Capítulo 11

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Elizabeth

Escucho mi teléfono sonar, una y otra vez, y mi sueño lo va registrando poco a poco. Me levanto ya que el aparato insiste, rompiéndome el maldito tímpano con el ruido que hace...

Miro el reloj, son las 04:00 am, hace solo dos horas me acosté, luego de un agitado y largo día de trabajo, mi cuerpo siente la realidad, no descansé absolutamente nada.

Me levanto con mucha pereza y reviso el teléfono. Es Mar, según el contador de llamadas perdidas, es la cuarta vez que me marca, sé que solo me llamaría en caso de suma urgencia y más a estas horas de la madrugada.

Le pasé mi número de teléfono a las chicas desde que lo cambié y entendieron mi situación cuando les pedí encarecidamente que no sé lo dieran a Thomas. No es que les haya dicho exactamente lo que pasó con él, solamente les había explicado muy por arriba lo que nos había pasado.

Son mis amigas, simplemente, me comprendían y me apoyaban con mi decisión. Y, se terminaron de convencer cuando estuve la última vez por allí.

— Hola Mar. — Saludo refregándome los ojos, cuando al fin contesta al tercer pitido.

— Eli... — Está llorando, ¿Por qué llora? Eso me pone en situación de alarma. Me quedo dura del otro lado de la línea. — Thomas... — No escucho nada de lo que habla, solo rememoro algunas palabras claves: "hospital", "cuarto piso", "habitación 208", "disparo", "robo".

No dejo que termine, que ya me estoy cambiando, mientras la dejo en altavoz.

— Ya estoy en camino. — Corto la llamada para pedir un auto.

Llego al aeropuerto y tomó el primer vuelo que sale.

No puedo parar de pensar lo irónica que es la vida. Hace solo unos días yo estaba en el mismo lugar, claro que no en el mismo estado.

¿Qué clase de destino de mierda pone a dos personas en la misma situación en tan poco tiempo? ¿Qué clase de cliché es esto que estamos viviendo?

En serio, no puedo creer lo que está pasando. Thomas nunca perdió una pelea, era, es invencible.

Tardo solo dos horas en llegar, pero mis dedos se quejan cuando me doy cuenta de que las uñas largas que tenía en ellos han desaparecido. Pido un taxi rápidamente, apenas salgo del edificio, dándole al chofer la dirección del hospital que me indicó mi amiga, por mensajes, sabiendo que me queda quince minutos más de agonía. Ella sabe que estoy aquí desde que pisé nuestra ciudad y sale a buscarme a la entrada, cuando le digo que estoy cerca.

La abrazo apenas la veo.

— ¿Qué pasó? — Pregunto al segundo que nos separamos. El cuerpo me tiembla, por no entender la situación. Las lágrimas comienzan a caer, mientras mi amiga trata de consolarme.

— Todavía está en observación, no nos dejan pasar, pero sabemos que le robaron la moto a punta de disparos. Uno le atravesó el abdomen y otro la pierna. Al parecer estaba alcoholizado y con alucinógenos en su sistema...

Me va explicando mientras me lleva a la sala de espera, pero me detengo a medio camino sorprendida por lo que me dice.

— ¿Aluci... Qué? Thomas no se droga, es un deportista...

— Eli... — Me mira como queriéndome decir más, pero calla.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Me lo ocultaste, Mar.

— Elizabeth, fuiste muy clara al decir que no querías saber nada con él y que solo usáramos las llamadas en casos extremadamente necesarios.

— ¿Y qué esté consumiendo, quién sabe qué cosas, no era algo urgente, Mar? — Me enojo con ella sabiendo que no tiene la culpa, pero no puedo esconder todo este remolino de mierda que estoy sintiendo.

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