Unholy © 〔❛ RanLey 🔞 ❜〕

Capítulo 6: Être

Llegó a casa totalmente rendido. Le dolían las caderas y las piernas las sentía totalmente debilitadas. Antes de poder entrar se tomó un repiro, tenía que mentalizarse en que no sería bien recibido por su madre ya que, seguramente, por su hermano ya se habría enterado del castigo que se ganó y de los motivos por los que habían sucedido. Se aseguró de no andar vestido de manera extraña, se olfateó el uniforme y gracias a los cielos no tenía ni pizca de olor de aquél lugar.

Mentalizado, cruzó la pequeña cerca que separaba la casa de la puerta principal, sacó sus llaves y colocó la que correspondía justo en el espacio de la cerradura, dando vuelta a la misma hasta que el sonido bajito de un 'clack' se hizo presente. Giró la perilla, asomándose de manera suave su cabeza buscó con la mirada a su madre pero, no halló nada.

─ ¡Estoy en casa! ─ Exclamó en voz alta, pero no hubo respuesta.

Elevó una de sus cejas con intriga ¿Acaso habían salido? Como fuera, se sacó los zapatos y los dejó acomodados en su lugar correspondiente. La mochila que llevaba en su hombro la dejó en un costado y se adentró más en el lugar. Siguió buscando con la mirada a las habitaciones que pasaba pero, nada, no encontraba a nadie, creyó que quizá ya habría librado por esos momentos el regaño, sin embargo su suposición se fue abajo en cuanto entró en la cocina y encontró a su madre recargada sobre la orilla de la pequeña barra junto a la estufa.

─ Bien, ¿Ahora cuál es tu excusa, jovencito? ─

Tragó en seco, después de esas palabras seguro daría inicio al mismo infierno en palabras. Una mueca formó en sus labios, inhalando con profundidad se llevó la mano a la nuca donde dejó esta en ese sitio.

─ Ninguna excusa, lo siento. ─

─ ¡Por Dios Nahoya, sólo estoy esperando un poco de tu apoyo! ¿Acaso no puedes darme un poco de eso? ─

Nahoya continuó en silencio; de verdad que no tenía excusas y es que se sentía tan cansado que ni bien se podía inventar algo para safarse por un rato de eso.

─ Me comporté como un tonto, lo lamento. ─ Fue todo lo que pudo decir el pelinaranja.

Un respingo salió de su progenitora. Brazos que mantenía cruzados fueron a reposar en su mandíl sobre su regazo. Cerró los ojos por unos segundos y con tono tranquilo simplemente añadió.

─ Cumple con tu castigo, y simplemente evita volver a hacerlo ¿De acuerdo? ─

─ De acuerdo mamá. ─

Ya que no iba a añadir nada más, Nahoya dió una media reverencia en un nuevo modo de disculpa y se fue de ahí. En parte estaba feliz de que no le fuera tan mal como imaginaba, pero tampoco se sentía bien por darle más problemas. Volvió a por su mochila y subió a su cuarto arrastrando los pies, cuando estuvo en su habitación se dió el lujo de caer en seco sobre su cama y mirando al techo.

El efecto de la adrenalina y la preocupación al diciparse le estaba dando como efecto un terrible dolor en todos los músculos; se estaba logrando relajar. Como pudo se logró quitar el uniforme y se dejó la pijama, recostandose mejor entre las sábanas se quedó ahí un rato.

Sentía como el cansancio comenzaba a ganarle con el simple hecho de notar sus párpados caer de forma lenta e innevitable. No podía darse ese lujo de quedarse dormido; no había podido darse una ducha, si lo hacía antes levantaría sospechas nada agradables y es que llegar con el cabello mojado a su casa no sería algo normal. A rastras y con algunas quejas ante el dolor pudo tomar su ropa y avanzar al cuarto del baño.

Mientras dejaba que el agua en chorros llenaba la tina de baño que tenían, él se despojaba de la pijama que con esfuerzos se había cambiado, quedando a mirarse frente al espejo con detalle. No veía nada anormal, pero no fue hasta que su vista fue a sus muslos que pudo notar suaves marcas color rojizo; ahi se podía apreciar un poco la presión que el mayor se había atrevido a ejercer, al menos le aliviaba que fuera en un lugar nada vistoso.