◈•Little Alice•◈

CAPÍTULO 1:

El ensordecedor sonido del timbre me sacó de mis pensamientos. "Por fin", pensé.

Recogí lentamente todas mis cosas esperando a que la clase se vaciase. No me gusta sentirme arrastrada por todos esos brutos en el pasillo. Terminé y colgué mi mochila sobre mis hombros. Salí de clase. Por suerte solo quedaban tres o cuatro alumnos deambulando por los pasillos que, seguramente, pensaban sobre como comunicar a sus padres la amonestación del director, o las bajas calificaciones. Sonreí ante esa idea. Inocentes.

Bajé las escaleras y finalmente salí del instituto. No puedo decir que no me guste el instituto. Me entretiene. Me mantiene distraída. Me obliga a pensar en cosas completamente ajenas a mi vida, lo cual agradezco.

Saqué mi móvil y mis auriculares y me los coloqué sobre mis orejas. La musica. Una vía de escape a los problemas.
Subí el volumen.
Ahora sí.
Hice el recorrido de todos los días. Del instituto a casa y pasando por la panadería de la avenida.

-Dos barras de pan.

-Gracias.

Y a casa. Saco las llaves del bolsillo de mi mochila y estas se me caen. Resoplo y me agacho a recojerlas. Vuelvo a enderezarme y miro la puerta, suspiro. Abro y entro en casa. Tiro la mochila al lado de la puerta.

-¿Hola?

Nadie. Que raro.
Voy a la cocina y abro la nevera. Creo que nunca vi algo tan blanco, en mi vida. Me acaricié el estómago. "Tampoco es que tenga hambre", pensé a la par que cerraba la puerta. Vuelvo a la puerta de entrada y cojo mi mochila. Subo los escalones de dos en dos hasta que finalmente estoy frente la puerta de mi guarida. Mi reserva. Mi búnker.

Entro en mi habitación y dejo la mochila en el suelo. Me tiro en la cama boca arriba y miro al teecho. Suspiro.
¿Deberes? No es una opción. Me quité los cascos y los dejé en la mesilla al lado de mi cama. Me metí en las sabanas calentitas de mi cama.

Verdaderamente pienso que la cama es el paraíso reducido a un espacio de 1,50 x 2'10 m.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño que rápidamente se apoderó de mi.