Extra.

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Izuku podía resumir esos tres meses de relación como un paraíso de amor, todo se resumía en mimos, caricias, regalos y coger.

Era increíble, Kacchan era increíble. 

Siempre lo llenaba de regalos y tiempo de calidad en pareja, no podía estar más feliz con su relación.

Ese día en especial Katsuki descansó por lo que fue un día de películas de Disney y coger como si ni hubiera un mañana. 

Lo hicieron prácticamente desde que despertaron hasta ese momento en donde anochecía poco a poco. Izuku terminó agotado por lo que simplemente se acurrucaron en el sillón.

Estaban cómodos hasta que escucharon la puerta siendo abierta.

Katsuki juró matar a Camie, y luego a él mismo por darle una maldita llave.

—¿Qué mierda? —Dijo la invitada no-invitada.

El rubio se tensó al reconocer a la voz femenina que no pertenecía a su amiga.

—¿Qué haces aquí, vieja bruja? Ya no soy un niño para que sigas viniendo cuando quieras. —Respondió enojado parándose en el momento para encararla.

Mitsuki ve el panorama y se encuentra con que su hijo estaba sin playera sólo en un pans, mientras que el joven en el sillón estaba únicamente con unos shorts increíblemente cortos junto a la playera que seguramente era de su hijo.

Puso atención al joven y en su cuello se notaban marcas muy notorias. No tenía que ser tonta para saber qué eran. 

Mitsuki se altera al ya tener idea de lo que habían hecho el par momentos antes de su llegada. 

—¡Vete de aquí! Te dije que dejaras de venir sin avisar. —Exigió el rubio.

—¿Para esto no quieres que venga? ¡¿Sólo porque quieres andar cogiendo con un quinceañero?! —Gritó enojada la anciana.

—¡Respeta a mi novio! —Gritó imponiéndose frente a la madre quien se puso a lagrimear. 

—¡No me hables así! Soy tu madre, sólo me preocupo por ti. —Empezó a llorar ligeramente haciendo que Izuku se sintiera mal, pero Katsuki no.

—Deja tu jodida manipulación. —Respondió con indiferencia.

El peliverde no sabía qué hacer, no podía meterse.

—¡Soy tu madre y puedo venir cuando me plazca! —Dejó de llorar casi como si fuera magia. —¿¡Y quién es el jodido mocoso!? —Apuntó al pequeño que seguía sentado en el sillón.

Izuku no toleró más y salió corriendo asustando por los gritos, sus sollozos se escucharon hasta que cerró la puerta.

Odiaba las discusiones.

Katsuki, alterado, corrió hacia la puerta intentando abrirla sin éxito. 

—Vamos, Zuzu, abre. —Suplicó preocupado tocando suavemente la puerta para ya no hacer más ruidos fuertes. —Perdón, amor. Abre, por favor. —Susurró casi arrullando.

Mitsuki estaba atónita, ya que recordaba que su hijo no suplicaba ni pedía perdón. Además de que la dejó de lado a ella y su discusión con tal de atender al niño que salió corriendo.

 —Tenemos que hablar, Katsuki. —Dijo la mujer ya mayor con una mirada seria.

Ella se sentó en el sillón de un lugar, mientras que el señor se sentó en el de cuatro asientos en donde estaba inicialmente con su novio.

Tenía que dejar que su bebé se calmara y no podía estar hostigándolo.

—¿Quién es el niño? —Preguntó con apatía, pero aún curiosa. 

⋰Sugar Party⋱ |Katsudeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora