Capítulo 2

237 17 0
                                    

El romance adolescente era tan lindo, inocente hasta cierto punto y algo cambiante, ocurría un día cualquiera y terminaba cuando las cosas no podían avanzar. La palabra "rechazo" era el enemigo de los que querían en silencio, pero vaya que, si las miradas hablaran por sí solas, Lee Minho hubiese creado el primer ensayo de amor a sus no tan notables 17 años. El brillo de sus ojos iluminaba el camino del alumno del cuarto año, sonreía cuando lo escuchaba reírse en los pasillos y temblaba cuando a veces su voz pronunciaba su nombre con tanta alegría que hacía su habla inútil y torpe, pero es normal, Han Jisung tenía ese toque de dejarlo como un tonto.

Mientras iba a de camino a la cafetería con su mejor amigo, Changbin, se topó con el chico de sus suspiros. Minho sabía que era inútil pensar en algo con él, porque ya pronto tendría que dejar la escuela y él aún se quedaría aquí, además de que no creía en las relaciones a distancia como tal y su poca experiencia amorosa era un desastre, así ¿Por qué darse alas? No tenía caso pensar en esa posibilidad.

Pero vaya que lo quería mucho. 

No era un alumno ejemplar, estudiaba mucho y aprobaba por obra de magia, pero en ocasiones solo dormía en su mesa y anhelaba salir temprano, viendo esperanzando a la ventana de al frente. Pero había algo extraño ese día, ya que sus ojos habían captado una puerta abrirse y una persona ingresar a ella apresurada ¿que qué había de extraño? Que luego de unos minutos, esa misma persona salió desorientada y se veía algo extraña. Por lo que, luego de ver aquello, terminó por girarse para contárselo a su amigo, pero solo recibió un "no te preocupes por eso, seguro se sentía mal y quería descansar un poco, ya sabes que ese salón ni se usa desde hace par de meses" como respuesta. No fue la respuesta que quería, porque ya había entrado en una constante ansiedad por saber lo que ocurrió, pero como toda persona sin apoyo para cometer una locura irresponsable dentro del colegio, prefirió dejar ese tema ahí.

En la salida, solo quería regresar a casa, todos saliendo entre conversaciones y chismes, pero ellos no, ese par de amigos solo querían descansar un rato. Varios estudiantes corrían apurados de sus salones, terminando con uno de ellos golpeando a Minho. Una suerte y curiosa casualidad.

— ¡Lo siento! — habló levantándose y recogiendo su mochila, siendo ayudado por el mayor, quien sonrió ante su obvia preocupación — Perdón, Lee, no me fijé.

— No es la primera vez y estoy pensando seriamente si realmente será la última, — Han solo río nuevamente y terminó de ordenar los papeles del fólder que llevaba en la mano — descuida Jisung, todo bien.

— Eh, bueno... Entonces adiós, cuídate.

— Adiós.

Era un manojo de alegría andante, alguien que podría brillar sus días con solo verlo caminar por ahí. Y hoy que pudo hablar con él, pude darle en secreto un suspiro en su nombre.

Por otro lado, Jisung no tenía cabeza para nada que pasar rápidamente a la casa de su mejor amigo para culminar sus trabajos pendientes de algunos cursos. Pero ese día tenía un cielo oscuro, su cuerpo bañado en sudor luego de haber práctico deporte, fue algo que debía solucionarlo de inmediato o si no, provocaría un horrible olor al viajar. Corrió hacia las duchas con prisas y se quitó la camiseta deportiva para meterse a duchar, pero escuchó algo extraño en un baño al frente suyo, lo que lo alarmó a volverse a colocar el atuendo. Temió ligeramente cuando ya sus piernas estaban caminando hacia esa dirección y su temblorosa voz llamó en consulta de alguien, pero solo recibiendo el sollozo de respuesta a sus oídos. Algo no estaba bien, pero no quería seguir para averiguarlo.

Tomó su maleta y salió de los baños para avisarle a un profesor sobre lo que estaba ocurriendo, pero parecía que ninguno ya se encontraba en las aulas de clase, quizá estén en la dirección. Siguió bajando las escaleras en ese destino, pero se detuvo a los minutos cuando observó al profesor Song salir de la sala de proyección llevando muchos cuadernos, era una torre enorme que le hizo querer acercarse. Entonces lo hizo, se interpuso en su camino y saludó con una sonrisa. Dentro de la mirada del docente Minsik no había algo de curiosidad por descubrir qué quería exactamente su estudiante, por lo que cuando escuchó su petición de ayudarle, no se negó y aceptó su compañía en silencio. Al llegar a la sala de maestros, Jisung colocó la mitad de los cuadernos que había cargado sobre el escritorio y examinó un poco el espacio en el que laboraba su profesor, con ello, encontró más cuadernos, fólderes y alguna que otras hojas engrapadas. Tocó las cosas que estaban esparcidas sobre el otro escritorio de al lado, mientras esperaba a que el docente ingresara, asustándose de pronto cuando oyó la puerta del aula cerrarse y notando finalmente que estaban solos.

Todo eso lo puso nervioso, tanto que recordó que no estaba en condiciones de pedir al universo una oportunidad.

— Gracias Jisung, nuevamente estoy en deuda contigo, eres muy amable.

— No es nada, pasaba por allí, así que no fue problema ayudarle. — Song no dijo nada a sus palabras, solo tomó asiento en la silla de su escritorio y lo miró fijamente — ¿Su-sucede algo?

— No, no es nada, es solo que... — Vaya, se quedó callado.

— ¿Qué?

— Te pareces mucho a alguien que conocí hace un tiempo. 

— ¿En serio? Vaya, no pensé que hubiera coincidencias así.

— Pues parece que sí las hay, — ambos sonrieron — aunque ella es mujer.

— ¿Su novia?

— Creo que eso es algo personal, joven Han.

— Sí, lo siento. — presionó sus labios, lo había estropeado — Bueno, me retiro, tenga buena tarde, profesor.

— Igualmente para usted, joven Jisung.

Acomodó su mochila en su hombro y empezó a caminar hacia la salida, aún no podía asimilar la poca, pero significante interacción que había tenido. Él sabía que no era nada importante que presumir, pero por algún motivo quería creer que podían llevarse mejor, después de todo, él era alguien muy lindo y amable ¿no es así?

— Jisung.

No le sonrías así, le cuesta mucho esconder su atracción por ti.

— No, ella era más que una novia en realidad.

—¿Qué?

— Nada, — respondió con prisa, confundiendo un poco a Han — adiós.

— Ah, sí... Adiós.

Encantador, eres una estrella imposible que alcanzar, pero mientras sigas brillando así sus días, él te va a perseguir. Sin importar si tropieza unas cuantas veces, eso estaría bien.

El juguete del profesor | MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora