CAPÍTULO 7:

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Abrí los ojos poco a poco y miré a mi alrededor. ¿Cuando se supone que me quedé dormida?
Me incorporé en la cama y el libro cayó de mi pecho. Bajé la mirada y ahí estaba, sobre mis piernas. Lo cogí.

Y tan aburrido que era...

Dejé el libro sobre la mesilla y me senté en el borde de la cama con los pies colgando. Miré el reloj de mi mesilla.

19:32.

¡¿Tanto había dormido?! Cogí el móvil de la mesilla y lo guardé en mi bolsillo. Me levanté sin ganas de mi preciada cama y bajé al piso de abajo.

-¿Mamá? -No obtuve respuesta por su parte. ¿Acaso se había ido?

Fui al salón y ahí estaba esa mujer. Tumbada en el sofá viendo algún programa del corazón, seguro.

Me acerqué a ella.

No sé si me asqueaba más la imagen que mi "madre" tenía actualmente o los gritos de las chonis incultas que no paraban de sonar en la tele.

-¿Tienes hambre? -Pregunté sin mirarla. Recogí los restos de colillas sobre la mesa y los pude en el cenicero.

No lo hago por ella. Pero si ella no limpia, tendré que hacerlo yo. Es mi casa, al fin y al cabo.

-No. Pero anda, sé buena y tráele una cervecita a mami... -Dijo sonriéndome. Como si verdaderamente ella fuese mi madre y yo su hija. Asco.

Me ahorré el suspiro. Simplemente, paso.

Fui a la cocina y abrí la nevera. Saqué una cerveza de esta y regresé al salón. Dejé la lata sobre la mesa.

-¿Quién llamó esta mañana? -Dijo de repente. Mientras su vista seguía fija en el televisor, tomó la lata y la abrió con sus uñas de esmalte desgastado. Pegó un trago del líquido de la lata.

No pude ocultar mi sorpresa. ¿Estaba despierta? Y, lo mas raro. ¿Recordaba más cosas a parte de sus tarifas? Estaba muy impresionada.

-Nada. Unos vendedores.

Obviamente no le contaría a esta señora que la noche anterior; unos chicos que apenas conozco y yo, nos drogamos, matamos a una chica, tiramos el cadáver al río y fingimos que nada pasó. No.

-Oh.

Y ahí terminó nuestra conversación. La verdad, fue larga.

Mi estómago rugió así que fui a la cocina y abrí la nevera. Saqué los filetes de pollo que no llegué a hacer el día que los compré y una sartén. Realmente tenía hambre.

Empecé a hacerlos cuando oí mi teléfono sonar. Cogí el móvil del bolsillo de mi pantalón de pijama y miré la pantalla. Número desconocido. Lo cogí.

-¿Si?

-¿Alice? Soy Michael. Oye... -Fruncí el ceño.

-Oh, ¿Michael?¿Como es que tienes mi número?

-Eso es igual. ¿Ha ido la poli a tu casa? -Le notaba nervioso. ¿Como consiguió mi número?

-Si, vinieron esta mañana. -Dije sin interés. Y lo cierto es que no tenia el mas mínimo interés en esta conversación. Saqué los filetes de la sartén una vez estaban hechos y los puse en un plato.

-También vinieron a mi casa...

Puse el plato en la mesa y me senté en la silla que tenía enfrente.

-¿Y?¿Te pillaron?

Le oí suspirar.

-No. Pero todavía no han ido a casa de Eva... Creo que la cagará.

-Si la pillan, la pringamos todos.

-Lo sé.

Miré mi plato y mi estómago volvió a rugir. Vale, necesito comer. Y poco me interesa seguir esta conversación.

-Oye, tengo que irme. Si sabes algo o lo que sea me dices. Bueno, no. Si es algo que pueda interesarme, ya me lo dirá la policía. Adiós. -Y colgué.

Dejé el móvil a un lado sobre la mesa y empecé a comer. Si agudizabas el oído podías oír como cantaba mi estómago. Creo que le trato demasiado mal.

Me comí los dos filetes y me levanté. Dejé el plato en el fregadero y miré el reloj.

Las 20:51.

Creo que hoy me iré a dormir bastante más pronto de lo normal.

Subí los escalones que llevaban al piso de arriba y entré en mi cuarto cerrando la puerta tras de mi. Me acerqué al escritorio y cogí mis cascos. Me tumbé en la cama.

Toqué mi bolsillo y estaba vacío. Resoplé.

"Mierda, está abajo"

Me levanté pesadamente de la cama y bajé de nuevo hasta la cocina. Ahí estaba esa mujer. Bebía algo. No sabría deducir muy bien que tipo de bebida era, pero alcohol seguro que llevaba.

Cogí mi móvil de la mesa y sin decir nada, volví a subir hasta mi cuarto. Me tumbé en la cama y conecté mis cascos al móvil.
La música empezó a sonar y subí el volumen al máximo.

Miré al techo mientras iba marcando el ritmo de las canciones con mis dedos sobre mi estómago. Pensé en lo que pasaría si de verdad pillasen a Eva.

¿Iríamos a la cárcel?

Lo más seguro.

¿Sabría cuidarse mamá sin mi?

¿Por qué cojones he pensado eso?

Me giré en la cama dándole la espalda a la puerta sintiéndome, de repente, cabreada conmigo misma. Me arropé y cerré los ojos. Intenté dormirme. La verdad, no tardé mucho. ¿O si? No lo sé. Pero lo bueno es que finalmente estaba dormida.

El sonido del timbre me sacó de mi sueño. La lista de reproducción había terminado y con ello el escuchar música. Oí como mi madre abría la puerta y seguidamente escuché una voz varonil. Pasos entrando en casa. Puerta cerrándose.

Resoplé y doble la almohada sobre mi cara. Esta sería una noche muy larga.

De vez en cuando miraba el reloj. Las horas iban pasando y los sonidos no paraban.

Juro que estaba por ir allí y romperle una lámpara en la cabeza a ese señor. O a mi madre. O a los dos. Hay lamparas suficientes.
Pero no. Eso conllevaría el ver una imagen no muy agradable. Por lo que solo me quedó ver el tiempo pasar.

Una vez mas y, no se exactamente cuando, conseguí dormirme.

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