El durum de mi vida || Misho Amoli

Un duro entrenamiento

Me encontraba emocionado por la oportunidad de mi vida, participar en la velada del año 4, el mayor evento de toda la historia. Desde que me había inscrito en el gimnasio de boxeo, me había dedicado por completo a mi entrenamiento, estaba ansioso por volverme el ganador de la pelea contra Shelao.
Cada día me levantaba temprano y me dirigía al gimnasio. Allí, mi entrenador, Mauricio Colmenero, me esperaba para comenzar la intensa rutina de entrenamiento.
El sparring era uno de los aspectos más importantes en mi preparación, por lo que dedicaba largas sesiones a practicar las técnicas de defensa, esquivando golpes y lanzando ataques precisos.
El cardio también era fundamental, por lo que también le dedicaba una buena parte de mi entrenamiento a correr sobre la cinta y saltar a la cuerda, me volví un experto en lo último. Quería tener resistencia y agilidad para mantenerme en el ring durante los rounds sin cansarme demasiado.
Después de horas agotadoras de entrenamiento me dirigí al saco de boxeo. Golpeaba con fuerza y determinación, lanzando puñetazos con toda mi energía. Cada golpe que daba era un paso más hacia mí objetivo de ganar la pelea.
En una ocasión, mientras descansaba entre rondas y me reponía del intenso entrenamiento, deicidí hablar con Mauricio sobre la dieta. Sabía que la alimentación adecuada era crucial para bajar de peso y también para maximizar el rendimiento en el ring.

-Mauricio, ¿tienes un momento? Necesito hablar sobre la dieta.

-Sí claro, por supuesto - comprendió perfectamente la importancia de una buena nutrición y compartió conmigo sus conocimientos - lo único que te voy a decir es que debes consumir proteínas de calidad para mantener tus músculos fuertes, también asegúrate de incluir carbohidratos para obtener la energía necesario antes de cada entrenamiento. Las frutas y verduras también son esenciales para obtener vitaminas y minerales.

-Entendido, muchas gracias - tomé nota mentalmente y me comprometí a seguir una dieta balanceada y saludable para optimizar el rendimiento y bajar de peso, como habíamos acordado para el combate.
Sabía que la disciplina en la alimentación sería tan importante como la disciplina en mi entrenamiento físico.

- una semana después -

Después de otro intenso entrenamiento me despedí de Mauricio, ya llevaba más de una semana y era todo agotador, aunque me encantaba el boxeo.
Decidí ir a visitar a Obama, llevaba hablando con él toda esta semana y siempre lo pasaba estupendamente.
Según entré al lugar, él me saludó como siempre, con una sonrisa. Dejó todo lo que estaba haciendo para hablar conmigo, como todos estos días anteriores.

-Hombre Misho, ¿que tal? ¿otro entrenamiento duro?

-Si, hoy estoy muerto, pero no es nada nuevo la verdad - sonreí y me senté en una mesa.

-¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Un kebab presidencial? - se sentó enfrente mía

-Si eso luego me das tu kebab pero ahora mismo solo quiero hablar contigo

-Lo que tu me digas, ya sabes que es un honor para mí el poder hablar contigo - me tomó de la mano apretándola sutilmente.

Decidimos empezar hablando sobre diversos temas y liberar tensiones. A medida que avanzaban las horas, la conversación comenzó a profundizar en temas más íntimos y personales. Hablamos sobre mis entrenamientos de boxeo y Obama me miraba lleno de admiración, se le veía un brillo en los ojos. Discutimos estrategias, emociones y miedos que rodeaban a la gran pelea. Empecé a sentir que podía confiar ciegamente en mi amigo, y mis palabras fluían con facilidad.
Pero algo cambió, cuando ya llevábamos alrededor de dos horas hablando de muchos temas, noté un gesto sutil de Obama que me hizo sentir algo diferente; cada vez que me tocaba accidentalmente mi cabeza daba vueltas y en mi estómago notaba unas pequeñas mariposas revoloteando.
Las palabras se iban atascando en mi garganta mientras contemplaba la posibilidad de tener sentimientos románticos por su querido amigo, no me lo podía llegar a creer.