Capítulo 5. Déjame probarte.

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Las suaves sábanas rozan mi piel demasiado sensible. Un calor sofocante me cubre todo el cuerpo y comienzo a sudar. Siento una cosquilla ascender por mi vientre y una brisa de aire frío alivia por unos segundos mi alta temperatura. Me remuevo sobre la cama, buscando un alivio a esta sensación de estar acorralada que me llena por momentos. Sin embargo, un cuerpo duro se presiona contra mí.

Levanto mis manos y al tocar lo que sea que me tiene encerrada, me parece reconocer un pecho ancho y fornido; ahogo un jadeo al imaginar el dueño.

¿Chris? —jadeo, con un susurro.

—Sí, cariño, soy yo. —La voz del Chris de mi sueño se escucha baja y ronca. Sexy.

—¿Qué…haces? —pregunto, cuando una mano suya se pega a mi cadera y comienza a dibujar con sus dedos sin un patrón evidente.

—Te estoy dando lo que tú quieres —asegura y acerca su rostro al mío.

Yo mantengo los ojos cerrados, por miedo a despertar de esta increíble nebulosa; pero siento su aliento acariciar mis labios. Sin poder evitarlo, los separo, mi lengua sale sigilosa y los humedece.

—No me provoques —murmura, con un tono excitante.

Sus palabras envían corrientes de aire frío por mi nuca y a través de mi espalda.

—No…no es lo que pretendo —respondo con dificultad y ahogo un gemido cuando sus dientes se arrastran por mi cuello.

Una risa ronca sale de él. La vibración contra mi piel hace estragos con mi cordura.

—He ahí el problema, cariño —asegura y sus labios se pegan a mi cuello, dejan un beso húmedo y caliente—, que ni cuenta te das.

Ahora chupa en el mismo lugar, un poco más prolongado y yo suelto un gemido de satisfacción. Su boca sube y se dirige a encontrarse con la mía. La anticipación me tortura y tiemblo con nervios dilatados. De pronto, se detiene.
Siento el vacío entre nosotros cuando levanta su cabeza.

—Cariño, abre los ojos —pide, con voz hipnotizante.

Yo me quedo igual, si abro los ojos este sueño acabará y por lo menos, quiero tener la oportunidad de sentir sus labios sin que existan sus malditas reglas y condiciones.

—No.

—Quiero que seas consciente de todo, Andie.

Mientras lo pienso, muerdo mi labio inferior. Es una decisión complicada, puesto que, en mis más oscuros deseos, están las ganas de entregarme a él sin reservas. La situación está en que, al hacerlo, perdería todo de un plumazo.

Un dedo suyo roza mi labio.

—Te vas a lastimar —dice y yo suelto el labio que aún estaba mordiendo—. No dudes más. Déjame probarte.

Y acompañado de su petición, su cuerpo se restriega contra mí y luego, su boca está otra vez en mi cuello y continúa bajando. Sus manos se quedan a cada lado de mí y yo me abrazo a ellas cuando su lengua curiosa se acerca a mis pechos. Las sensaciones son tan intensas y desconocidas, que mi cabeza se inclina hacia atrás y jadeo con ansias.

—Eso es, cariño. Ahora…solo mírame.

Su orden, es como música para mis oídos. Me siento como una de esas chicas sumisas que se entregan sin dudar a las órdenes de su amo.

Abro los ojos.

El techo de mi habitación es lo primero que veo. La claridad del día entra por las rendijas de las ventanas y el ruido que acompaña al amanecer, llega a mis oídos.

SOLO UN PARA SIEMPRE [Trilogía Destinados 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora