El durum de mi vida || Misho Amoli

K.O

Lo sabía, sabía que le iba a reventar la cabeza a ese hijo de puta. Ya tenía ganas antes pero al ver como Andrea le daba un beso en la mejilla para darle suerte, mi enfado aumentó.
Mauricio me colocó el bucal y el casco mientras me daba las últimas indicaciones.

-Ve tranquilo el primer round, te recuerdo que sois pesos pesados, un golpe bueno y te puede mandar al otro barrio - dijo mi entrenador

-O lo hago yo.. - le miré desde mi esquina con rabia

El árbitro dijo que nos acercaremos para decirnos las reglas del combate.

-Vale señores, quiero que este combate sea limpio y que todo el mundo lo disfrue. No a los golpes en la nuca - nos tocó la mencionada a ambos - tampoco por debajo de la cintura y cuando diga stop se para inmediatamente. ¿Entendido?

Los dos asentimos con la cabeza, el chileno me miraba con diversión, sabía que me había molestado lo de Andrea y lo disfrutaba.
Volvimos a nuestras esquinas esperando a que tocara la campana para empezar la pelea.
Shelao hacia movimientos extraños, como si fuera un mono o algo parecido.

- A ver si después de matarte en la pelea sigues haciendo eso, gilipollas - fue lo único que pensé.

El primer campanazo resonó en el aire y ambos nos dirigimos al centro del ring. Me movía con agilidad, buscando la oportunidad para atacar. Por otro lado, Shelao, mostraba una postura defensiva, esperando pacientemente su momento.

El primer round fue sumamente reñido. Yo iba lanzando potentes jabs y ganchos al rostro de Shelao, pero este lograba evadirlos con verdadera destreza. A su vez, Shelao intentaba aprovechar su alcance para asestar contundentes golpes en mi cuerpo pero yo tenía mucho más alcance que él, por lo que le podía alejar con facilidad.

Sonó la campana dejando claro que el primer round había acabado, el árbitro nos separó y nos mandó a la esquina de cada uno.
Vi como Natalia ponía la banqueta para que yo me sentara mientras mi entrenador subía al ring para tirarme agua refrescante al pelo.

-Vas bien, ¡muy bien coño! Sigue así, alejale, que no se te acerqué, y si se te acerca tiras un gancho y un jab y vuelves a lo de siempre. ¡Es todo el rato lo mismo Misho! ¡Venga tío, con dos cojones! - me dijo Mauricio mientras yo lo único que hacía era mirarle en silencio, lo mejor era que no hablase para no cansarme.

Ambos nos adentramos en el segundo round, decididos a llevarnos la victoria. Cada golpe resonaba en el cuadrilátero, y el público, emocionado, iba de un grito eufórico a un silencio expectante

De repente, en medio de un furioso intercambio, logré conectar un golpe perfecto en la mandíbula de Shelao. Fue tan poderoso, tan preciso, que Shelao se tambaleó y cayó al suelo.
El estadio explotó en gritos y ovaciones. Parecia ser el final de la pelea, pues Shelao permanecía inmóvil en la lona

El árbitro al ver que no podía seguir con la pelea, declaró a Shelao K.O. Me alcé victorioso, con los brazos en alto y una sonrisa de triunfo en mi rostro. Había dejado claro quién era el mejor de los dos.

Mientras Shelao era atendido por su equipo médico, me acerqué a Natalia, la cual había subido a celebrar conmigo la victoria, la tomé en brazos y le dí un largo beso en los labios, no sabía si era porque estaba celoso por el beso de antes de Andrea a Shelao o porque simplemente quería darle un beso.
Cuando me separé Natalia me miró con los ojos abiertos, el público empezó a gritar de la emoción, la había besado delante de más de 70.000 personas.

-¿Acabas de hacer lo que yo creo que acabas de hacer? - me dijo sorprendida

-Si, no estas soñando- le sonreí mientras por atrás veía como Andrea nos miraba con una mirada entre odio y asco.

Yo amplié la sonrisa al ver la reacción de Andrea, me quité el cinturón de la cadera y se lo puse a Natalia para después subirla a mis hombros mientras daba una vuelta en el ring, para mí había ganado la Paraguaya su pelea. Cuando llegamos al lugar en el que yacía Shelao en el suelo bajé a Natalia de mis hombros y miré al chileno con asco, este me devolvió la mirada, todavía algo aturdido por el golpe que le había propinado.
Lo único que hice en ese momento fue decirle lo siguiente:

-Para la próxima no te metas con las chicas de otros, imbécil.