Capítulo 14

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Se me había caído el mundo.

Era una de esas cosas.

On-jo me agarró del brazo y me hizo agacharme.

Nadie sabía que era mi abuela.

Salvo él.

—¡Maldición!—dijo Dae-su y noté como empezaban a golpear a mi abuela.

Todos se levantaron menos yo hasta que lo escuché.

—¡Hay un zombie aquí!—gritó Dae-su.

Eso me hizo levantarme con dificultad y me apoyé en el camión.

Vi como la golpeaban.

—Basta.—es lo único que pude decir pero nadie me escuchó.—¡Deténganse por favor!—les grité y pase por encima del montacargas del camión y me lancé sobre Dae-su.

—¿Qué haces?—me gritó confundido por mi reacción. Me puse sobre el y empecé a golpearle la cara.—¡Hee-do!—me gritó.—

—¡Te dije que ya desgraciado!—le grité mientras lo golpeaba y me pudo hacer a un lado tirándome al suelo y Woo-jin y Joong-yeong la golpeaban.—¡Dije que paren!—les grité pero no le escucharon y cuando le intenté plantar me resbalaba por la lluvia hasta que pude, Su-hyeok salto el montacargas y corrió para abrazarme por la cintura.—¡Suéltame!—le grité llorando y todos se acercaron.—¡Que me sueltes carajo!—le grité y On-jo me agarró del brazo para calmarme.—¡ABUELA!—grité con todo el aire que pude y dejaron de golpearla.—Abuela...—dije rompiendo en llano y cayendo al suelo ya que Su-hyeok me soltó.

Todos miraban la escena con tristeza.

—Rápido.—dijo Nam-ra aguantándose las lágrimas al escuchar más zombies.

—Ya vámonos.—dijo Su-hyeok.—¡Corran!—le gritó al resto y empezaron a correr menos Nam-ra que se esperó.

Su-hyeok, Cheong-san y On-jo permanecieron conmigo.
Cheong-san tenía la mano en mi espalda y On-jo y Su-hyeok me agarraban de un brazo cada uno.

—Venga Hee-do.—me dijo On-jo triste y empecé a temblar de nuevo.

—Tienes que tranquilizarte.—me dijo Su-hyeok manteniéndose fuerte.

—Váyanse ustedes.—dije con la voz rota.

—No te dejaremos.—me dijo Cheong-san.

—Vamos.—le dijo Su-hyeok y entre los tres me levantaron y me hacían correr, Nam-ra nos estaba esperando.

Cuando escucho un trueno Nam-ra se paró y Cheong-san la ayudó.

Iba de la mano de Su-hyeok y de On-jo y miré atrás para ver a mi abuela por última vez.

—¡Abuela!—le grité aún llorando.—¡Mamá!—volví a gritar aceptando que había muerto y recordé.

El día que llegue a su casa.

—¿Es la casa de la abuela?—le pregunté molesta.—¿Que voy a hacer aquí? No le gusta esta parte de Hyosan.—le dije medio dormida por haber dormido en el camino.

—Eso es tu problema.—me contestó mi padre molesto.—Ya no te aguanto.—me dijo y yo asentí.

—Esa mujer te obliga ¿verdad?—le pregunté refiriéndome a mi madrastra.—No quiere verme mas.—

—Cállate.—me ordenó mi padre alzando el dedo índice.—Te ha tratado como a una hija.—me mintió.

—¡Ella no tiene moral ninguna!—le grité con los ojos cristalizados.

—Solo faltaba que la insultaras.—la defendió mi padre.—Ya basta, haz lo que quieras.—me dijo y se subió al coche, saco un sobre y me lo tiró por la ventanilla.—¡Y no vuelvas a llamarme! ¡Ya no tienes padre!—me dijo mientras recogía al sobre del suelo y lo abrí cuando en puse en pie y se fue.

—¿Así es como quieres callar tu conciencia?—le pregunté alzando el sobre, el coche ya se había ido y empecé a llorar y tire el sobre al suelo con rabia.—¿Qué clase de padre eres?—grité con un nudo en la garganta.—¡Yo tampoco quiero verte y no voy a cuidarte cuando seas mayor!—grité empezando a llorar.—¡No olvides que soy tu hija! ¡No puedes dejarme en la calle!—grité tirando mi mochila al suelo y caí de rodillas al suelo y apoyé mis manos en mis rodillas.—Mamá...—dije mientras lloraba.—No me lo merezco.—dije entre sollozos

—¿Qué haces ahí tirada?—me preguntó mi abuela llegando a mi lado y me limpié las lágrimas.—Vaya, mira.—dijo sorprendida.—¿No estarás llorando?—preguntó sarcástica.

—¿Llorar por que?—dije limpiándome la cara.

—¿Y tu padre?—me preguntó.

—Se ha ido ¿no viste?—le contesté de mala gana y agarré mi mochila del suelo y fui a por la otra que mi padre había dejado en el suelo con ropa.

Mi abuela fue a por el sobre y vio el poco dinero que había.—Viene hasta aquí y no es capaz de saludar a su madre.—dijo molesta.—Que decepción, no eres mi hijo.—maldijo y fue conmigo.—Vamos cariño.—dijo abrazándome por la cintura.

Cuando me di cuenta estábamos en el auditorio.

—Corran.—nos dijo Nam-ra.—¿No le escucharon?—le preguntó sarcástica a Joong-yeong que estaba a su lado.—¡Corran!—nos gritó.

Un rayo iluminó el salón y os zombies nos vieron y vinieron por nosotros.

Su-hyeok me dejó con On-jo para irse a pelar.

No me había dado cuenta de que íbamos con la hermana de Woo-jin, Ha-ri, Mi-jin, un chico del club de tiro y un estudiante que desconocía su nombre.

—¡Por aquí!—gritó Ha-ri abriendo el almacén y nos metimos dentro.

Pude escuchar como Mi-jin gritaba por su amigo herido.

Cerraron la puerta y escuchaba los sollozos de Mi-jin.

Yo solo estaba apoyada en una carro de pelotas.

Ya no tenia motivos para vivir.

Estaba en silencio.

—Oye Hee-do.—me llamó Dae-su.—Lo siento mucho.—se disculpó.— No sabía que era tu mamá.—me dijo pero yo no podía reaccionar.

—Dae-su.—lo llamó Su-hyeok poniendo su mano en su hombro.—Ahora no.—le dijo y Dae-su se fue.

Ya no tenia fuerzas.

Caí al suelo y ambos se pusieron a mi altura.

—No, no puede ser.—dije con voz temblorosa y empecé a temblar de nuevo.

—Tienes que controlarte.—me dijo On-jo tomándome de la mano.

—No quiero.—dije levantándome dispuesta a salir pero Su-hyeok me agarró por la cintura y me abrazó.—¡Suéltame!—le grité.—¡Déjame morir!—le pedí y me tiré al suelo.

Su-hyeok no me soltó y nos quedamos todos dormidos.

Realmente no estaba durmiendo.

Estaba muriéndome por dentro.

Estaba muriéndome por dentro

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LINDAS LAS TWICE.

Tengo ganas de que vean el final.

CHAUU

ℌ𝔲𝔶𝔢 𝔰𝔦𝔫 𝔪𝔦𝔯𝔞𝔯 𝔞𝔱𝔯𝔞𝔰. 𝔈𝔰𝔱𝔞𝔪𝔬𝔰 𝔪𝔲𝔢𝔯𝔱𝔬𝔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora