernas un poco más. Esfuérzate más.
La pelirosa gimió cuando Taeyeong apartó el viejo edredón de su madre y la dejó destapada, desnuda. Los pezones se le pusieron duros bajo el aire frío y la ardiente mirada de Taeyeong. No necesitaba abrir los ojos para saber que su amante se la estaba comiendo con la mirada. Excitada, Jimin inspiró por la nariz cuando notó que Taeyeong le acercaba un dedo a su entrada, sin llegar a metérselo.
—Me pregunto qué haría falta para que mi niña se despierte... —canturreó Taeyeong. Jimin sospechó que la castaña le hablaba a ella y se esforzó por no sonreír.
Me pregunto qué harás para averiguarlo.
La cama se hundió cuando Taeyeong cambió de posición y Jimin, que permanecía tumbada de espaldas, se puso en tensión, expectante. De repente, una lengua suave y húmeda le recorrió el camino que iba del ombligo a los rizos púbicos. Jimin gimió y se abrió de piernas. Ya no podía fingir que el deseo no la dominaba.
—Seguro que con esto se despierta —musitó Taeyeong. Y a continuación, guardó silencio.
Jimin abrió los ojos de golpe cuando Taeyeong le pasó la lengua por su centro y lamió la humedad producida por su cuerpo dormido. No pudo reprimir un suspiro entrecortado y le enredó los dedos a Taeyeong en la desordenada melena. La castaña interrumpió sus atenciones y miró a Jimin a los ojos con una sonrisa de satisfacción. Estaba desnuda y tumbada boca abajo entre las piernas de Jimin.