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-¿Para qué queremos aliarnos con los Lannister?- La voz de Daemon resonó. Alicent le miró acusatoriamente, a ella nunca le había agradado aquel hombre y con lo que acababa de decir, menos. (si eso era posible)

-La pregunta sería ¿Por qué no queremos?- Alicent jugueteó con la copa de vino entre sus dedos, su mirada estaba clavada al vino intacto, que no había probado siquiera. 

-Ya tenemos todo lo que un reino desearía...- Daemon se colocó en la silla, haciendo que sus brazos quedasen apoyados el mesa y que su cuerpo quedara encorvado para delante. Rhaenyra observó con cautela las palabras que su marido iba a elegir.-Tenemos flotas, propiedades, guardias y lo mejor... Dragones ¿Para qué diablos queremos algo más?-  Alicent levantó la vista indignada.

-La gente podrá revelarse en contra de nosotros. Dentro de tiempo, pero lo harán.- La mujer meditó las palabras con las que hablaba y Rhaenyra, mientras miraba como la mujer actuaba se preguntaba en donde quedó la verdadera Alicent de la que fue amiga.-Tenemos el trono de hierro y el trono lo quieren todos.- La mujer dio un sorbo al vino (finalmente) 

-Tu misma lo dices, tenemos el trono de hierro.- Continuó el hombre.

Rhaenyra miró a su marido tratando de alertar de que podía pasarse y provocar a Alicent. Aunque en el fondo Rhaenyra opinaba igual que su marido, era una estupidez seguir queriendo más.

-¿Por qué te importa tanto lo que decida para mi hijo?- Los ojos de Alicent chocaron con los de Daemon y la habitación entera se quedó con  una neblina de incomodidad.

-Yo no le haría eso a mis hijos.

Hubo silencio.

¿Hijos? Esos dos bastardos no eran hijos de Daemon, eran simples gusanos asquerosos que acabarían con todo.

- Yo haré lo que quiera con los míos.

Y con esas palabras la mujer se levantó, dejando la copa en la mesa con un movimiento brusco que salpicó liquido escarlata en el mueble.

Dramática. (Pensó Daemon)

-¿Tenías que ser así?- Rhaenyra rompió la falsa pared de tolerancia a Alicent. Dejando relucir que ella ya no tenía aprecio ninguno por la mujer.

-¿Hacer el qué?- Rhaenyra se levantó y Aemond la imitó. La pareja quedó de pie y mirándose los unos a los otros.-¿Aconsejar? Ambos sabemos que Alicent está siendo una necia ¿Por qué no empareja de una vez a Aegon y Helaena? No, ella tiene que empezar con el rarito que odia a las personas.- Resopló.

-Alicent es complicada...- Musitó.

-Tu la defiendes.

-No, no defiendo que sea tan cruel. Pero comprendo su manera de pensar y tu eso no lo haces.- Rhaenyra se llevó una mano a la cabeza y se empezó a frotar la sien, mostrando su desespero.

-Siempre está pensando en que nos arrebatarán el trono ¿Y si ella es la que lo hace?- Rhaenyra se quedó quieta, ofendida y dolida por el golpe bajo de su marido. Odiaba hablar sobre conspiraciones estúpidas de que el reino seguía dividido (aunque era obvio).

-Daemon, ni se te ocurra desarrollar esa suposición. Alicent no hará tal cosa.- La mujer trató de controlar la situación, pero no parecía ser así.

-Rhaenyra, ya lo hizo una vez ¿Qué te hace creer que no lo hará de nuevo?- Una risa sarcástica salió sin vergüenza de los labios de Daemon.

-Daemon. Para, odio hablar de esto y odio sacar el tema de los team green, eso ya es pasado.- Rhaenyra deseaba que la discusión terminase allí, no podía ni soportaría volver a discutir por algo relacionado con la división.

Out Of The Woods | LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora