Chapter 3: "Good Morning".

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27 de mayo, año 2023.
Bangkok, Tailandia.
04:21 AM.

Todo estaba mal, genuinamente mal.

Ford daba vueltas dentro de su habitación, escuchando por décima vez cómo el teléfono de su amigo le enviaba directamente al buzón de voz. Se sentía completamente preocupado, y ya se encontraba comenzado a dudar de si dejarlo con Gemini había sido una buena idea. Pues a pesar de que confiaba plenamente en su novio y que separarse en grupos fue la mejor opción para que no los atraparan en la redada policial, el hecho de que no pudiese comunicarse con su mejor amigo le ponía los nervios de punta.

Se sentía completamente culpable, pues al arrastrar a Fourth con él en ningún momento pensó que algo como esto podría pasar y evidentemente no midió los riesgos de la situación, ahora sólo le quedaba afrontar las consecuencias de sus actos y resignarse al escándalo que le haría el azabache al volver. Aunque  ciertamente no podía juzgarlo, porque sabía que se lo merecía.

Suspiró, y literalmente saltó en su lugar cuando escuchó gritos y pasos apresurados en el pasillo. Frunció el ceño y se aproximó a la puerta, sorprendiéndose cuando esta se abrió de golpe, dejando ver la expresión molesta de un hombre que conocía perfectamente.

Bien, estaban jodidos.

—¿Dónde está Fourth? —preguntó el mayor, mirándolo enfurruñado.

Ford se aclaró la garganta, y le miró de vuelta, sin titubear. —En el baño.

Detrás del hombre con traje se encontraba la ama de llaves del menor, quien insistía en que no podía irrumpir así en la habitación del chico, y que tampoco tenía nada que hacer allí.

—Bien. —Siseó, avanzando en dirección al lugar mencionado.

Ford sintió la sangre subiéndosele a la cabeza. Y se precipitó al guardaespaldas de su amigo, tomándolo del brazo y tirando inútilmente de éste para detenerlo.

—Déjalo respirar, carajo. —Gruñó, aferrándose a su ropa.

—Suéltame, y déjame hacer mi trabajo. —Respondió en cambio, siguiendo su camino.

—¡Ya basta, Force! —gritó, exasperado. —Estás en mi casa, y no te permito que estés aquí, así que tienes que marcharte... Ahora.

El más alto volteó a verlo y le dedicó una mirada que no pudo descifrar.

—No soy tu empleado, Ford. A mí no puedes darme órdenes y no pienso irme de aquí si no es llevándome conmigo al chico que debo proteger. —Espetó, safándose y abriendo la puerta del baño, encontrándose con un lugar vacío.

Force lo observó, completamente decepcionado.

—Nong Force, es momento de que se marche. —Interrumpió la mujer, rompiendo el abrazador silencio.

Pero él la ignoró, y se precipitó hasta el menor, quedando literalmente a centímetros de su rostro, retándolo.

—Si por tu culpa algo le pasa a ese niño, créeme que seré el primero en hacerte pagar todo esto. —Siseó, y aunque el castaño se sintió intimidado, sacó valor desde lo más profundo de su ser para responder.

—Lárgate de mi casa, y no vuelvas a meterte conmigo.

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