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¿Un niño cruel? No, Aemond nunca fue un niño cruel, siquiera trató mal a Lucerys; de hecho, siempre adoró la melena rizada y salvaje del niño. Bueno, siempre hasta que su padre murió. Ahí su madre comenzó a tejer una red de mentiras para aumentar un odio ficticio entre tío y sobrino, un odio que jamás existió y que fue creado por el vigor de la corona.

Los niños son tan vulnerables que si le repites algo diariamente se lo creerán. 

Aemond creció en un ambiente de manipulación y de un amor no estable proporcionado por su madre. Aemond era el menor de los hermanos, pero era el favorito y debía de actuar como el mayor; pero a su misma vez era el que debía demostrar más a Alicent, haciendo así que por el mínimo error que cometiese se quebrase en miles de fragmentos (que su madre jamás recogería.)

Aemond era tan solo una bola de miles de trozos de cristal quebrados, que reflejaba lo que los demás querían que fuese proyectado en él; nunca mostraba su verdadera personalidad por miedo a no ser suficiente y por miedo a ser rechazado por su madre. 

Eso le había llevado a odiar cada versión de el, que no era aceptada por su madre, como la obvia homosexualidad que albergaba en su interior, tan oculta como si de oscuridad se tratase y es normal, teniendo en cuenta los pensamientos de aquella época.

Y ahora miraba con cuidado de no ser captado por su sobrino. En medio del terreno, Lucerys estaba corriendo y saltando, se encontraba jugueteando con uno de los perros que eran propiedad del reino. Aemond envidiaba a Luke por poder ser como quería, por poder reflejar lo que desease, sin el miedo constante de las miradas acusatorias de su madre.

Los rizos se balanceaban por cada movimiento que Lucerys daba, las carcajadas se escuchaban y el perro corría y saltaba por todo el terreno persiguiendo a Lucerys, el que cada vez parecía otro cachorro más.

Si hubiese sido otro momento, otro lugar en el que no se hubiesen odiado, en el que no hubiese un rencor tan grande entre ellos...Aemond probablemente estaría jugando con Luke.

Aemond corriendo, con la melena rubia despeinada y una sonrisa enorme; sin un parche cubriendo una cicatriz en su ojo, con un ojo en vez de un zafiro azul cubriendo una herida pasada. Lucerys riendo igual de alto, o incluso mucho más.

Pero nada de eso paso, siquiera por la mente de alguno de los dos. Aunque tal vez, en otro universo no muy lejano si estaba pasando ¿Quién demonios sabe? 

-¡Oh! Joder...- Masculló Luke. Cayendo contra el piso embarrado y con un enorme chucho sobre el, definitivamente no había nada peor.

-¡Quita!- Repetía Lucerys, pero el perro permanecía sobre  el, lamiéndole el rostro como si fuese un juguete para perros.

Niño estúpido. 

Pensó Aemond, viendo como, definitivamente el perro no se iba a mover sobre de Luke.

-Eres tan idiota que hasta un perro puede tirarte.- Insultó Aemond.

Su tío logro que el chucho se fuese, Lucerys se había quedado sentado sobre la tierra húmeda y con restos de barro por la cara (Sus perfectos rizos habían quedado desaliñados)

-Estaba jugando, es obvio que haya logrado tirarme.- Resopló el chiquillo.

Aemond se fijo en el rostro de Luke, en concreto en un rizo, el cual tapaba un ojo de Lucerys y le hacía verse más inocente de lo que era. Reconoció el impulso de querer apartarlo con sus propias manos. Mierda.

-Tienes la cara hecha un desastre.- Aemond decidió evadir los ojos del menor y clavó la mirada en el rizo mal colocado.

Luke se incorporó y se puso ese mismo rizo por detrás de la oreja, Aemond en el fondo (muy fondo) adoró ese movimiento.

Out Of The Woods | LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora