EL INVOCADOR DE LA OSCURIDAD (TERCER LIBRO DE LA SAGA AES)

6. Homofóbica, clasista y racista...

Bradly

Mentiría si afirmara que ya olvidé a Samael, lo sigo amando y no creo que pueda dejar de hacerlo al menos tan rápido. La decisión es muy simple, me centraré en ganar confianza, autoestima y orgullo, me tomaré el tiempo que sea necesario para aprender a controlar mis poderes, pasaré mucho tiempo con papá y me divertiré, haré cosas de adolescentes y luego regresaré a la otra dimensión.

Estando allí si Samael me demuestra que merece otra oportunidad, bueno... Lo más probable es que volvamos a estar juntos. Pero todo es cuestión de muchas cosas, ahora mismo no me quiero atar a nada, quiero disfrutar de estar solo.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó mi padre de repente.

Detuve mi entrenamiento para saludarlo.

— Super bien, un amigo me dio consejos para no sentirme mal luego de tanto alcohol y estoy fresco como una lechuga ¿Y tú?

Daimon me escribió varias cosas que debía hacer y aun estando borracho hice todo lo que indico. Resultó que tiene ventajas tener un amigo borrachón.

— Bien, aunque la música alta si me genera dolores de cabeza.

— Ya eres un anciano, tendremos que conseguirte tapones o audífonos reductores de ruido— me burle.

— ¿Anciano? ¿Quieres ver lo que puede hacer un anciano como yo? — su mirada retadora relució en su rostro.

— Ver para creer— me aparté de su camino para darle espacio para que demostrara de que estaba hecho.

A mi padre solo le bastó hacer un par de movimientos en sus manos para hacer qué simples sombras se volvieran monstruos aterradores, el cielo se oscureció y los sirvientes que estaban cerca huyeron del miedo.

— Muy aterrador... Pero ¿Recuerdas que soy tu hijo? — moví mis manos y pensé en lo que los entrenadores me enseñaron.

Si no puedo canalizar correctamente mi magia de manera aleatoria, debo buscar una forma de enfocarme y sinceramente pensar en las runas me ayuda, es como si dibujara mentalmente una en mi mente en combinación con los movimientos en mis manos.

Con esto logré que de mis manos saliera luz, luz combinada con pequeños destellos de oscuridad. Con esto rodeé a las grandes bestias y comencé a destruirlas una por una.

— Realmente los entrenamientos están funcionando mucho, al paso que vas serás mejor que tu padre— exclamó sorprendido.

— Esto es gracias a ti, has hecho que todo sea demasiado fácil— no dude en correr para abrazarlo.

Todo está saliendo bien, estoy mejorando y todo gracias a que él creyó en mí. Me apoyo justo cuando estaba a punto derrumbarme de nuevo.

— Hay que celebrar el progreso ¿Quieres salir a comer algo? Digo fuera del castillo— preguntó antes de corresponder mi abrazo.

Asentí sin siquiera mirarlo, estoy feliz, tranquilo y orgulloso de lo que tengo. No quiero irme de aquí.

— Entonces, prepárate en la noche, saldremos...— miró la hora— Voy a terminar cosas del trabajo— me avisó antes de despedirse.

No dejaré que nadie me vuelva a hacer sentir que no sirvo para nada. Ya no soy ese, ahora tengo el poder para hacer lo que quiera y lo demostraré, le callaré la boca a esa gente.

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No sabía qué ponerme, pero quería verme radiante, más bello de lo que suelo verme, así que pedí ayuda a las sirvientas de la casa con las que más trato. Ella me preparó varias vestimentas según la tendencia y como no sabía cuál escoger, llamé a Daimon.