V. Eres Tú

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Ikuyo ama a Hitori, y ahora, Bocchi estaba aún más segura que era cierto.

El resto del día había pasado increíblemente rápido, algo que para alguien como Hitori resultaría imposible teniendo otra persona a su lado todo el tiempo, pero cuando esa otra persona la hacía sentir cómoda, comprendida, y simplemente la hacía feliz con su mera presencia, era como si el tiempo dejara de existir.

Kita compartió sus notas con Hitori, quien dio su mejor esfuerzo por tratar de entender todo aquello con lo que tenía problemas, y lo que usualmente terminaría con ella golpeando la mesa con su cabeza de la frustración se convertía en una pequeña risa después de que Kita le hiciera entender en que estaba mal. Si bien era cierto que ahora mismo Kita no se encontraba en su mejor punto académico, era lo suficiente para entender con facilidad aquellas partes que Hitori si había comprendido, aun si se sintiese un tanto insegura de su conocimiento. Sí, había momentos en que a ambas se les dificultaba un mismo tema, pero resultaba mucho menos agobiante de lo que era hacerlo por cuenta propia.

Kita acariciando la cabeza de su novia era algo que hacía muy a menudo para recompensarla, así como Hitori volviendo a su espacio seguro en el hombro de su novia cuando necesitaba un momento para pensar, y Kita viendo la sonrisa de su novia sin poder resistirse a darle un beso en la mejilla cuando veía cuan orgullosa estaba de ella. Y así, cuando su momento de estudiar había acabado, Hitori se acostó lentamente, tras lo cual Kita la abrazo poniéndose encima de ella.

Con Kita acostada sobre ella, Hitori no podía evitar acariciar su cabello rojo lentamente, recibiendo una risilla de su novia a cambio. Se sentía cómoda, se sentía feliz, simplemente se sentía en su hogar.

Al poco tiempo Hitori se quedó viendo hacia el techo, el mismo que la ha estado viendo en tantos momentos donde ella se quedaba pensando, y esta vez no era diferente. Quizás era algo pequeño, pero le resultaba increíble poder hacer esto; cuando comenzó a salir con Kita esta se contenía lo más posible con tal de no hacerla sentir incómoda, preguntándole por cada pequeña muestra de afecto que quería darle, cosa que hizo que Hitori solo confiara más y más en ella con el pasar de los meses, y ahora, era como si Kita leyera lo que pasaba por su cabeza.

Kita sabía cuándo podía abrazarla, cuando podía tomarla de las manos, y eventualmente cuando estaba bien besarla. Y Hitori, de a poco, se fue abriendo para dejar que más de esas ocasiones sucedieran; paso de sentir cada abrazo como una sorpresa a que esta fuera una parte más de su rutina, que el solo acercar su mano a la de Kita la hiciera sonrojarse a que fuese algo natural cada vez que estuvieran juntas, y recordaba perfectamente lo mucho que ambas estaban temblando de los nervios antes de darse su primer beso, mientras ahora con toda la confianza del mundo sabían cuando acercarse para dar lugar a uno de los millones de besos que quedan por darse.

Era relativamente poco el tiempo que había estado pasando con ella, pero de alguna manera, toda esta confianza la hacía sentir como si la tuviera toda su vida. Era difícil pensar en su futuro sin pensar en que era de ambas, y siempre que Kita la ame, sabía que seguiría siendo así.

Hitori abrazaba a Kita como si fuera lo más precioso que existiera en este mundo, y lo cierto es que eso era lo que ella sentía.

Aún seguía extremadamente feliz de que alguien tan increíble como Kita aceptase a alguien como ella, con todo lo que eso implicaba. Ella sabía perfectamente lo que el mundo exterior podía pensar de gente como ella, a veces como si fuera un susurro en su oído diciéndole que aquellos que lo ven podían notarla, la clase de cosas horribles que dirían sobre ella, un susurro que se iba cuando estaba con la gente que la quería, y que era ensordecido cuando usaba el chándal rosa.

Por suerte todas sus lágrimas ya habían caído hace unas horas cuando sé lo confeso a Kita, pero genuinamente ama lo comprensiva que ella es, lo mucho que la quiere apoyar, y como siempre, como es que sabe hacerla sentir cómoda siendo ella misma.

Todo lo que NecesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora