CAPÍTULO 3:

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CAPÍTULO 3:

Llegué al abandonado y maloliente vertedero. ¿Romántico, no? Saludé con un frío "hola" al grupo de personas que allí había. Supongo que esto es lo mas cercano a "amigos" que tengo. Aunque, siendo sincera, solo me sé el nombre de dos.
Creo.

-¿Lo traes? -Dijo el chico alto.

Sonreí y metí la mano en mi bolsillo. Saqué de este la cajita que cogí justo antes de salir de casa.

-¿Y cuándo no? -Abrí la cajita y de esta saqué un puñado de pastillas que deposité sobre la palma de mi mano. Rápidamente todos empezaron a arremolinarse a mi alrededor, como palomas en busca de migas de pan.

Una vez todos estaban servidos, mire las tres cápsulas que quedaban en mi mano y me tomé una. Tragué con dificultad pero al final esta logró asentarse en mi estomago. Guardé las dos restantes y sonreí.

-¿Vamos? -Dijo Elena (si, una de las dos personas de las que sé el nombre). Esta estaba sonriente. No una sonrisa amigable.
Más como una sonrisa... Una de esas sonrisas que requieren de ayuda psiquiátrica.

-¡Vamos! -Dijimos todos al unisono y salimos del vertedero.

Íbamos por la calle, estas estaban vacías. Reí sin razón. La noche es divertida.

-Eh, ¡tengo una idea! -Dijo el que, a mi parecer, era el mas mayor. Todos reímos y le miramos impacientes. Nuestras pupilas cubrían casi por completo nuestros iris. -Tengo las llaves del edificio de al lado... ¡Ese que esta en obras! -Dijo sacando un manojo de llaves de su bolsillo y meneandolas en el aire.
Se le cayeron.
El rió y se limitó a agacharse para recogerlas.
Levantarse ya le costo mas, pero con la ayuda de tres de nosotros conseguimos ponerle en pie de nuevo.
Reímos.

-¡Vamos a ello!

Corrimos calle abajo. Bueno. Corrimos, saltamos y rodamos calle abajo. Pero el punto, es que finalmente llegamos a nuestro destino. Ahí estábamos. Un puñado de adolescentes drogados a la puerta de un edificio.

Las cintas de plástico policiales con un "PROHIBIDO EL PASO" rodeando el perímetro solo hacia nuestra excursión mas... Excitante.

Nos miramos entre nosotros y sonreímos. Ignorando los consejos de los policías y en busca de adrenalina, traspasamos la puerta. Una vez dentro nos volvimos a mirar. Pura comprobación de los supervivientes. Todos reímos.

-Woah. Tío! -Rió uno de los chicos. -Nos la vamos a cargar...

Y, no sé de donde, todos le encontramos la gracia a ese comentario.

-Eh, ¡subamos arriba! -Dijo Elena mientras subía los escalones, como podía. Rió. -¡¡Cuidado que los escalones se mueven!!

No, no se movían.

Todos subimos detrás de ella a la segunda planta. A lo que debería serlo, al menos. Todo estaba hecho un desastre. Lleno de cables por el suelo, plásticos cubriendo los pocos muebles que había, pintura reseca en paredes y suelo, y distintas herramientas de construcción.

-¡Tio mira! -El chico del pelo rapado se agachó y, al levantarse, vi que llevaba en la mano algo como una pistola. La imagen me resultó graciosa (como casi todo aquella noche) así que solo reí.

-Woah, ¿que es eso? - Dijo el mayor riendo.

-¡Es de clavos! -Rió nuevamente el que llevaba el ¿arma? Ambos miraron a Elena en un movimiento que parecía ensayado. Ésta les miro y rió.

-¿Qué?

-¡Ponte ahí! -El de la cabeza rapada agarró a Elena del brazo y la puso contra la pared. Se alejó unos pasos de ella y le apuntó con la pistola de clavos.

Rápidamente Elena, al verle, se apartó de ahí rápidamente.

-¡¿Que haces?! -Dijo enfadada.

-¡Oh vamos! -Dijo Michael, primera intervención en la noche. -Se estaba poniendo interesante... ¡Aguafiestas! -Dijo con una sonrisa burlona.

-¡No! -Contestó Elena rápidamente. ¿Indignada? Y volvió a colocarse en el lugar que el chico de pelo escaso le dijo antes. Miró a éste de una forma intimidante. -Adelante.

El chico de la pistola sonrió y apunto hacia ella nuevamente. Todo se quedó en silencio por primera vez en la noche. Todos estábamos expectantes.
Michael estornudó, haciéndonos saltar a todos del susto.

-¡Michael joder! -Dice la chica del pelo corto. Todos reímos.

-¡Es la alergia! -Dice el rubio excusándose.

-Bueno, ¿vamos o que? -Interviene Elena.

-¡Vamos, vamos! -Contesta el mayor.

El chico apunta hacia el lugar donde se encuentra Elena. Guiña un ojo para apuntar mejor (o por simple apariencia de que sabe lo que hace) a la par que saca la lengua y la muerde entre sus dientes.

Elena respira de forma irregular. Esta nerviosa. Todos lo estamos. Suena un 'click' y Elena cierra los ojos de manera instintiva.

-¡Oh, venga ya! -Miramos todos la pistola y nos acercamos. -¡No funciona! -El chico del pelo rapado apretaba el gatillo una y otra vez. No tenia clavos.

-A ver tío, ¡que no sabes! -El mayor se acercó, quitándole la pistola de encima y empezó a apretar el gatillo. -Pues no tiene clav... -No le dió tiempo a terminar la frase. Un chasquido sonó y todos vimos algo volar directo hacia donde estaba Elena que, hasta hace unos segundos, estaba riendo tan tranquila.

La mancha roja en su vientre comenzó a hacerse mas grande. Ella bajó su cabeza lentamente.

-¡Elena! -Gritó la chica del pelo corto mientras corría hacia ella.

-Tom, ¡¿que has hecho?!

"Tom, tomo nota", pensé.

-Y-yo... No... No tenia clavos... -Dijo aturdido. Mirando la pistola. A los dos segundos la tiró al suelo y se alejó de ella hasta chocar de espaldas con la pared.

Yo no sabia que hacer. ¿Era cierto todo eso? Después de asimilarlo todo, me di cuenta.
Esto era real. Me acerqué rápido a Elena y la ayudé a que se sentara en el suelo.

-No... ¡No te duermas! ¡Tíos se esta muriendo ,joder! -Gritaba la chica del pelo corto, ya sentada en el suelo con el cuerpo sangrante de Elena sobre el suyo. -¡Esta muriendo! ¡Haced algo! -Casi ni podía hablar. Las lágrimas que caían por sus mejillas parecían ríos. Apenas lograba respirar. Michael sacó su móvil y marcó a la ambulancia. No le dio tiempo a llamar porque Tom le había quitado el móvil.

-¡¿Que haces?! -Gritó Michael

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