|Capítulo V|

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Era el día más feliz de su vida.

Usualmente, no sonreía muy seguido. La gente incluso pensaba que era un muñeco por lo inexpresivo que era su rostro. Pero la verdad, es que sentía la alegría en su interior, eso es todo.

Pero cuando se trataba de Aniue, sus emociones y expresiones brillaban más que nunca.

En este momento, su hermano volvió con él por arte de magia. Sentía que su corazón latía rápido ante toda la emoción de que Michikatsu haya vuelto con el.

Aniue actualmente reposaba en sus piernas, volviendo a dormir apenas despertó, pero esta vez podía oír los leves ronquidos de su hermano. Con el mundo transparente pudo ver que no estaba en el coma de nuevo, que lo que pasó no fue un sueño. Yoriichi se relajó contra el arbol, realmente su hermano había despertado.

Después de ocho semanas Michikatsu estaba de nuevo con el. La espera fue larga, y pese a que no tenía problemas en atender todas las necesidades de su hermano mayor, en el fondo estaba feliz de que regresara, ya que al fin no estaría solo de nuevo. Al fin Aniue le volvería a hablar, comerían juntos y podrían estar bien.

Después de todo, una persona solo podía aguantar un tiempo antes de quebrarse.

Yoriich acariciaba el cabello de Aniue mientras seguía leyendo, dejando que Michikatsu duerma tranquilo después de mucho tiempo. Así fue hasta que la noche llegó, en la que tuvo cuidado para cargar a su hermano para entrar a la casa, con cuidado de que no se caiga, ya que se empezaba a imaginar las palabras que Michikatsu le diría si se despertaba en el piso por torpeza de su gemelo.

Al entrar a su habitación dejó a su hermano mayor en el futón, tomó papel y un poco de tinta, redactando una carta para el patrón Ubuyashiki y otra para el doctor, informándoles sobre la situación de su hermano y como seguir con el tratamiento. Al finalizar le pidió a Akeno, su cuervo, que las llevará.

Minutos después, empezó a preparar la cena. Mientras el arroz se cocinaba le quitaba las espinas al pescado, con cuidado de no destrozar la carne por error, pensando en cómo las cosas habían cambiado en la tarde.

En las semanas en las que Michikatsu estaba en coma, Yoriichi hizo todo lo necesario por este. Desde cambiarle la ropa hasta bañarlo, darle de comer por el suero y estar para él en todo momento. Era algo que le costó hacer en un inicio, pero ya estaba bastante acostumbrado, y no le molestaba hacerlo, es más, desde su perspectiva lo unió mucho más a Aniue que antes.

Pero todo de repente... se acabó.

Quizás necesite ayuda por unos días más, pero... Michikatsu se levantaría y volvería a su vida normal... o trataría, ya que definitivamente no podría ser cazador después de su accidente, les dijo el doctor aquella vez. Pero eso no le impedirá seguir adelante, caminar por su cuenta y hacer sus cosas solo.

Ya no necesitaría a Yoriichi.

Apretó el cuchillo con fuerza. Era muy egoísta pensar así. Debería estar feliz por su hermano, que no tendría que esperar más a que despierte y que volverían a estar juntos.

Pero una parte de él se quedó con el comatoso Aniue en sus piernas.

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El olor del arroz lo despertó de su sueño, junto a la familiar voz que conocía desde su nacimiento.

- Aniue, por favor despierta.

Abrió los ojos lentamente y su mirada se enfocó en el rostro de Yoriichi, que estaba a su lado con una bandeja en manos y una pequeña sonrisa.

- La cena está lista, Michikatsu.

Asintió e intentó levantarse, pero al hacer esfuerzo sintió una punzada en la espalda que lo devolvió a su futón. El gemelo menor dejó la bandeja a un lado y lo ayudó a sentarse, lo cual le costaba mantenerse derecho. Yoriichi acomodó las almohadas para recostar a su hermano contra ellas.

- Aniue, no debes esforzarte mucho ahora -Dijo con una mirada seria- El doctor dijo que debes descansar y hacer el menor esfuerzo posible.

Abrió la boca para responder pero solo pudo soltar un quejido, con las palabras escapando de su lengua.

- No es necesario que respondas. No quisiera que desperdicies energía en eso, por favor.

Michikatsu rodó los ojos y cedió docil, dejándose manejar por Yoriichi, quien acomodó todo para que este cómodo. La bandeja reposaba en sus piernas, con el pescado y el arroz emitiendo un aroma apetecible. Agarro los palillos que Yoriichi le tendía, pero su mano estaba temblorosa y se le cayeron al intentar usarlo. El gemelo menor se dio cuenta y los tomó en su mano.

- Déjame ayudarte hermano -Dijo y tomó un trozo de pescado, y se lo acercó a la boca.

Con las mejillas sonrosadas por la vergüenza aceptó el bocado, y así fue hasta que el plato quedó vacío. El mayor tomaba una taza de té que su hermano sostenía para él, con mucho cuidado de no derramar el té caliente sobre este. Al terminar, el de aretes dejó la taza a un lado y acomodó a su hermano para que este acostado en el futón.

- Me alegro de que hayas despertado, Aniue -Dijo con una pequeña sonrisa, aunque no lo miró a los ojos como lo hacía siempre- Han pasado muchas cosas que quiero contarte.

Michikatsu le respondió, aunque su voz estaba rasposa, le costaba hablar después de mucho tiempo en coma.

- D-Dime que... paso... -Lo miró serio.

La sonrisa se borró del rostro del gemelo menor, pero respondió al pedido.

- Yo me retiré de forma temporal de la compañía cazademonios para poder cuidarte a tiempo completo, Aniue. Pero no te preocupes por eso, ya que el patrón Ubuyashiki nos ayudará.

Frunció el ceño molesto ante lo que escuchó. Yoriichi lo ignoró y siguió hablando.

- Tu recuperación irá bien si seguimos lo que el doctor recomendó... pronto podrás hacer tus necesidades... solo.

Sin prestar atención, Yoriichi bajo su mano al suelo, golpeando la taza a su lado, derramando el contenido sobre su hermano mayor. Al darse cuenta intentó atraparla ante de que caiga, pero no logró contener el líquido dentro del recipiente. La taza con el té caliente se derramó en el futón de Michikatsu, justo sobre su pierna izquierda. Cerró los ojos esperando que el té negro le quemara la pierna, pero algo extraño pasó.

El dolor nunca llegó.

Su pierna no dolía por la quemadura, nisiquiera pudo sentirla en su cuerpo. Es como si no estuviera unida a él, no podía moverla, por más que intentara no podía. Empezó a respirar hondo en un intento de tranquilizarse, pero no funcionó en lo absoluto. Michikatsu miró a Yoriichi a los ojos, intentando hablar lo mejor que pudiese para comunicar su problema.

- N-No... yo no... p-puedo sentir mis piernas... Yoriichi.

Dependencia || Demon Slayer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora