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𝐇𝐎𝐑𝐀 𝐎𝐂𝐇𝐎
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—¿Te encendió esto? —Jimin preguntó con aire inocente que hizo a Taeyeong olvidarse de fingir lo contrario.
—Sí ¿Cómo no podría? —ella contestó sinceramente. Se sintió arriesgada, pero emocionada de ser la "verdadera Taeyeong" para variar.
—Tu turno —dijo Jimin. La castaña pensó por un momento. ¡Al diablo! ¿qué es lo que realmente quieres saber? Con un temblor de emoción, le preguntó a la joven
—¿Qué te gusta? Sexualmente, quiero decir— Jimin rompió en una sonrisa tonta.
—Podría ser más fácil para mí decir lo que no me gusta —¿Podría esta mujer ser más atractiva?
—Tenemos el tiempo en nuestras manos —dijo Taeyeong, sorprendida por la invitación de su voz gutural. —¿Qué es lo que realmente te gusta? Tus cosas favoritas.
—Me encanta ir hacia abajo en una mujer. Me encanta —Taeyeong luchaba por respirar, imaginando a una entusiasta Jimin trabajando en ese acto en particular. Entre sus piernas. Se dejó disfrutar de la fantasía.
—¿Qué te gusta que te hagan a ti? —esto no podría preguntarle, hacerle a una extraña estas preguntas íntimas, explícitas. Era casi demasiado tímida como para preguntarle lo que le gustaba, o necesitaba. Taeyeong no sabía exactamente cuando había decidido alejarse de la inevitabilidad de estar sola para siempre. Después de pasar tanto tiempo haciendo caso omiso de sus propios deseos, conformándose con una vida de fantasía activa en vez de algo real, ella estaba de repente lista para arriesgarse en lo que podría suceder esa noche.
Era su cumpleaños, y dejarse llevar fue un regalo a sí misma. Estaba atrapada en un ascensor con una magnífica mujer, y ella estaba feliz, cómoda, y encendida. Todas las apuestas echadas, y más que nada, quería ver adonde iría todo eso.
—Me gusta ser lamida, también— dijo Jimin. —¿O buscas algo más pervertido?
—¿Hay algo más pervertido? —nunca una va a dejar pasar una oportunidad para descubrir los trapos sucios, Taeyeong dio una cabezada vigorosa. —Pervertido es bueno.
—Me gusta— Jimin la miró con desafío débil —ser golpeada —Taeyeong luchó para no desmayarse en ese mismo momento. ¿Golpeada? la mano delgada de Jimin rozaba la parte superior de la manta de lana gris. Recogida en una esquina, luchaba contra lo que parecía ser una sonrisa incontrolable. —Cuando estoy teniendo sexo. O al igual que los juegos previos ¿Sabes?
Las fosas nasales de Taeyeong llamearon en la excitación. Algo sobre aquella idea la hizo respirar con dificultad.