Capítulo 13. ¿Qué hacemos aquí?

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El viaje en auto se me hace un poco largo. Aún más, porque todo el rato nos mantenemos en silencio. Atravesamos la ciudad y me intriga sobremanera hacia dónde me lleva Chris. Y aunque debería estar nerviosa, la verdad es que no lo estoy. Más bien, sigo pensando en todo lo sucedido antes, en el Club.

A pesar de haberle dicho a Christian que no me importaba su vida personal y los problemas que tiene con su hermano, sí tengo curiosidad. Primero, porque son hermanos y debe ser algo muy fuerte para que se sientan así entre ellos. Segundo, porque lo que sea que se traen los dos, estoy casi segura que yo me encuentro en el medio. Las miradas de arrogancia, victoria, dadas por Christian a Connor, me hacen creerlo.

Precisamente por esto, es importante que yo pueda cumplir el trato que le propuse a Christian. Una noche. Solo una noche para quedarnos satisfechos. Y luego, seguir nuestros caminos separados.

«Solo atracción, Andrea». Repito las palabras de Maddie en mi cabeza.

—Ya casi llegamos —murmura Christian, para romper el silencio.

Dejo de mirar por la ventanilla y lo veo de perfil. Sus manos apoyadas con soltura en el volante; su hermoso rostro con una expresión concentrada en el camino. Sus brazos, cubiertos por esa camisa negra que se ajusta en los puntos correctos y lo hace lucir más que sexy. Mi boca se hace agua y por más que lo intento, no puedo dejar de mirarlo.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, con una sonrisa ladina y lenta, pero sin voltearse para verme.

Podría sentirme mortificada por haber sido descubierta, pero no lo hago. Me gusta mirarlo, sí. Y a estas alturas, ya no es algo que él no sepa. Además, Christian es consciente de todos sus atributos.

—La pregunta ofende, ¿verdad?

El ríe con mi respuesta. Una risa baja y sensual, que me provoca mariposas en el estómago. Gira un poco su cabeza para mirarme y con un movimiento rápido, me guiña un ojo.

—Debía asegurarme. —Alza sus hombros y continúa mirando al frente.

Un minuto después, me doy cuenta que entramos a la zona residencial de la ciudad y mi curiosidad crece, por no saber hacia dónde vamos; en esta parte, los complejos de apartamentos pertenecen a los más ricos del área. Lo miro todo con entusiasmo y por momentos, siento la mirada de Chris sobre mí. Nos desviamos de la avenida principal y tomamos una calle donde solo hay casas inmensas y a la vista, caras.

—¿Hacia dónde vamos? —pregunto, sin poder aguantar más.

Christian sonríe y se detiene unos metros después, delante de una casa un poco menos opulenta que las demás.

—De hecho, ya llegamos. —Hace una maniobra con el volante hacia la derecha y entra en el camino que lleva hasta la puerta de un garaje.

Yo me quedo muda. Estamos en una casa, no en un hotel.

«No entiendo nada».

—¿De quién es esta casa? —pregunto, confusa. En ese instante, Chris se baja del auto y me pide que lo espere para ayudarme a bajar.

Rodea el auto y abre mi puerta, extiende su mano y yo lo miro con el ceño fruncido, negándome a aceptarla aún.

—Es mía. —Rueda sus ojos e insiste con la mano extendida.

Yo abro la boca para decir algo, pero no encuentro qué. Christian se cansa de esperar y se inclina para tomarme de la mano y obligarme a salir. Lo dejo hacer, porque... «¿qué se supone que haga?».

—No entiendo —digo, cuando salgo del auto y Chris cierra la puerta.

Me quedo parada mirando el exterior, exquisitamente decorado, de la casa de dos pisos y con una mezcla extraña de estilos, contemporáneo y mediterráneo. No me quedan dudas de que la familia Anderson tiene dinero para tener las propiedades que desee, pero es una sorpresa que Christian sea dueño de este lugar.

SOLO UN PARA SIEMPRE [Trilogía Destinados 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora