capítulo veintiuno

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Al día siguiente los primeros en levantarse fueron Lionel y Pablo, que al presenciar tan hermosa mañana decidieron salir al frente de la cabaña a tomar mates y conversar.

Pero había un problema, los mates y termos que tenían estaban en la pieza Insana, donde descansaban aproximadamente tres cuartos de los pibes.

Habían echo piedra, papel o tijera a las tres, Lionel perdió cero a tres, pero no aceptaba su castigo.

– Andá vos, Pablo, dale... – pidió el mayor mientras tironeaba el brazo de su marido.

– Estás en pedo, hermano. Yo no entro ahí ni porque me paguen, sabes el olor a culo que debe haber. Encima seguro que están todos desparramados por ahi. – se negó rotundamente. – Vos perdiste, jodete.

– La puta madre... – murmuró mientras abría la puerta despacio, eran las nueve de la mañana y los wachos se habían dormido tarde, si los despertaba le iban a revolear uno de sus panes duros.

Adentro de la habitación había tres cuchetas, pensadas para dormir una persona en cada colchón, en total seis. Lo que encontró fue a Julian acostado en una cama de abajo con Enzo medio desparramado a su lado, cayendo al suelo. Después Lean que ya se encontraba completamente en el piso. Kun estaba durmiendo sentado con Leo apoyado en su hombro.

Primero analizó el terreno para intentar adivinar donde estaba su objetivo, había un mate en la mesa de luz y un termo abajo de una cama.

Con cuidado de no pisar ningún pibe, fue despacio a agarrar el mate, que estaba enganchado a un cargador que tenía enchufado un celular y terminó tirando todo con un sonido no muy sutil.

Se giró lentamente esperando ver cuarenta chabones a punto de asesinarlo, pero todos seguían en la misma, el único que reaccionó más o menos fue su sobrino, removiéndose y agarrando más fuerte el brazo de Enzo.

Salió rápidamente del lugar cerrando la puerta detrás suyo.

– ¿Y? – preguntó Pablo.

– Pensé que iba a ser bastante peor...

Prepararon las cosas y salieron al hall de enfrente, encontrándose a Dibu y Rodri sentados en la mesita que había, tomando mate y comiendo la pizza que sus amigos cocinaron en la madrugada.

– ¿Qué hacen ustedes acá? – dijo Aimar confundido.

– ¿Eh? Desayunando, ¿por? – Rodri se encogió de hombros.

– ¿Tan temprano?

– Ehh, nosotros no somos unos desempleados como aquellos, acá se la-bu-ra. – dijo Emiliano.

– En realidad fue porque nos dormimos re temprano y somos unas nonas que no pueden conciliar el sueño cuando se despiertan. – explicó la verdad De Paul.

 – explicó la verdad De Paul

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celador | julian x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora