Aura La
Sus labios rodeando mi clítoris y succionado mientras introduce uno de sus gruesos dedos en mi interior. Cuando endurece la lengua y la desliza hacia delante y hacia atrás sobre mi clítoris adolorido por tanto que lo tiene chupado en toda la noche desde que llegamos a Alemania me hace sentirme sucia y manchada.
Es una vida horrible.
Se que estamos en su país porque las mujeres de servicio que entran a atenderme hablan como Konrad y son personas blancas, delgadas y altas al igual de semblante serio para nada cálido. Ahora me encuentro acurrucada en un lado de la cama y es la madrugada.
El colchón se mueve del lado que él está durmiendo y es difícil no ponerme tensa pero el ruido de la vibración que hace su móvil en la mesa me percata que es por eso y no porque quiere obligarme a follar.
Es la madrugada, nadie llamaría a alguien en plena madrugada. Se que es Anne, es la única que le interesa estar con alguien tan horrible que no le importa cuantas veces le cuelguen el celular ella seguirá llamando.
Descubrí en estos últimos días que no importa cuantas veces grite o golpee mis manos en la puerta para pedir ayuda, nadie vendrá. Solo tengo a mi perrita aquí, Konrad la mandó a buscar el día que me secuestró, una mueca lineal se dibuja en mis labios al recordar. Quise hacer algo por mi misma y sentirme autónoma, pero terminé fracasando.
Vaya desgracia.
Quedé acurrucada a su espalda, quería un abrazo y era el único que me lo daría. Hace cinco días había dejado de provocar bocado, posiblemente era mi punto más alto de depresión y mi trastorno alimenticio combinados.
—¿No puedes dormir?—habló por primera vez Konrad.
Relami mis labios y mi respiración se aceleró un poco.
—Me siento encerrada en estas cuatro paredes—pase un poquito de saliva por mi garganta— me la paso durmiendo, tal vez es una razón para que tenga mi ciclo del sueño alterado.
Konrad se dio la vuelta, yo me alejé y su espalda tocó el colchón. Sigo pensando que es uno de los hombres más apuestos del mundo, pero esta podrido por dentro.
Muy podrido.
—Dilo.
Solté un respiro.
—Quiero conocer un poco más de Alemania.
Él sabía que soy caprichosa y tal vez tan solo tal vez fuera de sus muros tenga una oportunidad de escapar.
—Sería una molestia imaginar que tratas de escapar de mí apenas tengas un pie fuera de mi casa, se que te encontraría —hablo con una voz tranquila que me heló los huesos— solo que estaría muy molesto contigo cuando lo haga Fräulein.
Tal vez las luces de la habitación estén apagadas y no podamos ver nuestros rostros con precisión pero Konrad sabía que sus palabras habían creado una expresión de pánico en mi rostro.
—No soy estúpida —me defendí — se quien eres Konrad.
Una parte de mi sigue enamorada de él, pero esa parte desaparece cada vez que recuerdo sus mentiras y la brutalidad con la cual me ha estado tomando estas semanas.
—Lo que has hecho estos últimos meses me confirma que no eres una estúpida— me aclara— siempre buscas al mejor postor.
No entendía a que venía eso, pero fueron las últimas palabras que me dijo en esa madrugada para después dormir. Yo por mi parte no podía controlar, pensar que él fue capaz de leer mis intenciones, me dejaba mal.
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Cadenas Rotas (capítulos extras)
RomansaPara leer los extras de cadenas rotas primero debes leer el libro Cadenas de placer y Cadenas Rotas que se encuentran en booknet