𝐅|❝ la vida me ha dado el regalo más encantador de todos, una familia a la cual amar y proteger ❞
| «La Preciosa Hija del Monstruoso
Villano de las Artes Marciales» no
me pertenece, sino a su respectivo
autor, por lo que le cedo
sus respecti...
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CAPÍTULO OCHO| PARTE I ❝ LA MUÑECA ROBADA❞
—¿Pequeño Wooryeon?— Yan An secó sus lágrimas con un pañuelo de seda, hasta estas alturas era incontrolable en él llanto que parecía había estado reteniendo por demasiado tiempo. Un niño de su edad el siquiera retener de tal manera sus sentimientos sin poder descargarlo en un llanto, ¿cómo eran capaces de siquiera provocarle esto? —Ten calma.— ella tomó al más chico de su cabello y lo abrazó para poder resguardarlo también en su seno materno —Si quieres llorar lo puedes hacer sin sentir pena alguna. Saca todo ese dolor de adentro tuyo en mí.
—¡Ma...!— él ni siquiera se sentía capaz de poder nombrarla así, pero no era porque se sintiera culpable por la muerte de su amada madre, sino porque verdaderamente la necesitaba con tanta desesperación. El estar en brazos de la señora...se sentía que estaba traicionando la memoria de su propia madre, pero vaya que necesitaba de esté sentimiento tan cálido y frío al mismo tiempo —Mamá...— sollozó en ella —Mamá...— repitió incontables de veces. Se permitió cerrar sus ojos y solo centrarse en sentir las caricias en su espalda, en su cabello, en toda su alma. Era como estar con ella.
Cheori observaba desde la entrada. Su madre la había bajado de sus brazos y la había puesto al cuidado de Yeong. No solo era ella la única en sentir lástima por ese chico, todas las damas allí sentían su corazón doler al oír el desesperado llamado del niño a su madre fallecida.
«Es tan...triste» pensó la niña, pero aún así decidió apartar la mirada y no porque le diera un sentimiento amargo verlo llorar, sino porque no se permitiría sentir demasiada lástima por la persona que en un futuro puede el convertirse en un potencial peligro para ella y para su querida madre.
—Mami~...— al apartar la mirada y alzarla, una brillante luz hizo que todo el corazón de Wooryeon se calentará. Esa luz solo podía provenir de aquella dulce sonrisa de su señora, de aquellas brillantes iris marrones cristalizadas por sus propias lágrimas. «Un ángel» pensó él. Sus propias mejillas se sintieron acaloradas y pronto se pintaron de un bonito color rojo.
—Cariño— aquellas heladas manos jamás se había sentido tan cálidas al tacto, ¿cómo era esto posible?, ¿cómo era él capaz de sentir a ese frío como un encantador calor? —quiero que entiendas una sola cosa. Así como yo amo y protejo de Cheori, también te amaré y protegeré, tal y como si fueses mí propio hijo.
Se creó un ligero silencio en el que Wooryeon había perdido su mirada en la de ella.
—Usted— habló finalmente —¿lo promete?— indagó. Yan An miró confusa al niño y él tomando sus manos entre las suyas, volvió a preguntar: —¿Promete ser como mi madre?
