7. Kiss me.

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Se habían propuesto pasar todo un día juntos.

No importaba la circunstancia, pero la regla entre esos dos era no separarse en ningún momento.

Después de la escuela se irían a explorar la ciudad, y de ahí no regresarían a casa quizá hasta media noche.

Todo se trataba de una apuesta que surgió porque ambos aseguraron que no se soportarían más de un par de horas.

Ese era el momento.

Michael esperaba a Luke sentado sobre uno de los escalones de la entrada al edificio principal de el colegio. Jugaba nervioso con sus dedos y disfrutaba de el aire que chocaba en su rostro.

Le dolía la cabeza, y sabía perfectamente por qué. Su desnutrición estaba al tope, pero eso era algo que se negaba a aceptar. No quería ni necesitaba la ayuda de nadie.

Momentos después el rubio -quien apenas aparecía- alborotó sus cabellos teňidos y tomó su mano para que se levantase de su lugar.

Caminaron sin rumbo alguno, tomando el camino opuesto al de sus hogares.

—¿A donde vamos a ir?— preguntó el teňido.

—No lo sé— respondió. —Hay que buscar algún lugar para comer, me muero de hambre...

Michael quizo negarse de inmediato, pero decidió callar para evitar alguna discusión.

En unas cuadras más, encontraron un restaurante donde se servían diversos platillos.

Para su suerte, el lugar no se encontraba muy lleno, y parecía algo cómodo, por lo que tomaron una mesa.

—Nunca había venido a ésta parte de la ciudad— comentó Michael mientras observaba cada rincón del establecimiento.

—Yo tampoco— ahora habló Luke. —¿Qué vas a querer de comer?

El teňido echó un vistazo al menú, repasando cada platillo escrito. Pizza, hamburguesas, pollo, helado... demasiadas calorías.

Negó.

—Prefiero quedarme así, no tengo mucha hambre...

Luke lo fulminó con la mirada.

Una chica rubia con el uniforme de el lugar se acercó. —¿Cuál será su orden?— preguntó.

—Trae un par hamburguesas con papas— dijo el ojiazúl, ignorándo aquella mirada de desaprobacion del chico frente a él. —De postre un pastel de frambuesa para dos— continuó.

La joven asintió y se alejó.

—Te dije que no quiero nada— replicó el teňido, molesto.

—Vas a comer algo— sentenció.

Michael rodó los ojos.

~

Más tarde la orden estaba lista.

Un mesero dejó ambos platos sobre la mesa. Luke dio una mordida de inmediato a su hamburguesa, dejando en claro el hambre que tenía.

Michael por su parte se quedó mirando su plato algunos segundos, debatiéndose entre salir corriendo o terminar por comerlo.

«Quizá solo un poco no haga daňo»

Pensó.

La tomó en sus manos y dio una pequeña mordida. Comenzó a masticarla con desgane, luchando contra las náuseas que comenzaba a sentir.

Tragó aquel trozo de hamburguesa. —¿Cómo siguió tu madre?

—Se a mejorado mucho— dijo el rubio. —Quizá pronto regresará a casa— sonrió.

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