Dinasty

1K 96 67
                                    

29 de Julio de 1980

En una de las mansiones más lujosas y alejadas de la Inglaterra Mágica, una bruja de sangre pura albanesa; con la tez pálida; castaña y de ojos verdes como la esmeralda, estaba en trabajo de parto en la planta alta, acompañada por sus dos mejores amigas y su suegra.

—Vamos Aisha, tú puedes, sólo una vez más—Pidió la madrina de su futuro hijo y la bruja lo hizo. 

Pujo una vez más dando a luz a un niño saludable, con el cabello azabache igual al de su padre, pero indomable como el de su madre y de ojos verdes como toda su familia materna. Ese mismo pequeño también fue quién llenó la mansión con su llanto, anunciando su llegada, causando que su tío en todo menos sangre, padre, abuelo y futuro padrino, subieran corriendo las escaleras como si un dementor los persiguiera.

—Es un niño—Dijo la castaña con los ojos llenos de lágrimas arrullando a su bebe, mientras su esposo se acercaba lentamente a la cama.

—Sebastian—Un débil susurro salió de los labios del mago

—Sí, nuestro pequeño Sebastian Severus—Eso lo hizo reaccionar

—Por amor a Merlín mujer, no puedes condenarlo con ese nombre—Todos en la habitación soltaron una carcajada

—No me parece un mal nombre—Mencionó un mago mayor, también azabache y de ojos azules, pero con pequeños destellos rojos.

—Dices eso porque tú lo elegiste, padre. La verdad no entiendo como mi madre lo conservó…

Pero antes de que pudieran seguir discutiendo nombres, la felicidad se vio reemplazada por temor y tensión cuando una gran explosión se escuchó en los límites de la propiedad, activando las protecciones.

—¡Saca a tu hijo y esposa de aquí ahora, Severus! Tiene que ser la maldita Orden... ¡Lucius tu brazo! —Rápidamente el nombrado estiró su brazo izquierdo hacia su señor, revelando su marca. 

Voldemort la tocó con su varita convocando a sus seguidores, adjuntando un mensaje para que supieran que estaban siendo atacados.

Simultáneamente tres brujas salieron corriendo de la habitación para ir a ver que estaba sucediendo, y la pareja que se había convertido en padres, se dirigió a la red flú. Sin embargo, al llegar a su chimenea se dieron cuenta que ésta había sido bloqueada con un hechizo que no pudieron contrarrestar, el mismo que al parecer no les permitía aparecerse.

—Aisha quédate con Sebastian y protege la habitación cuando me vaya. Iré a buscar una forma de sacarnos de aquí o buscar a quién lanzó el hechizo; una vez muerto los llevaré a un lugar seguro—Tomó el rostro de su amada entre sus manos y le dio un fuerte beso en la frente— Lo prometo, los sacaré de aquí, pero por favor no hagas nada estúpido

—No lo haré y no permitiré que toquen a nuestro hijo, Severus.

Él asintió y besó a su hijo en su pequeña cabeza, antes de salir corriendo hacia la lucha. Si tan solo hubiera sabido que iba a ser la última vez que vería a su esposa con vida, se hubiera quedado a su lado.

Severus, al llegar a la batalla que se desarrollaba en la planta baja, logró ver a casi todos los miembros de la Orden y rápidamente se encontró con su padre en medio de un duelo vivaz con Dumbledore, por lo que intento acercarse, cuando una maldición cruzó por su lado.

— ¡Quejicus! Quién lo diría ¿Vienes a salvar a tu “Señor”?

—Potter—Siseó con asco, antes de que las maldiciones comenzarán a volar entre ellos.

Tras unos minutos de haber comenzado el conflicto, alguien gritó que la tarea había sido cumplida; por lo que, tras una sonrisa de superioridad por parte de su peor acosador, la Orden comenzó a irse en varios rastros de humo blanco.

La Otra Cara de la MonedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora