El juguete del profesor | MINSUNG

Capítulo 7

Había vomitado por segunda vez en el día, su cuerpo aún no se recuperaba de todo lo que había visto ayer. Su celular seguía sonando, de las constantes llamadas que le hacía él, de que no iba a contestar por nada en el mundo. Le dolía mucho haberse visto en el espejo, con esa delgadez extraña, sus ojos rojos e irritados, las marcas de sus uñas incluso permanecían en su brazo y las fotografías, junto a las cartas, rodeaban su cama como rito de súplica. 

Vivió una mentira, una repulsiva y morbosa.

— ¿Eres Han Jisung?

— Sí, soy yo — Le respondió a aquella chica de último año, la cual llevaba consigo un sobre y una mirada llena de odio, la cual a penas se podía ver en aquel rostro cubierto — ¿Sucede algo?

— Ten, — Le extendió aquel sobre amarillo, lo que Jisung lo tomó con algo de miedo — una vez lo leas, por favor, sé que harás lo correcto y te apartarás de él. No me quites lo que, por ley, me pertenecerá.

— ¿De qué estás hablando? Oye, ni siquiera te conozco.

— No puedo darte muchos detalles, ya que él ni siquiera lo sabe tampoco. Primero quería venir a ver a la tercera amante, antes de decírselo a él.

— ¿A-amante?

— ¿No lo sabías? — ella sonrió con ironía y tocó su vientre con delicadeza — No eres el único al que mintió, mi hermana tampoco lo sabe.

— Estoy harto, no veré nada de esto, no te comprendo en lo absoluto, así que déjame en paz.

Antes de poder irse, un nombre lanzado al aire lo hizo detener y apretar el sobre en su mano.

— Kim Junghae es el nombre de mi hermana ¿Te suena? — Han volteó a verla asustado — Así es, hablo de comprometida de Song MinSik, nuestro amado profesor.

Sus ojos empezaron a abrirse del asombroso, viendo finalmente el rostro luego de que ella se quitara la mascarilla negra y le sonriera tocándose el estómago por encima de su chaleco de lana. 

— Oh, y por supuesto, ahora además de ser el futuro padre de mi bebé.

Recordarlo lo ponía más, quería volver a expulsar todo, volver a dormirse como anoche y consolarse en las mentiras que le lanzaba a sus padres sobre su insistencia por faltar a la escuela. La fantasía perfecta tuvo una grieta, una tan fuerte que logró romper en pedazos sus esperanzas y viera finalmente la realidad de vida. Él jamás lo amó, si no que amaba a la persona que veía en él, aquella persona que le daba un espacio de cura para sus pecados asquerosos.

De los días que pasaban se convirtieron en una semana, de la que solo pudo escaparse un día más con muchas súplicas a sus padres, pero ya era suficiente. Por lo que, ese siguiente lunes tuvo que volver a verlo a la cara.

Evitó hacer contacto con él por los pasillos, ignorar los llamados, saltarse clases, e incluso correr por los pasillos con las piernas temblando. A punto de llegar al baño, sintió que alguien lo seguía, sabía que era él y no quería tenerlo cerca. Los recuerdos de sus manos tocando su entrepierna, adentrándose en sus pantalones y callándolo con una mano en la boca, llegaron tan pronto cuando escuchó su llamado. Lo que en un tiempo fueron caricias llenas de pasión, ahora parecían quemar su piel y hacer un desastre su cabeza, porque ahora tenía sentido su llanto y el dolor que él le decía que era placer.

Las lágrimas invadieron sus ojos y por sofocación o por ser débil, terminó tropezando con alguien. Sin importar de descubrir quien era, se aferró demasiado a su pecho y le pidió que lo sacara de ahí. Por suerte, o tal vez no, terminó en dirección con el rostro empapado de lágrimas, a su lado Seo Changbin — persona a la que se aferró desde un inicio — junto al chico a quien rechazó y... Su profesor. Las excusas se oían tan creíbles, por supuesto, él era un perfecto mentiroso, su especialidad era estupenda, pero ya no sería eficaz con él. Al terminar de hablar sobre lo ocurrido y su torpe mentira de un ataque de pánico, salió de ese salón acompañado de los dos jóvenes, uno de ellos sujetándolo como si de verdad lo quisiera proteger y el otro como si quisiera deshacerse de él cuanto antes. Dos personas bondadosas, un corazón roto, no era sencillo.