03. Sirius Black

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Sirius Black
Cepillar tu cabello

-Estás tardando siglos.

Sonríes ante el sonido de las ligeras burlas de Sirius.

-Casi termino.

-Bien. Mi regazo se siente demasiado vacío hoy.

Está delirando si cree que te vas a sentar en su regazo. Frotas las puntas de tu cabello con la toalla y respiras el olor cremoso de tu acondicionador, inclinando la cabeza hacia un lado para mirar a tu novio sentado cerca de la ventana abierta del dormitorio. esta fumando

Apaga el cigarrillo en su pequeño cenicero y lo cubre con una tapa tintineante para ocultar el olor. Él mira hacia arriba, y sabes por la laxitud asentada y no sorprendida de sus ojos y labios que sabía que estabas allí todo el tiempo. Te dejaba mirarlo, y ahora te mira.

-Tengo que decirte algo- Dice, limpiándose la punta de los dedos, su única forma de decir. Lo que sea que vaya a decir, te va a poner nervioso. Efectivamente, continúa: -Cada vez que sales de la ducha con el pelo mojado, siento que es la primera vez que te veo.

-¿Parezco alienígena? -preguntas, secretamente preocupada.

-Te ves impresionante, pero ese no es el punto.

Encantada, te acercas al final de la cama y te subes a las sábanas de rodillas, con los pantalones del pijama subidos por las pantorrillas. Sirius se encuentra contigo donde estás sentado, colocándose en ángulo adyacente, y los tira hacia abajo distraídamente.

-No lo sé. Me encanta cómo te ves cuando tienes el pelo mojado, y... -inclina la cabeza como si estuvieras contando un secreto - cuando estás cansada

-No estoy cansada - mentiste.

-Te creo.

Obviamente no lo hace. Ambos son mentirosos sonriéndose el uno al otro, esperando que el otro se rompa. Miras hacia otro lado primero, dejando caer la toalla húmeda de tu cabello en tu regazo. Tus hombros se elevan espontáneamente, tu desgana es clara incluso cuando no lo has dicho en voz alta. No querrás terminar de prepararte para ir a la cama.

Sirius aún no te ha tocado, pero lo hará. Su mano se cierra alrededor de tu tobillo, trepando por debajo de los pantalones que acababa de corregir. Te derrites verdaderamente.

-¿Me cepillarías el pelo?- preguntas, cerrando los ojos.

-Sí - dice. - yo lo hago.

El cajón de la mesita de noche se abre, las ruedas corren sobre los rieles. Lo escuchas sacar tu cepillo para el cabello y un poco de suavizante, y tu piel prácticamente arde cuando se sienta detrás de ti.

Él tira de ti hacia él con manos suaves pero innegablemente fuertes, su antebrazo persiste donde presiona contra tu caja torácica.

-Sabía que terminarías en mi regazo- dice.

Sonríes a tu pesar y cubres su mano con la tuya. Sus dedos son largos y diestros debajo de los tuyos.

Después de un momento de tranquilidad, se aparta y empieza a cepillarte el pelo. Hace que sea un proceso largo con la suavidad con la que lo hace, sin tirar ni una sola vez de los enredos. Te frota el producto en el cabello, se limpia las manos rápidamente con la toalla y luego lo cepilla. Persevera hasta cepillar cada mechón de cabello, suave y aún húmedo. Tenías la intención de hablar con él sobre la marcha, preguntarle cómo estuvo su día, pero la sensación de sus manos en tu cuello, tus hombros, las cerdas del cepillo contra tu cuero cabelludo y el calor y la firmeza de él detrás de ti: Sirius es una seguridad tranquila.

-¿Como voy?- pregunta en un murmullo.

-Gracias.

-Todavía no has mirado

-¿Necesito mirar?- preguntas, convirtiéndote en él solo una pizca.

Sirius toma la indirecta, dejando el cepillo a un lado para poder acomodar tu peso. Deja caer su rostro en tu hombro con un gemido.

-Sí -dice. Él besa tu hombro suavemente. -Lo he hecho todo un lío. Pero un nido de pájaros está con los tiempos. Quiero decir, mira a James.

Te ries. Estás en una posición sesgada; no quieres subirte por completo a su regazo, así que giras todo lo que puedes y lo abrazas hasta que él te devuelve el abrazo.

-No eres amable con James considerando cuánto lo amas. Odio pensar en lo que dices de mí cuando no estoy cerca.

-Yo digo cosas peores

-Lo sabía.

-Mucho peor. - Él acaricia tu cabello.

Sabes que está bromeando. James te envió un mensaje de texto una vez para preguntarte si te ardían los oídos, porque Sirius había estado 'enloqueciendo por el tono de tus ojos durante los últimos cinco minutos', y sin ofender ni nada, pero James ya tiene un estómago sensible.

Sirio es encantador. Él canta tus alabanzas y te peina el cabello y te abraza como te abraza ahora, como si fuera lo único que siempre ha querido hacer.

-Gracias por cepillarme el pelo- murmuras.

Se aparta de ti lo suficiente como para ver tu rostro, metiendo un mechón de seda detrás de tu oreja.

-De nada. Sabía que estabas cansada. Tuviste un largo día, cariño

-Lo hice, pero... parece que vale la pena

-¿Sí? -pregunta Sirius, una presunción familiar arrastrándose en su tono.

Te encoges ante el sonido. No porque no te guste, al contrario, y los dos lo sabéis. Él puede llevarte exactamente donde quiere que estés con una sola palabra.

Se ríe mientras deslizas tu cara hacia atrás en su cuello.

-Sé amable -dices.

-Lo intentaré. Sin promesas

-
Yo solo traduzco! Está historia le pertenece a : @Luveline - Tumblr.

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