El aroma de una flor.

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Un año entero pasaría y Xie Lian le enseñó a Hua Cheng lo que sabía sobre cultivo y sobre combate, también le enseñaría uno que otro truco para distraerse, como atrapar insectos con dos ramitas. Al año siguiente Hua Cheng ganaría su primer combate contra su maestro.

Fue una mañana fresca, los árboles botaban sus hojas y el viento se encargaba de poner la magia al espectáculo, las hojas parecían peces nadando en el aire. La rama con la que Xie Lian combatía salió volando por los aires ante la mirada atónita de su propietario. Hua Cheng lo había golpeado en la mano y estaba preocupado de haberlo lastimado, en cambio Xie Lian estaba orgulloso de su discípulo.

— Ah, me has ganado. Es el ciclo natural, el alumno siempre superará al maestro, si no, sería decepcionante. Felicidades. Ya no tengo nada que enseñarte.

Hua Cheng tenía otro punto de vista.

— No, estoy seguro de que aún no he alcanzado su grandeza.

— No hables de esa forma— expresó Xie Lian, avergonzado y sonrojado.

— ¡Gege sigue siendo superior! De cientos de combates apenas gané uno. Aún necesito de sus consejos, ¡por favor!

Xie Lian fue inevitablemente convencido.

— Está bien.

— ¡Gracias, Gege!

— ¡Pero!, debes invitarme a comer algo.

Para Hua Cheng era una propuesta de cita, estaba absolutamente feliz.

Fueron a la ciudadela y compraron panes con carne. Xie Lian degustaba su comida, contrario al menor, que estaba pensativo. Lo había ocultado por mucho tiempo, su amor por Xie Lian, su pecho apenas soportaba la alegría que le causaba estar cerca de él. Hoy el ambiente era propicio, talvez debería confesarle su amor.

— ¿Te sientes bien?, ¿por qué no comes?

Hua Cheng se sobresaltó y se erizó de pies a cabeza. Xie Lian pudo ver cómo su cabello se esponjaba debido a su piel de gallina. Pensando que lo había asustado, se puso a reír.

— La verdad no tengo mucha hambre.

— Mmm, no está bien, ese pan no puede echarse a perder.

— Gege puede comérselo— le ofreció su pan.

— ¿En serio? Gracias. Tienes suerte de que tenga mucha hambre hoy— sus dientes dieron caza al pobre pan con carne.

— Vuelvo enseguida.

— ¿Uh?, ¡espera!

Hua Cheng se escabulló para comprar un obsequio que acompañara su confesión, talvez una flor le guste. Buscó algún puesto de flores, lo localizó y justo iba a empezar a correr cuando alguien lo haló por atrás y lo elevó. Hua Cheng trató de liberarse, una potente mano estaba enredada en su ropa y ni los rasguños la hacían ceder.

— Te encontré.

Hua Cheng vio a su atacante, un hombre encapuchado de mirada rojiza. Se retorció en su agarre, planeaba descolgarse de su túnica y huir. El hombre afianzó el agarre, haciendo imposible su escape. Hua Cheng notó que lo estaba llevando por un camino solitario, así que gritó con todas sus fuerzas.

— ¡AYUDA!

El hombre rio con suavidad, se quitó la capucha y un fino rostro marcado por las características distintivas de los demonios fue expuesto.

El hombre rio con suavidad, se quitó la capucha y un fino rostro marcado por las características distintivas de los demonios fue expuesto

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La sangre de un dios. | LuoXie | - 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora