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Konrad Archibald

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Konrad Archibald

Observé con detalle mi celular mientras mi segunda secretaria servía mi comida en las oficinas. Aura había subido nuevas fotografías en su instagram, era imposible quitar mis ojos de sus piernas gruesas que son descubiertas por su diminuto traje de baño que apenas cubren las pálidas areolas rosadas de sus pezones.

Lo más cabreado es que había miles de comentarios de pajeros que lo sabían y le comentaban la maldita publicación.

Sus tetas brincando mientras me monta la polla es el pensamiento que se está apoderando de mí mientras me jalo el pene en la ducha.

Ya no era la niña sucia que vendía muñecas en la esquina de un semáforo, la realidad es que había ensuciado su cuerpo y mente de otra forma, me llamó la atención desde que tuvo la suficiente edad para que sus tetas rebotan dentro los vestidos desgastados que eran donados en la caridad.

Pude tener a cualquiera mujer que quería pero lo cierto es que mi polla fantaseaba con ella además no quería follar lo mismo que otros hombres follan quería tener su dulce coño en mi casa.

Cuando ella me apareció en la aplicación todo se volvió más fácil, tenía la edad suficiente para romper su coño y sea consensuado, era virgen. La primera foto que me envió era de su pequeña vagina rosada como una flor.

Son recuerdos que no se borran de forma fácil de mi mente, sabía que estaba en Mónaco y no me costaba nada ir detrás de ella para que me chupe la polla hasta que baje no me importaba si mi pene tenía que dormir dentro de ella.

No tengo porque estar viviendo de fantasías, puedo tenerlas cuando quiera. Los pensamientos de mi mente se esfumaron cuando mi empleada tocó la puerta.

—Adelante —indique en un nivel más arriba que mi voz.

Zoe, es una chica de 24 años que trabaja para mi apenas unos meses tiene ambición pero no es mi tipo es muy vieja para que me pueda interesar.

—La señora esta aquí me informaron los de seguridad —me notificó con un nudo de voz abrazando la tablet dijo que usted la quiere ver—pero siento que no es así , se mira muy alterada y sin duda neuro...

—Es una adicta— corte su habla—es obvio que se verá como una adicta y actuará como una.

El aspecto de la mujer que me espera en el estacionamiento es raro, no hay vínculo que se pueda imaginar entre nosotros. Es una alcohólica drogadicta que su nivel más alto en la vida sólo se basa en consumir alcohol y no morir por él.

Sus ojos demostraron la confusión.

—¿Pido que la dejen entrar?—pestañeó confundida — ¿doy la orden?

Estaba esperando que mi respuesta sea de aceptación

—Obvio no—respondí tosco —¿eres estupida?

Cadenas Rotas (capítulos extras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora