Capítulo 19

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Elizabeth

Por suerte para nosotros, no somos muy normales que digamos... Ni yo, ni el hombre que está en la cocina preparando los batidos nutritivos que son un asco, pero él jura que hacen bien para su entrenamiento y ahora también para mi embarazo. Ayer nada más me prometió que iba a probar un invento diferente todos los días, junto a mis pastillas.

Típico de Géminis, cambiar de estado de ánimo en cualquier momento.

Desperté, tarareando una canción que vino a mi mente. Música, esta casa precisa alguna melodía, algo que nos levante el ánimo y nos borre malos ratos, aunque sea un momento.

Antes de que él se dé cuenta de que ya estoy rondando despierta, conecto mi celular al equipo de última generación que se encuentra en la sala, con una muy movida canción que hace que mi cuerpo se mueva solo. Si bien no está demasiado fuerte, es obvio que se puede escuchar en las diferentes habitaciones, ya que acá es todo muy silencioso.

La pesadilla que tuvo hace poco nos acercó y no nos ignoramos después de la pelea, al contrario, convivimos en un silencio pacífico durante un día después de eso. Y, creo, que al fin entendió que no voy a dar el brazo a torcer, que me voy a quedar. Cueste lo que cueste de esta salimos.

Lo veo asomarse y apoyarse contra la pared, con sus brazos tatuados cruzados en el pecho, mirándome con una sonrisa de lado, negando con la cabeza; mientras yo sigo haciéndome la tonta con los ojos cerrados rebotando en la sala, sin dejar que su presencia me intimide en lo más mínimo.

El clima afuera es frío, pero la temperatura dentro de la casa se mantiene elevada, eso hace que no precise demasiado abrigo y tenga más soltura en el momento de hacerme la bailarina fatal, sacándole risas cuando tropiezo y sigo como si nada.

Hoy es noche vieja y no quiero permitir que la tristeza invada el lugar, así que sin más remedio me pongo a cantar mientras sigo con mis pasos improvisados dejándome llevar.

Se ve que mi entusiasmo lo contagia, porque sale de su zona de confort acercándose a mí y al seguir en mi papel de hacerme la que no lo veo, choco contra su cuerpo (claro que es completamente a propósito) provocando que me tome de la cintura. Abro mis ojos mientras él me inclina hacia atrás, haciéndome reír en el proceso.

— Estás loca, jodidamente loca... — Me hace girar en círculos tomando mi mano y comenzamos a bailar al ritmo de la música.

La canción cambia, haciendo que sincronicemos nuestros pasos como nosotros sabemos, ya que no es difícil llevarme bien con él en este ámbito al crecer juntos prácticamente.

Nuestras risas cuando hacemos algún movimiento que sorprende al otro no dejan de resonar en la casa. El momento es este, por estas cosas es que caí en picada al abismo. Esto es lo que me llevó a que mis sentimientos se hicieran demasiado grandes como para poder controlarlos.

La canción termina y nos tiramos los dos al sofá entre risas con nuestra respiración agitada.

— O estamos más viejos o no estamos en forma. — Le digo intentando agarrar mis cabellos sueltos en un rodete improvisado en lo alto de mi cabeza, mientras intento oxigenarme adecuadamente.

­— Las dos cosas, creo; aunque se te da muy bien todavía. — Mira el techo con una mano en el corazón. No puedo evitar darle un sonoro beso en la mejilla que no lo toma por sorpresa, ya que miles de veces he reaccionado así con él y solo se limita a suspirar.

— Me baboseaste la cara. — Hace un ademán por limpiarse y paso mi mano por su mejilla.

— Perdón, señor anti cariño... Año nuevo, vida nueva, Thomas.

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