Estar a punto de morir es divertido, no hace falta que entrenemos de más.

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Salimos corriendo de la habitación tan rápido como pudimos, en algún punto, por no fijarme lo suficiente por donde iba, casi me chocó con el marco de un puerta, pero felizmente lo esquivé a tiempo como una campeona, me daré palmaditas en la espalda por eso, me las merezco. También a la enorme cantidad de torpeza que tenía en mi cuerpo se le sumó a que los impactos llegan por todas partes, sobre todo por la parte de arriba del barco, por lo que el suelo se tambaleaba de un lado a otro siguiendo el ritmo que los choques marcaban. Podré no comprender absolutamente nada de lo que Hiccup me ha intentado explicar de los barcos, pero por lo menos no me mareo fácilmente, eso creo que es un buen punto a mi favor.

Cuando finalmente llegamos a la cubierta lo primero que hago es tirar el llavero dorado al aire y atraparlo cuando se transforma en el arco y la flecha encantada de mayor tamaño. Ni si quiera sé a dónde voy a tener que apuntar, ni siquiera sé que es lo que nos quiere volcar el barco, pero una flecha que llega a su objetivo sin importar nada definitivamente nos va a salvar el pellejo. Hiccup tiene la espada en mano, siempre es bueno tener a ese sádico con una espada en mano.

Lo primero que nos llega a ambos es una furiosa ráfaga de viento que salpica algunas gotas de agua, también llegamos a escuchar unos gritos molestos y algo asustados, cuando logró observar lo que tengo delante de mí no puedo hacer otra cosa que maldecir en griego antiguo.

Espíritus de la tormenta tocando las narices y atormentando a las pobres ninfas de los ríos. Me estaba hartando muy rápido de los monstruos al servicio de mi familia divina. 

No tengo ni idea de qué rayos hacen tan lejos de Canadá, pero tampoco me interesa descubrir sus motivos, solo elijo mi primer objetivo, a penas una brisa violenta con pequeños dejos de un rostro que se está intentando llevar una ninfa del río y disparo. 

Da igual lo mucho que el barco se mueve, da igual que en verdad no tengo una puntería digna de acertar un objetivo en movimiento, da igual todo eso. La flecha se mueve por su propia cuenta, como si Apolo mismo estuviera conduciéndola hasta insertarse en el ojo que apenas mostraba aquel espíritu de la tormenta, se disuelve en polvo de inmediato, la ninfa se zambulle de inmediato en el agua sin tan siquiera pensárselo un segundo. La flecha en segundos demasiados extensos vuelve a mi mano, necesito pensar en una forma de que vuelva más rápido porque sé que solo puedo dirigirla a un objetivo, lo he intentando antes, hacer que vaya de un lado a otro sin tener que regresar a mí, en ningún momento aquello funcionó.

Antes de volver a disparar, por el rabillo del ojo puedo ver la expresión confundida y asombrada de Hiccup.

–¿Cómo has hecho hecho? –me cuestiona con una ceja alzada. Ah, tiene razón, nunca le he hablado de los regalos que Apolo me había otorgado, no por completo al menos, fue el mismo día que conoció a Rapunzel que me pidió que le contara un poco más de ella para comprender exactamente que relación teníamos y por qué no dejaban que se acercara a mí, le expliqué por encima toda la misión relacionada a rescatarla, le dije de los regalos que recibí de Apolo, pero se me olvidó comentar la parte de la flecha encantada–. Estoy seguro de que por mucha práctica eso –señala entonces como la flecha da algunas vueltas y cambios de dirección bruscos para atinarle al objetivo– es sencillamente imposible.

La flecha se demora demasiado en volver, me está poniendo nerviosa. –El regalo de Apolo –le explicó con los nervios a flor de piel, intentando llegar a una idea para solucionar el problema del tiempo, casi cayendo cuando otros cuatro espíritus se chocan deliberadamente con las partes más altas del barco–. La flecha llega a dónde necesite sin importar qué. Si quieres luego te lo presto, pero ahora nos vendría de maravilla tus habilidades de pelea, cielo.

Hiccup asiente con firmeza de inmediato, dándole una vuelta a la espada en su mano antes de salir corriendo en dirección de los espíritus más cercanos. Intento no distraerme con lo genial que se ve mientras toma una de las cuerdas del mástil para escalarlo y acercarse lo máximo posible a esos molestos espíritus, pero en mientras le observo y atrapo la flecha que vuelve a mí la idea perfecta llega.

Percy Jackson y la Traición del Invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora