Día 3: Chicas orco

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En el infierno, nuestra raza era verdugo de los anillos de la ira y la lujuria. Nuestro trabajo era amedrentar, golpear, violar almas que se merecieran estar ahí por sus sucias acciones en vida. Nuestro propósito era torturar almas por la eternidad. Pero desde que las puertas del infierno se abrieron, decidimos que era momento de divertirnos con los reales pecadores.

Al salir del mundo infernal, se nos dio una forma física para disfrutar de la tierra. Nos adaptamos perfectamente a todo, y tomando una zona rocosa como hogar, establecimos nuestro asentamiento cerca de una aldea humana. Nuestro aspecto de mujeres con pequeños rasgos porcinos, piel rosada, con ojos grandes y un pequeño rabillo de cola en forma de espiral, nos dieron ventajas en ese mundo salvaje y rudimentario: muchos humanos nos creían débiles y dóciles, algunos otros, como posible alimento. Pero su ignorancia y credulidad fue su perdición.

-¡Ahí vienen las orcos!- gritaban aquellos aldeanos despavoridos.

Cada mes disfrutábamos de generar caos en esta patética aldea de humanos: Destruir sus casas, robar sus recursos y de vez en cuando, secuestrar hombres para jamás devolverlos. Por más que intentaban huir de nosotras, siempre los encontrábamos gracias a nuestro perfecto olfato que el mismo lucifer nos había bendito.

-¡Deténganse ahí, monstruos!- un joven de brillante armadura y filosa espada, se posicionó en combate interrumpiendo nuestro camino de destrucción -¡No permitiré que sigan destruyendo mi pueblo!

Nuestra risa hilarante hizo temblar al "caballero". Tras seis meses de saqueos, ya se habían tardado los humanos de enfrentarnos, pero ¿Solo uno? Grave error.

-¡He! ¿Cuántos años tienes? Pareces un niñato de 20 años- Comenté, mientras que mis otras cuatro compañeras se rieron ante mi comentario.

El jinete humano tragó saliva con fuerza, y nos miró de forma retadora mientras volvía a llamarnos por "monstruos". Su comentario nos hizo callar y lo miramos sardónicamente.

-¿En serio quieres enfrentarnos, saco de carne?

-¿Tú solo? ¿Contra nosotras cinco?

-Vamos, divirtámonos un poco con el pequeñín.

-Eso no es una pelea justa.

-¿Qué es justo en ese mundo? ¡Solo acabemos con ese bastardo!

-Nuestra hermana tiene razón- Detuve la conversación de mis compañeras- No es justo que solo uno se enfrente contra cinco. Démosle una oportunidad. Así será más divertido ver sus esperanzas destrozadas. - Sin haber terminado, le lancé mi mazo a la más joven del grupo, quien lo atrapo sin problemas y sonrió al entender lo que quería que hiciera.

-Este es el trato - El humano se tensó al escucharme. -Si la vences, nos largaremos de tu asqueroso pueblo. Pero sí no...

-Te irás con nosotros como nuestro esclavo.- Reímos divertidas ante el rostro asustado del hombre.

Tenía mucho en juego, su aldea y su vida, por un probable simple entrenamiento que había realizado en un mes. Pero su voluntad parecía férrea e insistente. Algo que como orcas, realmente nos encanta quebrantar.

Mis compañeras comenzaron a vitorear, alentando a la menor de nuestra especie, y ella, con el mazo en sus hombros, se acercó al atrevido humano, quien respiro profundo y serenando su rostro, se aferró a su espada.

La orca se acercó con agilidad y en un solo movimiento, detuvo el ataque predecible del humano, que había dado una estocada en dirección de su vientre. En un rápido giro, el mazo de la orca golpeo la espada del caballero, aventándolo lejos y dispuesta a golpear al joven, pero este le evadió ágilmente y de una patada, desequilibrio a nuestra hermana, tumbándola en el suelo.

El Dominio Del Imperio [Monster Girl Stories] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora