• Prólogo •

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[Luces mágicas]

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[Luces mágicas]

En una isla donde un próspero reino florecía, la familia real se encontraba en los campos cercanos al castillo, celebrando el cumpleaños del pequeño príncipe. La reina Elinor, caminaba tranquilamente, buscando a alguien. Su vestido morado ondeaba con la brisa mientras su hijo se escondía de su mirada.

⸻¿Dónde estás, mi travieso? ⸻canturreaba suavemente, recorriendo el campamento con una sonrisa en los labios⸻. No puedes esconderte para siempre… ¡Voy a encontrarte!

Rodeaba la mesa en la que habían compartido la comida familiar, agachándose con picardía para mirar debajo. El lugar parecía vacío, pero ella sabía que su hijo, Merid, estaba cerca. El pequeño, con sus rizos rojos desordenados y esos brillantes ojos verdes, se mantenía oculto bajo un escudo, a punto de estallar en risas, pero resistía.

⸻¿Dónde está mi cumpleañero? ⸻continuó Elinor con tono juguetón, mirando a su alrededor como si realmente no supiera dónde estaba⸻. Hmmm... ¿Dónde puede estar ese pequeño bribón?

Merid, viendo que su madre seguía buscándolo sin éxito, se asomó tímidamente desde su escondite, con la intención de sorprenderla. Sin embargo, Elinor, fingiendo ignorancia, giró en el momento exacto y lo atrapó con un movimiento rápido.

⸻¡Te tengo! ⸻gritó alegremente mientras lo levantaba en sus brazos⸻. ¡Voy a devorarte!

⸻¡Nooo! ⸻chilló Merid entre risas mientras Elinor le hacía cosquillas y simulaba que lo devoraba, lo que provocaba que el niño se retorciera de risa.

En ese instante, el rey Fergus llegó al campamento, dejando un gran arco de madera sobre la mesa. Al ver la imponente arma, Elinor frunció ligeramente el ceño.

⸻Fergus, cariño… te he dicho que nada de armas en la mesa ⸻le reprendió suavemente, aunque con una sonrisa.

⸻¡Mamá, papá! ⸻Merid aprovechó el momento y corrió hacia el arco⸻. ¿Puedo disparar una flecha? ¡Por favor, por favor!

Con el arco en sus manos, que resultaba demasiado grande para él, intentó levantarlo, pero cayó de espaldas sobre el césped, riendo ante su propia torpeza. Fergus soltó una carcajada y se acercó a su hijo.

⸻No con ese, pequeño guerrero. Pero… ¿qué tal este? ⸻dijo Fergus, sacando un arco más pequeño y adaptado al tamaño de Merid, ofreciéndoselo como regalo.

Los ojos de Merid brillaron de emoción al ver el arco.

⸻¡Feliz cumpleaños, mi campeón! ⸻respondió Fergus con orgullo.

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Tras unos minutos, los tres se encontraban frente a un objetivo improvisado. Varias flechas ya estaban esparcidas alrededor del blanco, evidencia de los intentos fallidos de Merid. Mientras el niño tensaba el arco con esfuerzo, Fergus lo guiaba.

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