De "Y si" y máquinas del tiempo [BKDK]

Capitulo 9

Katsuki tiene una serie de conversaciones esclarecedoras y un dolor de cabeza mortal al final de todo.

Izuku caminó rápidamente por el laberinto de los corredores de Yuuei, sin dejar que el recuerdo de una mirada roja ardiente como carbón hirviendo a fuego lento en su espalda lo detuviera.

'Estúpido Kacchan, estúpido, estúpido, estúpido, estúpido...'

Se mordió los labios con fuerza en un intento de distraerse del familiar picor en la parte posterior de sus párpados. 'No llores, no debería llorar, al menos tú no-'

Un resoplido resonó en el silencio del pasillo desierto, seguido de un sollozo ahogado que escapó espontáneamente de los labios de Izuku mientras intentaba en vano contener las lágrimas.

'Maldición'

Izuku redujo la velocidad hasta detenerse, mirando a su alrededor en busca de testigos. Una parte de él se sintió aliviado cuando no encontró a nadie, mientras que otra parte traicionera se sintió decepcionada por razones en las que no quería insistir.

Después de asegurarse de que estaba solo, Izuku respiró hondo, luego dos. Una vez que se hubo calmado, se tomó un segundo para limpiarse la cara adecuadamente, aunque no había mucho que pudiera hacer para ocultar sus, seguramente ahora, ojos hinchados. De cualquier manera, no sería bueno encontrarse con alguien mientras se ve así.

Tomando un desvío para evitar los ojos curiosos de sus compañeros de clase, Izuku salió a salvo del edificio y finalmente se permitió respirar aliviado, antes de que todo lo que apenas estaba manteniendo a raya se derrumbara sobre él.

Él no entendió. Por una vez, Izuku no sabía dónde estaban él y Katsuki el uno con el otro. En un momento sintió que las piezas del rompecabezas caían en su lugar, que finalmente Kacchan podría estar abriéndose a él, y luego, al momento siguiente, todas estaban revueltas nuevamente, y él volvió a cero.

'¿Qué es exactamente lo que quieres de mí, Kacchan?'

Katsuki apenas recordaba el viaje de regreso a casa, su cabeza no dejaba de zumbar con un ruido blanco incluso después de que se había quitado los zapatos en el genkan y estaba subiendo las escaleras con pasos atronadores. El grito de su madre para dejar de azotar la maldita puerta no se escuchó mientras se encerraba en el santuario de su habitación y procedió a golpear el saco de boxeo que colgaba del techo hasta que todo su cuerpo estaba dolorido y temblando por el esfuerzo. Todavía no satisfecho con los rasguños ardientes en sus nudillos desnudos y el entumecimiento que actualmente se apoderaba de sus músculos, Katsuki recogió su sudor y asestó un último golpe explosivo en la bolsa, logrando hacer un agujero en ella.