|Capítulo II|

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- Aniue es muy tranquilo mientras duerme- Observó Yoriichi.

En las dos semanas después del... accidente de Michikatsu, las cosas habían cambiado mucho desde entonces.

Para empezar, Yoriichi se había retirado temporalmente de la cofradía de cazadores para cuidar a tiempo completo a su hermano, ya que no podían mantenerlo en la finca Ubuyashiki para siempre y los médicos de la compañía tenían prioridad para atender a los heridos en combate. No es que no pudieran cuidar al pilar, pero no podían estar pendiente de alguien inconsciente en todo momento con tanto trabajo para hacer.

Y en realidad no había nadie más para realizar la terea, ya que según lo que había investigado el patrón, la esposa de Michikatsu se había vuelto a casar y sus hijos aun eran demasiado jóvenes para realizar el cuidado. Lo que dejaba como único encargado a Yoriichi, aunque no es como si lo molestara. El mismo se ofreció apenas se había hecho el anuncio de búsqueda de enfermero.

Ambos se mudaron a una propiedad de los Ubuyashiki, con todo lo que el gemelo menor necesitaría para cuidar a su Aniue. Desde una habitación lo suficientemente grande para dos futones, un baño con tina y un banquillo, comida para él y su hermano y los múltiples elementos para cuidar a una persona en coma por un largo tiempo. Actualmente los gemelos estaban en su cuarto compartido, con Yoriichi arrodillado acariciando la mejilla de su hermano.

- Aniue, la casa que nos prestó el patrón es muy linda- Le contó sobre lo que había, aunque no iba a recibir una respuesta- No es tan grande como la finca de padre, pero tiene un patio. Cuando despiertes podríamos volar cometas como cuando éramos niños- Le dio una sonrisa suave.

El gemelo mayor no respondió, pero Yoriichi siguió hablándole sobre como fue su día, que había desayunado y como su cuervo intentó de nuevo anidar en su cabello. Inconscientemente intentó actuar como si su hermano lo estuviera escuchando e ignorando como siempre, que solo estaba muy cansado y trataba de dormir, que se canso de decirle que se callara y ahora fingía dormir.

Necesitaba creer que su hermano aun seguía con él. Que no estaría en coma para siempre.

Que las vendas que cubrían todo su cuerpo solo serian temporales. Los múltiples sueros en los brazos de Aniue serian reemplazados con un poco de arroz y pescado que habían en la alacena. Su hermano elegiría que ropa ponerse, en lugar de dejar a Yoriichi indeciso sobre con cual debería vestirlo para no tener frio. Los entrenamientos continuarían y Aniue lo reprendería por dejar entrar animales salvajes a la casa otra vez, a pesar de que estos ingresaban por algún lugar que desconocía. Sacudió la cabeza eliminando esos pensamientos, se levantó de su lugar y fue a preparar la tina para su hermano, ya que la hora del baño se acercaba pronto.

Su hermano se levantaría, podía asegurarlo, ya que Michikatsu era tan terco como una cabra, y podía ver como sus órganos se volvían de a poco cada vez más fuertes. Y toda esta vida diferente pronto seria anecdótica, ya que ambos volverían a ser los gemelos Tsugikuni, los mejores cazadores de todo Japón, o así los describía Aniue. Ambos estarían juntos hasta el final y morirían de viejitos, quizás durmiendo en el mismo futon, pensó divertido el hermano menor.

Porque pese a que la vida se había cansado de escupirle, Yoriichi tenia esperanza.

Tenia esperanza de que todo seria para mejor.

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La suerte al fin estaba del lado de Muzan.

No solo había conseguido en sus filas a una demonio muy poderosa que le construyó una fortaleza impenetrable, sino que también ya no había tenido tantos problemas de plagas en los últimos días.

Los cazadores de demonios eran una de las cosas que mas molestaban al demonio. Desde los últimos cinco años se habían vuelto mas poderosos que antes, usando sus llamadas respiraciones que le permitían ganar terreno en su lucha, protegiendo zonas potenciales donde el lirio araña azul podría estar escondido. Además de que asesinaban a sus demonios, obligándolo a reponer a los desperdicios de sangre cada vez que disminuían en gran cantidad.

Pero el mayor de sus problemas era el cazador de los aretes hanafuda.

Era la pesadilla de los demonios, al grado de que su presencia hacia temblar al mas valiente o estúpido de ellos. Siempre que uno moría a manos de aquel cazador le llegaban los últimos momentos de su súbdito, inundados del dolor y terror que aquel sujeto les hacia experimentar con su respiración solar. El espadachín tenia un nivel de intimidación comparable al del mismo Muzan o incluso superior, lo que ponía furioso al rey, ya que solo él debería tener tal poder ante sus demonios.

A pesar de toda la evidencia, Muzan no le temía a aquel cazador. Era un simple humano mas que moriría con un golpe de sus manos. Y, según sus espías, el hombre se había retirado de la compañía de cazadores por asuntos médicos. O así cuchicheaban los cazadores poco antes de ser devorados por su propio descuido.

Que ironía. Tan endiosado pero cae ante una enfermedad como todos los humanos.

Si alguna vez Muzan se cruzaba con él, se aseguraría de darle una lección por todos los disgustos que le hizo llevarse.

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Estornudo suavemente.

Según Uta, cuando alguien estaba hablando o pensando en ti, te pondrías a estornudar aun si no estabas enfermo. Era una cosa que solo dicen los niños, pero el que ella lo diga solo lo hace mas especial en sus recuerdos.

Piensa constantemente en ella.

Aun recuerda el calor de su cuerpo, la dulzura de sus ojos y la sonrisa brillante. Los recuerdos de los momentos que ambos vivieron siempre están en su mente, desde las caminatas que ambos hacían hasta las cenas que compartían en las noches.

Pero el que mas perdura es cuando encontró su cuerpo. Su calidez se transformó en un sangriento frío, ya no hubo mas sonrisas y sus ojos habían perdido el brillo de la vida. Los diez días que estuvo abrazando los cuerpos de su familia son uno de sus recuerdos mas dolorosos, y por mas que intente disminuir el dolor, este nunca se detendrá.

Uta lo abandonó, y nunca volvería a recuperarla.

Negó con la cabeza, necesitaba concentrarse. La cena no iba a hacerse sola. Además, no puede ser tan egoísta de permitirse pensar en su dolor cuando su Aniue lo necesita.

Solo desearía que las cosas hubieran sido mejores.

Dependencia || Demon Slayer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora