Capítulo 24

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Thomas

¿Nervioso? Nervioso es poco. Doy vueltas en la sala esperando que llamen a Elizabeth para el control. Si mis cuentas no fallan debe estar de seis meses, más o menos, y creo que ya vamos a poder saber el sexo del bebé.

— Thomas, cálmate, vas a hacer un agujero en el piso. — Ella ríe.

— No puedo. ¿Cómo haces para mantenerte tan tranquila?

— Supongo, que ya se ha vuelto costu... — Interrumpe su frase cuando salen a llamar a un paciente, prestando atención.

— Elizabeth Byron.— Dice una señora de bata blanca con una ficha en su mano saliendo de un consultorio. Nos acercamos los dos rápidamente y ella nos deja pasar a la pequeña sala. — Bueno, Eli, ya sabes cómo es. Recuéstate, levántate la remera... — Me acerco lo más pegado a ella, tomándola de la mano. La mujer dibuja una sonrisa y comienza su labor.

— ¿Se puede ver el sexo, doc? — Consulta Elizabeth y yo estoy completamente idiotizado mirando la pantalla.

— Veamos... — Hace una pausa como buscando. — Está con las piernas cruzadas. Sus medidas son las correctas para tus semanas de gestación y no, no quiere dejarse ver. Van a tener que esperar a la siguiente consulta el mes que viene. — Le limpia el vientre con una servilleta mientras el aparato ese imprime las fotos. Las pega a una hoja con varias anotaciones y me la entrega. No puedo dejar de reparar la mancha que se distingue bastante bien, mientras pesa a Elizabeth y mide su panza. — Bueno, como ya sabemos, esperas para junio. ¿Cómo te has estado sintiendo?

Eli, le explica y yo únicamente pienso que vamos a tener a otra persona completamente cambiante en la familia.

— ¿Escuchaste, Thomas?

— ¿He? ¿Qué cosa? — Levanto mi vista para mirar a las dos mujeres.

— Es completamente seguro que tengan relaciones sexuales. — Comenta la doctora.

¿Cuándo carajos preguntó eso? Me río, nervioso, pero me están dando la confianza para sacarme las dudas y no soy una persona de esas que se quedan calladas o tienen vergüenza.

— ¿Está segura que eso no daña al bebé?

— Señor, el bebé está completamente protegido.

— Pero... — No sé cómo mierda preguntar, así que lo largo así sin más. — Las embestidas, posiciones... — Enumero con mis dedos haciendo que la doctora se ría y logro poner colorada a Elizabeth.

— Puedes parar si sientes presión, incomodidad, una contracción o algún leve sangrado. — Dice mirándola directamente a ella. — Mientras no sea demasiado enérgico o brusco, todo está bien. — Asiento con la cabeza, programando lo que vamos a hacer porque esta es una muy buena noticia, la sonrisa se me dibuja sola y Elizabeth golpea mi pierna por debajo del escritorio para que disimule mi alegría que se debe notar demasiado.

Salimos de ahí, encaminándonos a la moto y la miro raro, ya que fue mi compañera por varios años, pero... ¿Cómo se supone que voy a llevarlos cuando el bebé nazca?

— Thomas, ¿estás bien?

Ella siempre nota cuando los engranajes de mi cerebro maquinan a mil por hora.

— Sí.

La respuesta es simple, porque necesito resolver esto yo solo.

Subimos al vehículo después de habernos colocado el casco y rodeo la ciudad pensando en dónde voy a llevarla, quiero que se divierta, que se distraiga. No puede vivir las veinticuatro horas que tiene el día encerrada conmigo. Ya es tiempo de que ella haga cosas sin mí y yo sin ella. Aunque, no sé si estoy preparado realmente para hacerlo.

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