-"Si miras al abismo, este te devuelve la mirada", "si miras a el cielo, este te ignora la mirada", "si miras hacia al frente, este te juzga con su mirada".
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"Fallen Rose", dijo Dios, un arma muy peculiar que ni él había podido usar. Solo alguien que aborde las dos líneas entre el "bien y el mal" es capaz de usarla. —Ni yo conozco sus habilidades. —afirmo.
Ni el gran creador da información y, aun así, no logra sorprenderme mucho. Ya era hora se descender a el mundo humano, esta vez sin tener la más mínima intención de quedarme casi muerto como la última vez. Esta lanza que tenía en manos era intrigante, el aura que desprende, su forma, nada se sentía como si proviniese del cielo y mucho menos del mundo humano. Es algo que sentía, no pertenecía a ningún lugar, pero al mismo tiempo pertenece al mismo lugar donde se invocó, un arma que solo se presenta con el que identifica como su "creador" el cual, parece ser que... no es Dios.
Tardamos treinta minutos en llegar a la ubicación de aquella bestia peculiar, no porque tenía una forma extraña o algo que la destacara u ocultara, sino por la rara razón de que era una bestia que mis compañeros no habían visto, con una extraña habilidad de que la misma atraía a más bestias menores, eso era lo que complicaba la situación. Sara propuso que nos separemos para cubrir territorio y solicitar apoyo si es una emergencia, todos nos dividimos de formas aleatorias, cada uno por su lado, mientras que Sara se encargaba de atraer a las bestias.
La batalla había iniciado y no parecía que pararía pronto, con la cantidad de bestias que aparecían, en todos lados había, pero no era nada de lo que alarmarse, estábamos preparados para batallas largas... todos menos yo, como solo tuve un enfrentamiento con una de esas cosas, aun si es cierto que estrenaba, no estaba acostumbrado a la pelea y menos con grandes cantidades de enemigos. Me las logre arreglar para aguantar, con el Ojo del Orden podía predecir los ataques y evitar heridas graves, pero si seguía así me terminaría cansando.
Decidí usar la habilidad de la lanza, cualquiera que sea, no sabía nada de ella, aunque es cierto que la acababa de obtener, por lo general, según lo que me contaron, la información del arma llega a la mente inmediatamente, pero esta simplemente no transmitía nada, como si fuera un núcleo al cual activar, una simple alma apagada, pero aun con eso no sentía que era un "pedazo de hierro sin lugar de procedencia", sabia su nombre, solo tenía que descubrir como activarla.
—¿Qué podía hacer para activarla? Me lo preguntaba mientras abatía a cuantas bestias se cruzarán. Un arma que no provenía de ningún lado, pero a la vez provenía de alguno, un arma que se teñía mayormente de colores blancos y negros añadiendo un profundo purpura... ¿En profundo purpura?
—"¡Aja! eso es". Grito a los cielos, como si hubiese tenido una iluminación.
Recordé que los colores gastados o apagados se usaban para referirse a ciertas cosas "oscuras", pero, el purpura profundo se usaba mayormente para referirse a una sola cosa, en el contexto oscuro, el abismo. Aunque sabiendo esto no me diría nada de lo que, hacia el arma, al menos sabia su procedencia. En el instante en que lo comprendí, escuché la voz de una mujer, lenta y entrecortada...
—¿Un... humano... quiere... mi... poder?
Me paralice por un momento, pero en la batalla, no hay tiempo para pensar con detenimiento, seguí y seguí, matando bestias con dificultad, notaba de reojo que mis compañeros llevaban sus batallas de modo precisas y concisas, y yo con un estado que parecía que me desmayaría. Tenía que acabar con lo que tenía en frente, por tanto, le pregunte desesperadamente al arma:
—¡¿Cómo puedo tener tu poder?!
—¿Lo deseas entonces? Estas... en lo que parece ser una grave situación, y tú eres el único en milenios, no, eres la única persona desde mi creación que pudo usarme. Te lo daré siempre y cuando hagas un contrato conmigo.
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Teatro de la dominación: Historia previa al retorno
General FictionEsta historia se desarrolla en un mundo común como el actual, en el cual, bandos divinos y malignos, dominan aquello hecho por el Creador. Siete guerreros defenderán su mundo de todo mal allegado.