Sus ojos son dos pozos oscuros y brillantes.
Su mirada está fija en mis piernas y cuando comienza a subir, yo sigo su recorrido. Con lentitud torturadora observa cada centímetro de mi piel; mis piernas, mis muslos expuestos, mi cintura ajustada, mis pechos firmes y casi descubiertos, mi cuello y, por último, mi boca.
Es tan intenso el momento que no escucho nada a nuestro alrededor, solo mi respiración, que está acelerada. Mi pecho sube y baja con nerviosismo y Christian enfoca sus ojos ahí; se relame los labios y sus ojos vuelven a brillar. Yo soy toda nervios, cierro mis manos en puños para que no vea el temblor que me provoca su presencia y su tan exhaustivo repaso.
—Estás preciosa —susurra, con una voz ronca que me provoca escalofríos.
Se incorpora de su posición recostada y viene a mi encuentro. Podría intentar alejarme, poner distancia entre nosotros; pero no es lo que deseo ahora mismo. Solo quiero tirarme al vacío, por una vez, sin pensar en las consecuencias. Quiero que termine lo que empezó en mi habitación. Y hoy, es el día.
Ante mi decisión de hacerle una proposición, cambio mi táctica. Trato de recomponerme a lo que él me hace sentir y asumo una postura más segura. Él lo nota.
—¿Qué haces aquí? —No es un reclamo, solo es una pregunta para amenizar el ambiente. Necesito detener su avance.
—Vine a verte —responde con soltura, se detiene a dos pasos de mí y mete sus manos en los bolsillos de sus pantalones negros.
Ahora es mi turno de detallarlo.
Una camisa negra de mangas largas se pega perfectamente a su esculpido cuerpo; sus pantalones de vestir, del mismo color, cuelgan bajos en sus caderas. Su cabello castaño tiene ese estilo desordenado de "me importa una mierda" que le queda tan sexy y en su mano izquierda, lleva un elegante reloj dorado.
«Está para comérselo».
—Ahora estamos a mano —murmura con tono bajo, al ver mi evidente repaso.
—Touché. —Sonríe. Yo le guiño un ojo.
Él se decide y da un paso más cerca. Yo no me muevo, lo que toma como una señal de que estoy de acuerdo con lo que sea que pretende. Continúa, hasta que se pega por completo a mí y me empuja, para acorralarme contra la pared. Coloca las palmas de sus manos a cada lado de mi cabeza, baja la suya para estar a mi altura y pega su boca a mi oreja.
—Necesito terminar lo que empezamos, Andie —ronronea, ronco. Yo cierro los ojos e inhalo fuerte.
Mi cabeza se inclina hacia atrás y dejo expuesto mi cuello; Christian se aleja un poco, solo lo suficiente para que una de sus manos aparte mi cabello, que cae suelto. Sus dedos rozan mi piel y solo con ese toque, me eriza todo el cuerpo. Hasta que su boca, caliente, deja besos húmedos y suaves en mi cuello. Ahogo un jadeo, ante el contacto y todo lo que me hace sentir. Mis manos rodean su cabeza y se sostienen a sus cabellos. Hace su camino de vuelta a mi oreja y susurra con voz sensual.
—Solo dime que estás de acuerdo y tendrás el mejor regalo que puedas pedir.
—Y ese, ¿cuál sería? —Logro decir entre jadeos, mientras deja mordiscos suaves en el lóbulo de mi oreja.
—Yo. Toda la noche. Solo para ti. —Su nariz roza mi cuello e inhala con fuerza. Una mano suya se separa de la pared y se posa en mi cintura.
—¿Lo puedo pensar?
—¿Todavía dudas de que esto es lo que quieres?
Levanto mi cabeza y lo miro a los ojos. Christian se incorpora un poco para observarme con deseo y ansias. En un segundo, tomo la mano que está apoyada en mi cintura y la guío hacia abajo, por mi muslo descubierto. Con sensualidad y lentitud, subo la pierna, dejando que el fino tacón de mis zapatos roce su pantorrilla, hasta que rodeo su cadera y su mano sostiene el peso. Sus dedos se presionan en mi piel y un gruñido sale de sus labios carnosos. Mi intimidad, que late por él, se pega a la suya, que forma una casa de campaña en sus pantalones. La dureza que siento chocar con la parte más sensible de mi cuerpo, envía cuchilladas de placer por toda mi espalda. Todo el tiempo, nos mantenemos la mirada, en un duelo de resistencia. Sus ojos, negros como la noche, traspasan mis sentidos y se graban a fuego en mi piel.
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SOLO UN PARA SIEMPRE [Trilogía Destinados 3]
Romance¿Es verdad eso que dicen que las experiencias del primer amor no se olvidan nunca? Digo, porque debe existir una razón para que a estas alturas me siga afectando aquello que viví hace tantos años. Algo que explique, por qué los hechos que me llevaro...