Enzo cambia de oficio como de calzón y ahora consigue ejercer de celador en el jardín de infantes de su tío Aimar.
O donde Julian es maestro jardinero y el nuevo celador se lo quiere levantar.
Pusieron música y empezaron a tomar y comer mientras se vestían, o, según Enzo, "se ponían pitucos" (todos se le cagaron de risa).
Pablo y Lionel les informaron de un boliche que quedaba cerca del complejo, por lo que podían ir y volver caminando. Hicieron una búsqueda FBI en Instagram para encontrar a alguien no tan dudoso que los pusiera en lista.
Le preguntaron a los mayores qué harían, ellos rápidamente dijeron que solo iban a comer y pasear por ahí.
– La van a poner... – susurró Kun cuando se fueron de la habitación en la que estaba la mitad cambiándose.
– CALLATE SERGIOOO. POR DIOS. – gritó Julian tapándose los oídos.
– Que guarango que sos hermano, son como mis papás ellos, no me los quiero imaginar... intimando... – dijo Rodri mientras hacía una mueca de disgusto.
– Ahora no me voy a poder sacar esa imagen de la cabeza, la puta madre. – Enzo negó con la cabeza.
Ya se habían hecho las once de la noche, habían quedado en salir tipo doce para llegar temprano y que los dejen pasar rápido, por lo que se pusieron a ordenar el quilombo y perfumarse.
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