Elizabeth
Esto de andar de hospital en hospital, no me gusta nada.
Parece que el Universo conspirara en nuestra contra. Una y otra vez nos hace caer y separarnos, como si juntarnos mas de un día le haría un mal al planeta Tierra.
Las chicas van a buscarme ropa a casa y yo me quedo sola en la habitación del hospital, hablándole a mi conciencia y a mi ombligo, repitiéndome una y otra vez que todo va a estar bien. Ya he sobrevivido sola mucho tiempo para mi gusto y podemos hacerlo si él no se quiere quedar. No puedo obligarlo a tomar responsabilidades que ni siquiera sabe que son suyas.
En el fondo sé que tiene razón, que de esta manera en la que se encuentra, no puede cuidar de mí como lo hizo anteriormente. Parece que yo tampoco, porque lidiar con él en ese estado, es un factor negativo para mi embarazo.
Estamos rotos, cada uno por su lado, debe volverse fuerte a su manera. Se hace difícil, ya que siempre estuvimos unidos cuando se nos presentaba alguna adversidad. Tenemos que aprender a ser independientes y a esta altura, no sé si lo lograremos. Al menos sé que yo tengo algo a que aferrarme, algo que depende plenamente de mí, aunque se supone que no debería ser así tampoco.
Mis metas y mis sueños, se derribaron el día que descubrí que mi amigo era una máscara. Y, que detrás de esa máscara, había un hombre que realmente me encantaba. Me destrozó el alma, saber que me mintió, pero todavía me dolió más no entender cuál fue su razón detrás de todo ese juego.
Soy consciente de que también lo hice, a mi manera.
Me encantaba como persona y después de todas las historias que escuché de la boca de varias chicas, ¿Cómo no querer que este hombre obtenga mi primera vez?, si era un experto en el coito, teniendo el mejor puntaje de todas las que lo mencionaban. Aparte, mi primera intención, fue dárselo a alguien en quien yo confiaba realmente. Y, en mis sueños, siempre fue Thomas ese alguien.
Manipulé la situación para llegar a ese punto, pero no me importó, porque lo quería a él. Al parecer, hizo exactamente lo mismo que yo.
Pensándolo bien, en vez de enfrentar lo que nos pasó, lo que hicimos, lo que sentimos como dos seres adultos, vivimos huyendo del otro como cobardes. Mis actos arrebatados y los suyos también, nos llevaron a donde estamos ahora.
Dos completos desconocidos, que parece que se siguen queriendo contra todo pronóstico, pero no saben cómo enfrentar sus mierdas juntos y cada paso que damos hacen que nos lastimemos más.
¿Lo merecemos? La palabra llega sola: «Totalmente»
Me duermo dejando que todos mis pensamientos se callen por una noche.
A la mañana siguiente, despierto con el ruido de mi amiga Mar, entrando a la habitación que me designaron en el hospital. Habla con el semblante serio por teléfono, me mira con los ojos abiertos, de par en par, y me da una sonrisa triste.
Le pregunto en señas qué es lo que está pasando y me entrega un papel. Lo distingo enseguida, se nota que es arrancado de las hojas de mi diario. Lo leo una vez y vuelvo a leerlo. Mis ojos se empapan, como siempre en estas situaciones y me seco las lágrimas antes de que caigan con un ademán rabioso.
Una enfermera entra para chequearme, y al ver mi cara me pregunta, preocupada, si es que tengo algún tipo de dolor. ¿Cómo explicarle que me duele el alma?
Niego con la cabeza intentando hacer desaparecer el vacío que comienza a sentir mi pecho al leer su nota. Me revisa y me dice que todo está bien, si sigo así me van a dejar salir pronto.
— ¿No puedo irme ahora, si firmo el alta voluntaria? - Consulto.
Ella me explica que no es conveniente por la situación, pero le ruego y le prometo que vendré a los controles cada vez que sea necesario. Al consultarlo con la doctora que me atendió y ver que todo está estable, me dan el visto bueno. Me aseguran que puedo quedarme una noche más, pero realmente quiero estar en mi casa.
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Querido Diario II
RomanceDos mejores amigos... Dos reacciones diferentes... A pesar de que se conocían desde chicos, y de tener claro cuáles eran sus lugares, sus sentimientos crecieron de una forma descontrolada, llevándolos a tomar decisiones que los hicieron cometer un e...