Sirius Black
DominadoSirius Black no era ajeno a las conexiones extrañas o las aventuras de una noche, pero tú fuiste la primera persona que conoció de la que quería algo más .
Fue una experiencia nueva para él, pero también para ti: las citas, los cortejos y las semanas de bailar en torno a tus sentimientos hasta que alguno de los dos decidió dejar crecer las pelotas y admitir cómo se sentía. Era nuevo y fresco, pero era lo mejor que les había pasado a ninguno de ustedes.
Había tantos aspectos de una relación que Sirius nunca pensó que querría: el contacto físico constante, las bromas compartidas que te hacían reír hasta que te dolía el estómago, la seguridad constante de que había alguien que te quería.
Pero había otras cosas que nunca se le habían pasado por la cabeza, cosas con las que nunca pensó que se sentiría cómodo hasta que llegó a ti.
-Mantén tus manos en la cabecera, bebé, tal como te pedí.
Todo su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas y su cerebro se sentía borroso y todo lo que realmente quería era tocarte. Quería tocarte, sentirte y hacerte sentir la mitad de bien de lo que lo habías estado haciendo sentir durante la última hora, pero en lugar de eso, sus manos estaban atadas a la cabecera de su cama, su ropa abandonada en el suelo y su increíblemente sexy novia a horcajadas sobre él en piezas de tela de encaje que le daban vueltas la cabeza.
-Mi chico es tan bonito - susurraste, tus tetas casi se derraman fuera de tu sostén mientras te inclinabas para presionar suaves besos a lo largo de su mandíbula. El chico gimió debajo de ti, frunció los labios para besarte, pero no mordiste el anzuelo. -Solo quiero mantenerte así para siempre.
-Bebé, por favor - gimió, sus ojos se cerraron cuando tus caderas rodaron contra las suyas.
-¿Qué deseas?- preguntaste, tus ojos oscureciéndose cuando comenzaste a besar su cuello y pecho. -Dime que quieres.
-Tú -dijo con voz áspera, las palabras se ahogaron un poco cuando tu mano se envolvió alrededor de su pene, rojo y goteando y desesperado por tu atención.
-¿A mí? Me tienes -susurraste, tus ojos encapuchados cayeron sobre su pene mientras tu mano comenzaba a acariciarlo lentamente. Arriba y abajo, observando la forma en que su punta goteaba pequeñas gotas de líquido preseminal que frotabas a lo largo de su cabeza.
-Oh, mierda - gimió, su cabeza cayó hacia atrás contra la almohada mientras sus caderas se sacudían contra tu mano. -Por favor por favor por favor-
-¿Mi niño bonito quiere venir?- preguntaste, colocando suaves besos a lo largo de su pene mientras continuabas acariciándolo a un ritmo lento.
-Por favor, amor, por favor- gimió, sus piernas temblaban ligeramente mientras trataba de follarte la mano, pero su miseria terminó rápidamente cuando comenzaste a acelerar.
No podías apartar los ojos de él, la forma en que sus abdominales se contraían y su pecho se agitaba con rápidos jadeos y la forma en que sus uñas se clavaban en la madera de la cabecera. Era un espectáculo digno de ver y era una imagen que querías conservar para siempre: la visión de Sirius Black deshaciéndose.
En el segundo en que tu mano libre se inclinó para ahuecar sus testículos, él estaba listo ya que se corrió en rápidos y cortos chorros por todo su pecho. Ni siquiera podía pronunciar una oración coherente mientras gemía y gemía por ti, su cuerpo temblaba de alivio cuando el orgasmo lo invadió.
Ni siquiera tuvo tiempo de recuperar el aliento antes de que te arrastraras sobre él.
Levantó la cabeza para mirarte, sus mejillas ardían ante la vista antes de notar la forma en que te inclinaste para lamer entre las crestas de sus abdominales donde había aterrizado su semen. Sirius gimió, un sonido de puro y crudo placer.
Su respiración se aceleró y su polla estaba dura una vez más mientras te miraba lamer el semen de su estómago y pecho hasta que tus labios estuvieron a centímetros de los suyos. Y luego te inclinaste para besarlo, lento y desordenado y el sabor de él mismo en tu lengua y Sirius solo pudo gemir de placer.
-Joder, te amo- exhaló, su voz un poco quejumbrosa cuando tus caderas se balancearon contra su polla.
Solo sonreíste en respuesta. -Yo también te amo, niño bonito.
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Yo solo traduzco! Está historia le pertenece a: @theempoflun - Tumblr.