Capítulo 3

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Viernes por la tarde, se escucha "Starboy" de TheWeekend en el altavoz del cuarto del mejor amigo de Minho, algunos cuadernos están tirados en el piso mientras ellos miran el techo con algo de cansancio luego de haber regresado de su clase de danza. Ambos se volvieron amigos gracias a eso, a tener que participar en clubes que permitan ganar créditos académicos para mejorar el puntaje de conducta, el club de danza fue el inicio de su bonita relación de amor-odio. Desde ese entonces que se empezaron a hablar, las salidas y juntadas de trabajo en grupo fue más que una excusa, salían a comer, a pasear o visitar puestos de comida cuando ya se iba el sol y regresaban sin dinero por la calle cada miércoles y viernes luego de clase. Ellos definían lo que era confiar plenamente en alguien que sabes que nunca te va a fallar, se tenían mutuamente y eso estaba bien para ambos. Ellos sabían que forzaron una amistad de oro, de la cual siempre iría sobre cualquier cosa.

Minho abrió los ojos luego de haber permanecido casi dormido por una hora y miró hacia su mejor amigo, notando que dormía plácidamente por otra esquina con un peluche de colección que tenía.

Volvió a recostarse luego de verificar que todo anduviera bien, las canciones pasaban algo lentes en su cabeza y la despreocupación de avanzar algo con respecto a la escuela estaba flotando por el aire ¿Qué de importancia tenía eso? Igual, siempre le iba bien en las exposiciones sin haber estudiado mucho, aunque debía aceptar que su amigo le causaba algo de intriga ¿Qué pensaba él? ¿Podrá realmente dar un buen argumento? Vamos, era Seo Changbin, el favorito de la profesora. Tomó su celular e ingresó a Instagram desde una cuenta secundaria para espiar un poco a sus amigos del colegio, nada era novedoso, excepto por algo. Al parecer Jisung había tenido una especie de cita con alguien, ya que salía una historia de él mostrando dos postres y cafés helados en algún lugar, se veía algo caro.

Apagó el celular nuevamente y colocó sus brazos cruzados a soportar el peso de su cabeza. Tenía que admitir que eso era del cual algo no le correspondía hablar, pero no podía evitar sentirse celoso de la persona con la que haya salido. Y es que aún recordaba todo de él, desde su primera vez hablando, hasta el día en que se dio cuenta de que realmente había caído por ese precioso chico de acorazonada sonrisa. 

Todo había ocurrido hacía un año y medio, en el festival escolar.

La prisa de huir de las chicas que lo perseguían lo llevó a tomar la primera sala que encontró vacía. Al esconder ahí, escuchó los gritos de sus compañeras regañarle y exigiéndole qué salga con los panecillos que se había robado de su puesto de cocina, pero ¿Qué había de malo? Se supone que lo había puesto a trabajar como chico jalar de gente para que asistiera a su sala, pero estaba cansado y no había probado un bocado en toda la tarde.

Sonrió al ver que las perdió la vista y se fueron por otro lugar, pero al darse la vuelta vio como un chico estaba observándolo mientras terminaba de pintar unos carteles, de los cuales seguro eran de su puesto de su salón.

— Oh, lo siento, pensé que estaba vacío, no te vi.

— Descuida, no te voy a delatar con ellas, — Minho ni siquiera lo oyó, solo tomó asiento en el suelo y empezó a abrir el táper con comida dentro — no deberías robar la comida de tu grupo, ellas te van a golpear.

— No lo robé.

— Eso no es lo que parece.

— Solo tomé esto como un pago por mi trabajo, además, es mi hora del refrigerio — esto último mencionándolo casi inaudible, debido a que tenía mitad de un pan en la boca.

— Bueno, entonces eso está bien — sonrió, causando en Minho un aspecto de desagrado, que a ambos les sacó una sonrisa.

Viéndolo trabajar aún, notó como el chico se veía agotado y aún le faltaba espacio por terminar de pintar. Las mangas de su camisa estaban llenas de pintura y sus dedos parecían más bien el pincel, era un desastre total y eso le hizo pensar a Lee que era atractivo.

— Déjame que te ayudo, pequeño, ven y toma una empanadita si quieres.

— No soy un niño, — el pincel qué llevaba en la mano fue quitado por el mayor de la sala y él alzando los hombros le dio permiso de ayudarle — me llamo Jisung, Han Jisung.

— Bueno, Jiji. — Han rio por ese comentario — Come algo y quédate ahí que voy a ayudarte con esto.

— Gracias...

— Minho, solo dime Minho.

— Minho, de acuerdo.

Esa tarde había sido así, serena y con el sol llegando luego a su amarillento atuendo por el cielo. Después de ese gesto momento, no se volvieron a hablar por mucho tiempo, tampoco es que se esmeraran en buscarse para conversar nuevamente, solo dejaron pasar ese momento como un recuerdo más de su experiencia escolar.

Sin embargo, Minho tuvo la oportunidad de verlo nuevamente por los pasillos, ahí fue que descubrió en que grado iba y halló daría importantes de él, como que le gustaba mucho asistir a los partidos de fútbol, aunque no jugara en ellos. Curiosamente, nunca se hablaron como antes, solo saludos cordiales y de compromiso por el pasillo y eso es todo, pero...

— Oye, ¿ese no es el chico del que recientemente te hiciste amigo?

Al oír eso, se giró hacia su derecha, sintiendo como alguien lo abrazaba por la cintura y lo mecía de un lado a otro con extremada alegría. Estaba por gritarle de que parara, pero su cabello rebotando en cada salto le hizo darse cuenta de que la persona a la que estaba a punto de mandar al diablo, era el mismo Han Jisung.

— ¡Minho, gracias, gracias!

— ¿Qué hice?

— ¡Gracias a tu ayuda pude calificar al concurso de dibujo de la escuela! — no supo por qué, pero esa sonrisa que le regaló, le hizo caer y no literalmente — En serio te aprecio mucho, sin tu ayuda no lo habría logrado Minho.

— ¿De... nada?

— Bueno, — Sus manos dejaron de rodear su cuerpo y, por un segundo, Minho sintió su cuerpo helado al ya no tener su calor cerca — me tengo que ir, nos vemos luego... Minmin.

Y ahí estaba, esa fue su primera pieza de su rompecabezas que lo hizo estremecer y sintió ese palpitar fuerte en su pecho, cuando lo llamó de esa manera y regaló tantas sonrisas. Vaya día para más hermoso que vivió en ese entonces, tanto que quisiera...

¡Esperen!

— ¡Minho!

Abrió sus ojos, desapareciendo sus recuerdos y viendo a su mejor amigo a punto de darte un almohadazo, pero él levantó la pierna y lo empujó hacia atrás. Se enderezó al oír los gritos de queja de Changbin, solo era un recuerdo.

— Mierda Minho, eso me dolió ¿En qué tanto piensas? No es común en ti.

— Ya deja de llorar, solo estaba recordando unas cosas.

— ¿Unas cosas? ¿Qué exactamente?

No contestó de inmediato, solo se dio la vuelta y se levantó del piso cambiando de canción a otra.

— Un precioso día, es todo.

El juguete del profesor | MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora